¿Tras la viruela la polio?

Juan Carlos Codina Escobar

Lejos quedan en el tiempo los procedimientos llevados a cabo por los chinos para prevenir el desarrollo de la muy temida y mortal enfermedad de la viruela. El proceso de variolización se podía realizar antiguamente de tres formas principales:

- Una de estas formas consistía en tomar con una aguja pus y fluidos de una pústula que se depositaban, mediante un pinchazo, bajo la piel de la persona a inmunizar.

- Un segundo método se basaba en tomar trozos de las pústulas, secarlos y molerlos hasta obtener un polvo que era inhalado por el individuo.

- El tercer método implicaba tomar una pequeña cantidad de este polvo con una aguja e introducirlo directamente en las venas de los individuos.

Este último método fue el que, tras ser observado por la esposa del embajador británico en Turquía Lady Mary Wortley Montagu, llegó hasta el mundo occidental a comienzos de 1700, si bien con escaso éxito. Un médico inglés, Edward Jenner, se dedicó a estudiar el proceso de inmunización frente a esta enfermedad, llegando incluso a llevar a cabo en 1796 el famoso experimento de infección intencionada de un ser humano previamente inmunizado; hecho que hoy día sería tachado de falta de ética por la comunidad científica actual.

El proceso de vacunación ideado por Jenner ha progresado tanto desde entonces y se ha extendido de modo tan creciente su uso, que ha traído como resultado un descenso marcado en la morbilidad de muchas enfermedades. Tanto que la viruela ha sido declarada por la OMS como enfermedad erradicada. El virus de la viruela sólo se puede localizar ahora en los congeladores de los laboratorios altamente especializados de la CDC (Centro para el Control de Enfermedades) de Atlanta, del Instituto de Preparaciones Virales de Moscú y del Laboratorio de Virología de Londres.

¿Cómo se consigue la erradicación de una enfermedad por medio de la vacunación? La efectividad de las vacunas en la prevención de las enfermedades no se produce sólo a nivel individual, sino también al nivel poblacional. Para que una enfermedad se disemine en una comunidad son necesarios individuos infectados e individuos susceptibles. La inmunidad a nivel poblacional busca conseguir un descenso en el número de los individuos susceptibles. Cuando el número de estos individuos baja lo suficiente, la enfermedad desaparece de dicha comunidad porque no hay hospedadores susceptibles para mantener el ciclo de infección. Cuanto mayor es el número de individuos vacunados, más rápidamente decrece la incidencia de una enfermedad. Pero su erradicación sólo se puede conseguir si el organismo causante de la misma sólo afecta a los humanos y no dispone de otros huéspedes posibles; si su material genético es lo suficientemente estable; y si la vacuna que se emplea es de fácil obtención y de bajo coste. Como se ha indicado, de esta forma se ha conseguido la erradicación de la viruela. Pero, ¿cuál será la siguiente enfermedad en seguir el camino de la viruela?

Parece ser que otra enfermedad vírica, la poliomielitis, puede ser la siguiente en la lista de enfermedades erradicadas del planeta. Ya prácticamente se la puede catalogar así en el mundo industrializado, pero no ocurre lo mismo en los países del tercer mundo con pésimas condiciones higiénico-sanitarias. El virus de la polio penetra en el cuerpo humano por la nariz o la boca, alcanzado el intestino, donde se replica activamente en un corto periodo de tiempo. En unos pocos días, los individuos infectados o se muestran asintomáticos o experimentan síntomas parecidos a los de una gripe, como dolor de cabeza, náuseas, vómitos y fiebre. Desde este momento, tanto en un caso como en otro, se convierten en individuos transmisores de la enfermedad. La transmisión se produce a través del contacto con heces o microgotas que, transportadas por el aire, contaminan agua o alimentos. El virus penetra en la corriente sanguínea y el individuo infectado genera anticuerpos contra él. Sólo un 10% de estos individuos muestra síntomas y tan sólo un 1% desarrollan la forma paralítica de la enfermedad.

Sólo en un 1% de casos el virus llega hasta el cerebro y la médula espinal donde se multiplica destruyendo el tejido nervioso. A este nivel, la enfermedad puede ser clasificada como espinal o bulbar, dependiendo de qué nervios son los afectados. En cualquier caso, ambas se caracterizan por dolor muscular, rigidez de cuello y espalda y posible parálisis. La forma espinal afecta a las extremidades mientras que la bulbar lo hace a los pulmones, impidiendo la respiración. La búsqueda de una vacuna para la polio había comenzado, con escaso éxito, a comienzos de 1900. Esta falta de éxito se debía al desconocimiento de la existencia de más de un virus. Hoy en día sabemos que la polio es causada por tres cepas de virus bastante estables, pertenecientes a la familia de los Picornaviridae y, por tanto, con ARN como material genético.

El avance en la investigación de la enfermedad y en la búsqueda de una vacuna eficaz, se puede achacar en buena parte a un personaje histórico afectado de polio, el presidente de los EEUU, Franklin Delano Rooselvelt. Siendo tan sólo un joven político, Rooselvelt contrajo la enfermedad en el verano de 1921. La parálisis que afectó a sus piernas no consiguió que se detuviera su brillante carrera política ni que se convirtiera en presidente de los EEUU y en un adalid en la lucha contra la poliomielitis. De hecho, desde la organización March of Dimes, fundada con la ayuda de Rooselvelt, llegó la primera de las vacunas contra la polio.

La vacuna desarrollada por el Dr. Jonas Salk en 1952 era una vacuna de las denominadas inactivadas, en las que se emplea el organismo completo, pero inactivado mediante el uso de formaldehído. El uso de la vacuna de Salk provocó un descenso espectacular en los casos de polio, si bien con algunas incidencias de la enfermedad, incluyendo diez muertes, debido a una incompleta inactivación de algunas partículas víricas. En un intento de mejorar esta vacuna, el Dr. Albert Bruce Sabin, en 1957, desarrolló una vacuna atenuada que se daba en tres dosis orales en los dos primeros años de vida con una dosis de recuerdo al comenzar la edad escolar. Ambas vacunas han sido extensivamente utilizadas en el mundo, provocando un marcado descenso en el número de casos de poliomielitis.

A ambas vacunas hay que añadir las investigaciones, encuadradas dentro de la tecnología del ADN recombinante, para la elaboración de una vacuna sintética. Se están clonando los genes del poliovirus que codifican la síntesis de la cápside viral, utilizando Escherichia coli como célula hospedadora. En el año 1988, la OMS pronosticó la erradicación total de la polio para el año 2000. En la práctica no ha resultado posible, pero no queda lejano el día en el que la polio siga los pasos de la viruela.

Juan Carlos Codina Escobar es profesor de educación secundaria en el IES La Paz de Cádiz