FORO PARA LA PAZ EN EL MEDITERRÁNEO

LA CUESTIÓN CATALANA YA NO TIENE SOLUCIÓN

José Ignacio Ruiz Rodríguez, Presidente-Rector de la Universidad Libre de Infantes y Catedrático de Historia Moderna de la Universidad de Alcalá

Soy contrario a los que piensan que Cataluña puede tener una solución a través del pacto, el diálogo, la negociación de su inserción en una nueva constitución, el cupo o lo que se quiera. En la historia, las soluciones a las situaciones “críticas” de conflicto sociopolítico, siempre han venido después de una guerra. Ahora estamos en una de esas situaciones “críticas” pero no veo circunstancias prebélicas. Nadie lo quiere y en el contexto sociocultural y europeo en el que nos movemos tampoco favorece una chispa que prendiera y explosionara la acumulación de gas existente (tensión política).

Voy a dar algunas razones que creo serán suficientes para confirmar mi postura. La primera, es que el nacionalismo, por su propia naturaleza, es doctrina y religión cuyo credo es finalista: ser nación independiente y por tanto, estado. En su horizonte teleológico, no cabe ninguna otra posibilidad. Otra cosa son las estrategias (siempre seudodemocráticas), los medios y los momentos óptimos para alcanzar su objetivo.

Segundo, entre sus medios, está la construcción o invención de una identidad. Y en el caso del nacionalismo, la identidad viene siempre por una negación de un Otro (además del asunto de la lengua…). Se necesita otro para que el Yo exista y crezca. Es decir, debe haber oposición a algo que actúa contra esa identidad inventada. Este aspecto lo aparta (en su momento culminar) de lo racional, de lo transaccional, de lo que entendemos por negociación y entendimiento de un Otro y se instala en lo emocional y sentimental. No existe pues posibilidad de diálogo por la sencilla razón que ésta, la razón, habla y el sentimiento muerde (Unamuno). Mucho más cuando este sentimiento se ha levantado desde el odio. Desde la filosofía se ha descrito de muchas maneras, pero el odio es aniquilación

Tercera razón, la hegemonía. Al margen de conceptos. Ya se sabe, que lo que en un determinado momento es imposible, en otro es probable e incluso posible (Lustik). Este es el momento de la hegemonía. La hegemonía ideológica y cultural de nacionalismo. Cuando esta se alcanza (adoctrinamiento a través del control de la escuela, medios de comunicación de masas… etc.), lo que otrora fuera imposible ahora se hace probable. Solo falta que se den determinadas circunstancias políticas como es la crisis del estado y si viene acompañada de crisis social y económica mucho mejor. La debilidad del Estado es evidente. Estamos en un momento crítico después de la crisis de 2008 y del destape de toda la corrupción que afecta a todos los ámbitos, sea el político (partidos), sindicatos, patronal… hasta el deporte, etc. ¿Y esto a que se debe? Si hacemos caso a la doctrina canónica que establecieron Paltón y Aristóteles: Todo sistema político lleva consigo un vicio congénito por el cual todos acaban por degenerar. La monarquía (la mejor forma de gobierno) acaba por degenerar en absolutismo por lo que la derriba la aristocracia, esta degenera también y es sustituida por la oligarquía, a esta la sustituye la democracia que acaba por degenerar en demagogia y oklocracia (el gobierno del populacho) y así hasta la anarquía (crisis total) y vuelve la monarquía o el gobierno de uno.

Según este esquema estaríamos en la oclocracia (hoy decimos populismos). Por eso se entiende la debilidad del Estado. No hay proyecto objetivo-colectivo por encima de los subjetivismos populistas. Por tanto, eso explicaría por lo que el desafío, acabó en el 1-O. Cierto que los nacionalistas no estuvieron finos y tuvieron sus fisuras por la heterogeneidad del movimiento. El 155 pudo ser un instrumento de reversión si hubiera un Estado (gobierno y oposición) fuerte y con proyecto común de modelo político, que fuera más allá de la conquista del poder. No hubo reversión y la vía de las elecciones deja intacto el terreno de juego. No afectará al hegemonismo cultural nacionalista, que seguirá trabajando en el adoctrinamiento desde el odio para hacer crecer la hegemonía y desde la experiencia de los fracasos parciales, batallas perdidas, ganaran la guerra.

Por último, la historia muestra que todos estos movimientos, cuando se les ha dejado crecer, en los momentos críticos del Estado, han acabado en independencias. No sería la primera. Y España tiene ejemplos.

13 de diciembre de 2017

Ver enlace: Reunión del Foro para la Paz en el Mediterráneo con la Universidad Libre de Infantes

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