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La batata de Málaga

Mª Purificación Zayas. Llegó el invierno. Los días fríos y oscuros invitan a estar en casa y a reunirse con familiares y amigos para almorzar. Y de postre tomar batata asada, un humilde producto pero no menos delicioso que desde hace cinco siglos está unido a nuestra gastronomía. Conocida también como patata de Málaga, chaco de Venezuela, papa dulce o camote, es una raíz oriunda de las zonas tropicales de América que llegó a España en el primer viaje de Colón. A causa del clima, su cultivo se extendió por la costa oriental de Málaga, la Axarquía, encontrándose desde mediados del siglo XVI numerosas referencias literarias sobre este fruto, sus cualidades culinarias y el importantísimo cultivo en dichas tierras. Así lo mencionan, entre otros, Santa Teresa de Jesús, Lope de Vega, Góngora o Guzmán de Alfarache. En el siglo XVII su consumo entre las clases populares era mayor que el de la patata, probablemente por su sabor dulzón. Pero no fue hasta el siglo XVIII  cuando dejó de llamarse "patata de Málaga" para denominarse batata o boniato, evitando así la confusión con el otro tubérculo actualmente más conocido.

Es un fruto muy nutritivo. Contiene almidón, vitaminas, fibra y minerales. Es más calórica que la patata y aporta betacarotenos, un potente antioxidante que ayuda a prevenir el cáncer y favorece el cuidado de la piel. Por su fácil cultivo fue utilizada como alimento para épocas de penuria hasta mediados del siglo XX, cuando en la posguerra de la Guerra Civil en Málaga era frecuente servir la batata frita como acompañamiento de platos o incluso emplearla en cocidos y guisos de carne en sustitución de la patata.

En cuanto a la tradición repostera malagueña, la batata es un producto de máximo interés. Se emplea para la confección de almíbares y compotas junto con la miel de caña, de arraigada fabricación en la Axarquía, Con el polvo de batata se elaboran empanadillas, hojaldres y borrachuelos. Además,  forma parte de  la composición de otro dulce de tradición conventual, el pastelillo de gloria, donde el polvo de batata se presenta recubierto de una sutil capa de mazapán. Pero como más se consume es simplemente asada a fuego lento para extraerle mejor el almíbar. Este sabor forma parte de la memoria colectiva del pueblo malagueño. ¿Quién no recuerda a los batateros que durante el invierno venden batas asadas en las calles?

En definitiva, hoy la batata sigue siendo un producto importante en la costa oriental de la provincia, por lo que su consumo es un homenaje a nuestras tradiciones y una apuesta  por su conservación.