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El español de Málaga

Laura Esteban. Podemos encontrar grandes divergencias entre la forma de hablar de los jóvenes en la actualidad y la de sus abuelos. Pero, las diferencias no se encuentran solo en el tipo de léxico que utilizan sino también en la pronunciación. El español de Málaga está muy vivo, avanza y evoluciona con mayor rapidez que en otros puntos del país. Existen algunas características propias del lenguaje malagueño como es el ceceo (pronunciación de la "s" con sonido de "z") que está desapareciendo, probablemente por la presión social y la eliminación de la "s" final.

El habla malagueña, igual que la andaluza, tiende a la simplificación. Cada día se busca más la economía del lenguaje y del esfuerzo, sin afectar a la comprensión. De ahí, la supresión de la "s" final de las palabras, uno de los procesos lingüísticos más característicos y extendidos en Málaga.

Por el contrario, hay un fenómeno que incluso sorprende a los expertos y es la pérdida del ceceo, predominante en Málaga desde hace siglos y también el seseo (pronunciación de la "z" con sonido de "s") que empleaban más las mujeres y los más cultos, influidos por el prestigio de la variedad sevillana. Ahora, en cambio, se impone la distinción entre "s" y "c", "z".

En este aspecto, por tanto, los hablantes de Málaga buscan acercarse a la pronunciación del español estándar, que consideran como el modelo ideal. El proceso se detecta a partir de los años 50 del siglo pasado y se ha extendido de manera muy rápida. Es en ese momento cuando sesear y, en especial, cecear comenzaron a perder reconocimiento social y a ser considerado como un signo de clase baja. Y la presión social ha ganado la batalla.

En cuanto al vocabulario, hay que tener siempre en cuenta que el origen social, educativo y, por supuesto, la barrera generacional son datos muy influyentes en lo que a la frecuencia de uso de algunas expresiones se refiere. No obstante, ahora no nos centraremos en diferenciar estos aspectos sino que ofreceremos un breve glosario de palabras que podemos escuchar con mucha frecuencia en nuestras calles.

Aliquindoi: se usa en la expresión estar aliquindoi y significa estar atento. Probablemente tenga su origen en las voces de los marineros ingleses a los estibadores malagueños que descargaban el barco de arroz: look and do it (mirad y hacedlo).

Cafelitos: aquí no se toma café: aquí nos echamos un cafelito. Y hacerlo no es sencillo si desconoces la terminología, pues la carta malagueña incluye el café solo, largo, semilargo, solo corto, mitad, entrecorto, corto, sombra y nube. La culpa la tiene Don José Prado Crespo, dueño del Café Central en tiempos de posguerra. Entonces, productos de importación como ese eran caros y difíciles de conseguir, así que para no tirar el café sobrante de aquellos clientes que lo pedían con más o menos consistencia, Don José hizo un cartel recogiendo todos los tipos posibles.

Campero: es un bocadillo con base de lechuga, tomate, mayonesa.Son baratos, enormes y amados multitudinariamente.

Espeto: sardinas asadas en una caña sobre una barquita.

Fatiga: vergüenza, timidez.

Guiri: persona de origen extranjero.

Inflarse: término que se utiliza cuando se come en exceso. Cuando alguien come tanto que se encuentra hinchado.

Merdellón: la palabra tiene su origen en la expresión francesa merde gens, que utilizaban los franceses al hablar de los malagueños. Ahora se utiliza para referirse a personas que son horteras y maleducadas.

Moraga: celebración nocturna en la playa, con bebida (sangría) y a veces una barbacoa.

Pechá: hartazgo, gran cantidad de algo. En el deje particular del sur se suele perder la parte final de algunas palabras y éste es uno de esos casos. La palabra viene de pechada.

Piltra: cama.

Terral: terral, viento veraniego caliente y muy seco.

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