FORO PARA LA PAZ EN EL MEDITERRÁNEO

Hablemos de federalismo y plurinacional, en definitiva de disgregación

Mucho se podría hablar sobre este tema

En el “NUEVO ORDEN MUNDIAL” una de las amenazas es el nacionalismo exacerbado.

“El Federalismo” y la Seguridad Nacional, por Rafael Vidal, publicado en www.belt.es el 30.06.2005

En estos días que tanto de habla de “nación” y “federalismo” es bueno traer a colación un artículo publicado en el periódico republicano “EL Universal” en mayo de 1869, cuando España, como ahora, se debatía por su propia identidad, exponiéndose el craso error de intentar separar lo que está unido, cuando se tiende, como de hecho los vemos con la Unión Europea, que se tiende a unas mayores cotas de unidad entre los viejos pueblos de nuestro continente.

Una de las cosas que más han perjudicado, más están perjudicando y más perjudican en España a los republicanos para sus progresos y adelantos es la ceguedad, la precipitación, la irreflexión con que se han abrazado a esa singular bandera federal que encierra el mayor de los absurdos. Hay desgracias que parecen fatales, así en los hombres como en los partidos, y una de las mayores desgracias del partido republicano, desde la Revolución de septiembre acá, ha sido ese desdichado federalismo. Sin él una buena parte de hombres de ideas avanzadas se hubieran adherido a la idea republicana; pero ante el caos social, político y económico que el federalismo representa, no han podido menos que retroceder con miedo. Años y muchos ha de retrasar en España el desarrollo de la República como lema de partido el fatal pensamiento federalista. Hay más: o los republicanos renuncian a tan desastroso sueño, o se incapacitan permanentemente para todo.

Y lo más extraño es la singular manera con que ese sueño ha nacido, el singular origen de tan perniciosa e incompatible utopía. La traducción de un libro de Proudhon, escritor excéntrico y paradójico, la traducción de ese libro publicado con motivo de la cuestión de Italia y la influencia personal también de su traductor, justamente con la novedad de la palabra, han bastado para que los ánimos de muchos ilusos se hayan inclinado hacia la nueva estrella del horizonte político sin pararse a pensar, sin mediar lo que han hecho, sin calcular las consecuencia del yerro. Harto caro pagarán esa conducta, harto han de lamentar el tiempo que ese error les ha de hacer perder. Internados en un sendero falso todo el camino que están haciendo le han de tener que desandar; y si no lo desandan ay de ellos, de sus esperanzas y de su porvenir!.

Jamás hubiéramos creído que hombres ilustres incurrieran en tan atroz locura, locura que contradice el progreso, que opone al desarrollo natural de las sociedades, que pretende hacer retroceder al mundo. La ley de la humanidad lejos de fraccionar tiende a unir, lejos de dividir las nacionalidades ya hechas lo que quiere es unirlas entre sí, que es justamente para lo que ha de servir la federación.

Las Repúblicas italianas, como oportunamente recuerda un colega, han ido desapareciendo providencialmente al soplo de la civilización. Venecia, Pisa, Florencia, forman hoy con el resto de Italia una gran nacionalidad.

Los pequeños estados alemanes, obedeciendo a esa misma corriente, se han fundido en entidades mayores. Los antiguos reinos de España, movidos por la misma fuerza providencial, constituyen hoy una colectividad importante. ¿Y querrían los federalistas que Italia volviera a ser un semillero de pequeñas Repúblicas, llenas de mutuos odios, que Alemania volviera a ser un hormiguero de naciones liliputienses, y que España tornara a la situación en que se encontraba hace siglos?
¡Extraño progreso ciertamente! Para lo que ha de servir, por ejemplo, el principio federal es para que España, Portugal, Francia e Italia, naciones de análoga estirpe se junten el día de mañana en una gran federación latina. Para lo que ha de servir el principio federal, es para que Prusia y el Austria alemana y todos los demás estados procedentes de la misma raza, formen más pronto o más tarde una federación germánica. Para lo que ha de servir el principio federal es para que las naciones eslavas hagan cuando llegue la oportunidad otro tanto.

Unir, unir, siempre unir, sin perjuicio de la vitalidad propia de los miembros unidos: esa es la misión del federalismo. Pero querer convertir tan gran idea en palanca de disgregación de lo ya unido, es el colmo de la demencia humana. Por eso nosotros, progresistas avanzados, que aceptamos las teorías del derecho de un modo radical, aunque atendemos para su aplicación actual a las circunstancias históricas de nuestra patria, nosotros repetimos, comprendemos que el ideal político es la República y a ella queremos llegar; pero a la República federal nunca. Los republicanos deben comprender que la descentralización es holgadísima en otros sistemas, mientras que con el suyo no se iría a la descentralización sino a la desmembración. Y en cuanto a la posibilidad de dictaduras, medrados estaríamos si para evitarlas no hubiera más remedio que la anarquía y el suicidio. Piensen bien los republicanos lo que hacen; prescindan, sobre todo, de consideraciones de falso amor propio y de pueril tenacidad, y reconozcan que han tomado errada senda porque cuanto más tiempo continúen en ella, más han de perder. La república es el porvenir, es el adelanto; pero el federalismo como ellos quieren aplicarlo es el retroceso, es la muerte”.

Aunque la tesis expuesta habla de republicanismo, sirve perfectamente para la monarquía constitucional, que refrendada en el referendum de 1978 nos dimos los españoles.

www.belt.es Rafael Vidal

Hablemos de federalismo, autor Rafael Esteve Secall, en el diaio La Opinión de Málaga, el día 13.08.2017.

En una sociedad como la española de hogaño donde la reflexión prácticamente ha desaparecido, anulada por oleadas de tuits que compiten por conseguir el máximo eco viral para alguna de las imbecilidades que se le ocurre a cualquier indocumentado, es tremendamente peligroso dejar que la opinión pública se vaya «in-formando» por los mensajes que se lanzan a través de las redes sociales.

Y esto ocurre con algo fundamental en el debate político actual. Me refiero a las palabras federalismo y plurinacionalidad. Conceptos que dudo mucho sepan de qué hablan quienes los utilizan. Ejemplos recientes y reveladores están en la retina y el oído de todos.

Limitémonos al federalismo. Su uso presenta grandes similitudes con algo sobre lo que Cervantes ironizó magistralmente. Don Quijote tenía, en su delirio, el secreto para curar todas las dolencias del cuerpo humano gracias a su mala digestión literaria de los cantares de gesta: el bálsamo de Fierabrás. Pues bien, en la redoma política española hay muchos que consideran a la palabra «federalismo» como la poción mágica para solucionar los males políticos que nos aquejan.

La prueba es el guirigay que los socialistas de distintas comunidades han montado al poner apellidos a esa palabra talismán tratando de llevar las aguas a su molino –es decir a su chiringuito político, cada vez más reducido–, y olvidando que lo fundamental no es el molino autonómico sino la fuente común que organiza el suministro de agua que se llama España. Si ésta deja de funcionar, o lo hace a criterio individual de cada molinero, acabará arruinándonos a todos. Un abastecimiento que, por cierto, cada vez depende más de Europa y del resto del mundo.

Y el batiburrillo tiene raíces más profundas en la enorme confusión en que se debate el socialismo español. A los problemas ideológicos sobre la socialdemocracia en Europa añadimos los derivados de la «comprensibilidad» con los nacionalismos y, peor aún, con el independentismo. Su consecuencia es clara viendo la evolución de los resultados electorales socialistas en las comunidades autónomas «nacionalistas».

Porque el nacionalismo es profundamente burgués, reaccionario y, en tiempos, hasta fascista. La izquierda radical ácrata y anticapitalista lo tiene muy claro y, por eso, al apoyarlo ha encontrado la fórmula para avanzar en sus utopías. Pero, ¿qué hacen los socialistas colaborando en su deriva? Porque ese nacionalismo se envuelve en falaces y fabulados derechos a decidir, a la autodeterminación, esgrimiendo el discurso de la insolidaridad, el egoísmo, y la presunta superioridad cultural asentado en mentiras difundidas por métodos propagandísticos que el mismo Goebbels envidiaría.

Una perorata que constituye un insulto para quienes, desde las regiones retrasadas de España (habría mucho que hablar de las seculares raíces de su atraso más allá de explicaciones simplistas) y desde una perspectiva socialdemócrata, asistimos perplejos a la comprensión socialista, envuelta en el celofán de un federalismo «asimétrico» según unos, «multinacional» para otros, que pretende apaciguar a los que, por principio, nunca van a estar cómodos con nada que se les ofrezca.

Porque se olvida que socialismo es internacionalismo, es igualdad, es solidaridad€; por eso, la perplejidad aumenta cuando muchos con carnet socialista están pensando en institucionalizar la completa desigualdad territorial y personal traicionando, en mi opinión, el espíritu y la letra de la Constitución. Y frente a los problemas en Cataluña se pretende imponer la idea preconcebida de que la solución es el federalismo.

Para sus propagandistas los estados que mejor funcionan son los federales y, curiosamente, siempre citan los mismos ejemplos: Alemania y Austria, de federalismo «cooperativo»; y Estados Unidos, Australia y Canadá, de federalismo «competitivo». Pues bien, tanto o mejor que estos, funcionan algunos «no federales», como las monarquías parlamentarias nórdicas, Países Bajos, Dinamarca, el Reino Unido, o la República Francesa. Por el contrario, la Monarquía Federal Belga y la Federación Rusa no son buenos modelos y, mucho menos, otros países federales como Méjico, Brasil, Argentina €; por no recordar el desastroso final de la República Federal de Yugoslavia. En consecuencia digamos toda la verdad, porque las verdades a medias se traducen en grandes mentiras.

Las dimensiones de los territorios

Con esto quiero resaltar que no existen Fierabrases políticos sin tener en cuenta la población, la economía, el territorio€ Por eso resulta inquietante que haya quienes, desde su sólida formación teórica pero también desde apriorismos ideológicos, aboguen acríticamente por un «federalismo competitivo» a semejanza de Estados Unidos, Canadá y Australia. En su análisis ignoran las raíces, la historia, la cultura, la geografía de los pueblos, así como su propio devenir en la globalización mundial que condiciona todo. Se olvidan de que esos países no son simplemente tales sino continentes. Que sus densidades de población, de 36, 3 y 4 habitantes por kilómetro cuadrado respectivamente, son muy inferiores al centenar largo que tiene como media Europa Occidental. Que las distancias que evidencian sus diferentes husos horarios juegan un papel fundamental en su organización social, política y económica. Que la dimensión de cualquier territorio federado en esos países supera con creces la de cualquier país europeo occidental. Que su base demográfica, cultural y religiosa carece de homogeneidad. Que su origen como estados es muy reciente. Salvo los Estados Unidos -de 1776-, los demás ejemplos son de finales del XIX y principios del XX. Y así podríamos ir desgranando razones que justifican ese sistema político en esos estados, pero desaconsejan radicalmente su trasplante a España por absoluta inadecuación a nuestra realidad.

En definitiva, plantear «la competitividad», o «la asimetría», entre comunidades autónomas «federadas» en el escenario cada vez más global de la geoestrategia, economía, y política actuales donde se juega el futuro de la humanidad, es de una miopía inconcebible.

Propugnarlo para España no solo es ir contra los objetivos y valores que compartimos de la Unión Europea y traicionar nuestra historia, sino pretender la vuelta al malhadado cantonalismo del XIX y a un aldeanismo retrógrado y suicida.

La Opinión de Málaga. 13.08.2017. Rafael Esteve

El País. 12.08.’2017. Cataluña no es Kosovo La ley del referéndum del bloque secesionista Junts pel Sí-CUP pretende ampararse, sin ninguna base, en el dictamen de Tribunal de La Haya sobre el caso balcánico. El ejemplo de Kosovo es el que aduce, como principal base jurídica supuestamente aplicable al caso catalán, el preámbulo de la “proposición de ley del referéndum de autodeterminación” redactada por el bloque secesionista y registrada en el Parlament el pasado 31 de julio.

El País. 13.08.2017. Fernando Savater. Los abstemios Quienes se abstienen en materia nacionalista quieren quedar como héroes de la intemperie y vivir bajo techado. Abstenerse entre nuestros derechos y los radicalismos que pretenden desmontarlos es ser un cínico o un imbécil

El Independiente. 13.08.2017. ‘Estamos en la diana de los yihadistas, somos un objetivo que antes o después será atacado’

 

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