FORO PARA LA PAZ EN EL MEDITERRÁNEO

¿Cómo no vamos a tener miedo?

Sol Digital. 22.08.2017.

Los enemigos de la libertad tienen muchos nombres, están por todas partes y cada uno hace lo que puede. Desde luego, los yihadistas que el jueves y la madrugada del viernes pasados sembraron el pánico en Barcelona y Cambrils son los más canallas al llevarse por delante tantas vidas que merecían ser vividas. Ya ha ocurrido antes y volverá a ocurrir, desgraciadamente. En este sentido, no hay nada nuevo. Tampoco es nueva la retórica de las fuerzas políticas. Eso de que “no tenemos miedo” no es verdad, tenemos un miedo natural y es el propio del ciudadano que pasea con su hijo de la mano y a unos metros acelera el terrorista para llevárselo por delante haciéndolos saltar por los aires.

No creemos que vayamos a engañar a estas alimañas diciéndoles que no tenemos miedo, lo ven en las imágenes de televisión, en la voz quebrada de los testigos y familiares, en las caras de pánico de los que huían. Hoy y siempre. Claro que los ciudadanos tenemos miedo de lo que ha ocurrido y de lo que pueda ocurrir. Un miedo, además de natural, legítimo, si casa el adjetivo con una emoción tan antigua como el hombre mismo.

Pero con el miedo también tenemos el derecho y hasta el deber de exigir a los responsables del Estado que nos doten de sobrados instrumentos legales, de inteligencia, prevención, policiales, presupuestarios, militares, de comunicación… de todos los que están al alcance de cualquier nación democrática, y son muchos.

No se trata solo de reforzar la presencia de policías en las calles de España, que también, parece claro, sino de expulsar por vía de urgencia y con control judicial a cualquiera que no siendo español represente un peligro para la seguridad nacional, impidiendo el asentamiento en nuestra geografía de quienes no se integran en nuestra democracia y las costumbres de los españoles. Hay que impedir el establecimiento de una sociedad paralela que se rige por leyes islámicas al margen del derecho español en barrios en los que la delincuencia hace difícil la transparencia de lo que allí sucede. No están al margen la trata de blancas, de inmigrantes, el tráfico de drogas, de artículos falsificados, de mutilaciones sexuales de la mujer, el maltrato a menores… Hay una sociedad oculta a la vista del ciudadano, que ahora cuando le golpean con tanta saña, tiene el derecho y el deber de denunciar y de exigir su erradicación. Las armas del derecho están para usarlas.

Sol Digital. 22.08.2017. Editorial

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