Pildorización de semillas

 Carlos López Encina

 La pildorización es un proceso mediante el cual las semillas son recubiertas con determinadas sustancias para variar su forma y tamaño y mejorar su respuesta frente a determinadas condiciones de siembra y manipulación.
La pildorización se integra en un conjunto de técnicas de recubrimiento y acondicionamiento que han ido sucediéndose y sustituyéndose a lo largo del tiempo, al aumentar progresivamente la complejidad de las sustancias de recubrimiento para responder a las exigencias de un mercado altamente competitivo, el de las empresas productoras de semillas.
En este mundo de los semilleros, sobre todo en plantas hortícolas, factores como el tamaño y peso de las semillas, los sucesos de dormición de las semillas, y cualesquiera otros que causen alteraciones en la uniformidad de la germinación de las mismas, pueden suponer la diferencia entre el éxito o el fracaso de una plantación, variando gravemente los rendimientos de la cosecha.
Así el recubrimiento de semillas surgió como una respuesta a los altos costes de los transplantes en semilleros, buscando abaratarlos al posibilitar estas manipulaciones la siembra directa.
Haciendo un poco de historia de este tema, tenemos que remontarnos en el tiempo hasta 1868, año en el que se realizó la primera patente de recubrimiento de semillas, que permaneció olvidada durante 72 años hasta que en 1940 Vogelsang reinventó la «peletización» de semillas y la aplicó a nivel comercial. Desde entonces las técnicas de recubrimientoacondicionamiento de semillas se han desarrollado velozmente, alcanzando una gran complejidad, pasando por sistemas de simple tratamiento, de embebido, de revestido, de encostrado, de peletizado, de encintado, de inoculación con microorganismos y en general de pildorización [GimenezSampaio et al., (1991)].
Todos estos procesos de manufacturación de semillas se utilizan para conseguir determinados objetivos, que van desde modificaciones morfológicas de tamaño, peso o forma, hasta mejorar sus características de crecimiento y desarrollo: suministrando en la cubierta artificial nutrientes, reguladores de crecimiento, abonos, productos oxigenantes, vitaminas, herbicídas y sus antídotos [Anónimo, (1982)], productos capaces de captar y retener la humedad, etc. También se pueden sumistrar productos fitosanitarios como fungicidas, antibióticos, repelentes de insectos,... destinados a proteger a las semillas frente a agresiones bióticas exteriores nocivas. Otros niveles de protección implican la realización de técnicas de acondicionamiento osmótico, de pregerminación (tratamientos duales de hidrataciónsecado), la aplicación de radiaciones y la inoculación con microorganismos beneficiosos (micorrizas, fijadores de nitrógeno, ...), para mejorar tanto las características fisiológicas y sanitarias, como las del microambiente en el que se van a desarrolllar las semillas [Borderon, (1990); Argerich y Bradford, (1989)].
Establecer un glosario exhaustivo de las sustancias o componentes bióticos y abióticos que pueden formar parte de una «píldora» sería demasiado largo y tedioso por lo extenso, por lo que, a modo de resumen, sólo se mencionarán los grandes grupos de los aditivos más frecuentes, a saber: Reguladores de crecimiento (auxinas, citoquininas, ...); nutrientes minerales y orgánicos; colorantes (eritrosina, azul V, clorofilina, ...) junto con esmaltes y lacas; plaguicidas (herbicidas, fungicidas, repelentes, ...); materiales de cobertura: org_nicos (harinas, serrín, mucílagos, ...) y minerales (arcillas, dolomita, carbonatos, yeso, arenas, turba, y un largo etcétera), todo ello englobado y conformado mediante aglutinantes o adhesivos de tipo orgánico (gelatinas, etilcelulosa, ...) o inorgánicos (aceites minerales, polivinilos, resinas plásticas, ...).
Todo este conjunto puede recibir otros tratamientos [Scott, (1989); Chatel, (1987); Macchia et al., (1985)] como la infiltración de microorganismos beneficiosos, tratamientos con radiaciones, etc., y en la actualidad la innovación es constante.
Estas técnicas han alcanzado una enorme expansión y se aplican a muchas especies de plantas hortícolas (tomate, guisantes, pimiento), forrajeras (alfalfa, trébol), cereales (avena, maíz, trigo), leguminosas (soja, altramuz), oleaginosas (colza, girasol), plantas de aprovechamiento industrial (algodón, remolacha, tabaco) e incluso sobre especies ornamentales y silvestres.
La existencia de grandes intereses económicos en este sector y el gran proteccionismo empresarial sustentado por multiples patentes, hace que se conozcan poco y con retraso las novedades que continuamente se producen como fruto de la investigación en este campo.

 Carlos López Encina es Colaborador Científico (CSIC) en la Estación Experimental La Mayora (Málaga)