FORO PARA LA PAZ EN EL MEDITERRÁNEO

CESEDEN. ESCUELA DE ALTOS ESTUDIOS DE LA DEFENSA. Monografías 144. ÁFRICA

Indice Monografia 144 Africa

INTRODUCCIÓN
Ana maría Salazar de Guerra, Presidenta del grupo de investigación
En el presente trabajo, se realiza un estudio riguroso de la compleja situa-ción a la que se enfrenta el continente africano en la actualidad. Centrándose en algunas de sus amenazas y singularidades, lo que proporciona una visión más ajustada de las claves acerca del complejo futuro que se atisba para África. A lo largo de este estudio se abordan grandes problemas y conflictos, como la consolidación de los Estados Africanos y las fronteras, la religión en el contexto de seguridad africana, el terrorismo yihadista-salafista y los procesos electorales. Todo ello sin olvidar algunos de los males endémicos que lamentablemente son parte del día a día de este magnífico continente. Hay un cierto agotamiento por repetición, lo que sin duda es al igual que el pesimismo, algo que no se merece el continente. Parece que siempre repetimos lo mismo sobre África, pero es porque en África, diariamente conviven el milagro y el horror, entrelazados en un círculo, que sin ser capaces de romper, jamás deja de estremecernos. • África cuenta con 30 millones de kilómetros cuadrados, el 22% de la masa terrestre total, 1.132 millones de habitantes, más de 300 tribus y 2000 lenguas y cierta homogeneidad territorial. Es el continente con mayor diversidad étnica, 54 países en total que cuentan con la mayor reserva de recursos naturales y fauna del planeta. Sin duda, es el lugar más atractivo desde el punto de vista de países y organizaciones económicas globales para explotar y apropiarse de sus inmensas riquezas.
Con el 15% de la población mundial del planeta, África tan solo representa el 3% de la economía mundial, sin embargo sorprende que más de 20 países africanos crecerán, a un ritmo del 5% (The Economist Intelligence Unit). Ahora bien, debemos ir con prudencia en estas cifras de crecimiento, por la falta de datos sectoriales, que si bien crecen, no están formalizados, lo que no permite sis¬tematizar datos de una manera rigurosa.
• El índice de democracia, elaborado por el Economist Intelligence Unit, sitúa de los 54 Estados africanos, 35 por delante de China, igual ocurre en el índice de transparencia, 35 Estados africanos están por delante de Rusia en transparencia.
¿Por qué los males que acechan durante siglos y a cuya resolución la comunidad internacional ha destinado ingentes recursos económicos a lo largo de la historia, «no terminan» de solucionarse?
¿No sería más esclarecedor, analizar la riqueza que genera la pobreza de África? Sin situaciones gemelas en ningún otro gran territorio de la tierra con la que poder comparar la realidad de este continente, ¿no sería mejor hablar de África en plural para hacer justicia a su diversidad única? Hay países que se asemejan, procesos de transición que comparten ins-trumentos y circunstancias; sin embargo, con África no encontraremos semejanzas para buscar otras aproximaciones que nos ayuden a arrojar luz acerca del mejor camino que debe seguir la cooperación internacional en el continente africano.
A menudo, nos acercamos a África con una «idea contaminante de victi¬mización», lo que no ha ayudado a su progreso social y económico. África siempre ha encabezado las estadísticas de las mayores crisis humanita¬rias: hambre, enfermedades, los dramas de la mujer, de los desplazados, de la infancia, los desastres provocados por el cambio climático y la hue¬lla ecológica que cada día desertiza más el continente.
Y ahora ha sucedido algo, que hace algunos años no podíamos afirmar, y es un nuevo y desgarrador dato: África encabeza también las estadísti¬cas más alarmantes en términos de amenazas terroristas y atentados. El terrorismo yihadista-salafista ha encontrado en este continente un lugar propicio para extenderse. Para comprender el porqué hay que acudir en primer lugar al estudio de los orígenes del yihadismo, sin olvidar poner de manifiesto la situación política y económica por la que atraviesan cada uno de los países.
La vinculación de la religión con el extremismo religioso en África sub¬sahariana, y la del extremismo religioso con la violencia y la inseguridad constituye el núcleo de la reflexión sobre la religión en el contexto africa¬no de seguridad. Grupos armados con intereses militares y políticos ma¬nipulan a la población, incitándola hacia el odio y la violencia, utilizando para ello diferencias religiosas que incluso se han dado en escenarios en los que esas comunidades han vivido en paz, compartiendo una misma ciudadanía. Actualmente las dos religiones mayoritarias en el continente africano son la musulmana con 500 millones de musulmanes y la comu¬nidad cristiana con 400 (Embajador Álvaro Albacete, capítulo 2 pág. X).
Los tres principales núcleos terroristas de África son: Boko Haram (ni¬geriano), Al-Shabab (somalí) y Al Qaeda del Magreb (islámico). Los diver¬sos ejemplos de terrorismo que se dan en África son una realidad de la gravedad de la amenaza terrorista en el continente. Sus consecuencias van más allá del riesgo desestabilizador que el terrorismo supone a nivel local y regional: el gran problema actual es valorar de qué manera estos grupos repercuten de forma directa en la seguridad internacional (Carlos Echevarría, capítulo 3 pág. X). En los últimos años hemos visto cómo se ha producido un proceso de radicalización ideológica en muchos jóvenes del continente africano. Hay diferentes acercamientos a esta problemática. El comportamiento violento no solo se ha dado dentro de los grupos te¬rroristas, sino también como una actitud de rebeldía individual ante los problemas que sufren los jóvenes en el continente.
La expansión de DAESH en el norte de África hace urgente que cualquier acción de cooperación por parte de organismos internacionales preste especial atención al papel que el diálogo interreligioso debe jugar en la lucha contra el extremismo violento (CVE). Necesariamente debemos realizar un acercamiento a esta problemática a través de varios meca¬nismos. Uno de ellos debe ser el uso de las campañas de sensibilización social dirigidas a la población en relación a este problema creciente. Otro tipo de acción conformaría las intervenciones que permitan un estudio de la realidad socioeconómica de estos jóvenes y, por último, fortalecer las capacidades en materia de diálogo interreligioso en la lucha con¬tra el terrorismo dirigido a autoridades gubernamentales así como no gubernamentales.
Con esto se pretende trabajar de una forma más adecuada en los am¬bientes donde se produce la captación de potenciales terroristas, donde el ambiente de radicalización y extremismo es muy elevado. Este mensa¬je de prevención llegaría a las familias y al entorno social en el cual viven. Se podrían crear nuevas dinámicas en las comunidades y/o en los jóve-nes vulnerables para que se alejen de los procesos de radicalización y el extremismo violento. Uno de los elementos que más favorece esta cir¬cunstancia es la falta de liderazgo y el vacío político que existe en algunas zonas de África, lo que permite que los líderes religiosos sean auténticos creadores de opinión. Es bien conocido que Abu Bakr al Baghdadi, líder espiritual de DAESH a través de sus mensajes difundidos en la red, tiene un gran impacto social y capacidad de unir adeptos a su causa. Lo que se pretende crear con el diálogo interreligioso en la lucha contra el extre¬mismo violento es que no solamente sean las voces de estos extremistas las que escuchen los jóvenes, sino que se creen medios e instrumentos para que las poblaciones tengan acceso a un discurso religioso alejado de la violencia que fomente valores pacíficos y de convivencia.
No debemos olvidar que lo que generó una serie de conflictos y proble¬mas a la larga importantes para África fue la creación de las fronteras artificiales que se trazaron –en ausencia de dignatarios africanos– hace 130 años en la Conferencia de Berlín. Se dividieron tribus, clanes de la misma etnia y también poblaciones. Una peculiaridad de este continente es que todas las batallas han sido internas: ninguno de sus países se ha visto envuelto en un conflicto internacional. Toda frontera es artificial pero en este caso el artificio no fue obra de sus protagonistas, sino de otros actores ajenos que siguieron un criterio de reparto de intereses (Embajador Ramón Gil Casares, capítulo 1 pág X).
La Unión Africana considera que no hay que modificar fronteras, sino que hay que trabajar y apoyar la consolidación de los Estados como forma de control de las mismas. Lo que demuestran estos conflictos es que África no solo tiene un problema geográfico, sino que también existe una lucha, a menudo delictiva, por las materias primas y por el poder eco-nómico cada día más importante, que en algunas zonas fue potenciado por el reparto geográfico. La comunidad internacional y Naciones Unidas tienen una responsabilidad para ayudar a resolver muchos de estos con¬flictos. Sin embargo, para solucionar estos conflictos hay que acudir a las causas y, a veces, esto no es rentable. Para llevar a cabo procesos de desarrollo eficaces en estos países, hay primero que crear una concien¬cia nacional, democratizar gobiernos y fortalecer las instituciones y a la sociedad civil. Deslegitimados de fuera y de dentro, son los auténticos poderes decisorios en África.
Por otro lado, los países africanos se enfrentan con numerosas dificul¬tades para celebrar elecciones democráticas. Los procesos electorales son vitales para la consolidación democrática en el continente y para contribuir al fortalecimiento de la seguridad civil, la promoción, la conso¬lidación de las instituciones democráticas, el desarrollo de los partidos políticos y de los medios de comunicación, el fortalecimiento del Estado de derecho y la aplicación de las leyes nacionales (Aldara Collet, capítulo X, pág. X). Es indispensable seguir aunando esfuerzos en este sentido, ya que son estos procesos los que generan más oportunidades de diálogo garantizando la disminución de los conflictos.
La democracia en África no es un asunto cuestionable. Con independen¬cia de las grandes diferencias que existen entre los distintos países del continente, serán finalmente los propios países los que caminen hacia su modelo de democracia. La historia nos ha demostrado que desde su colo¬nización hasta hoy, la falta de valores éticos mínimos, la despreocupación por el futuro y la nula planificación en los procesos de explotación del continente, cuyas consecuencias directas/inmediatas son la inexistencia de industrias transformadoras y de innovación, que mientras en el resto del mundo han disfrutado de sus resultado/consecuencias indirectas; la creación de riquezas y de oportunidades, mientas en África no han tenido el impacto que corresponde a su riqueza, a sus recursos y a sus posibili-dades de generación de actividad. Conflicto e infancia Hoy en día, en los más de 21 conflictos en activo y las cerca de 60 si-tuaciones de alta tensión, se comenten brutalidades contra niños, que son utilizados cruelmente para alcanzar objetivos fijados por adultos. Se calcula que desde 1990 más de 2 millones de niños han muerto en situa-ciones de conflicto armado y otros 6 millones han quedado discapacita-dos de por vida y más de 250.000 siguen siendo explotados como niños soldados. En un porcentaje cada vez mayor los niños y las mujeres se convierten en víctimas de la guerra. Miles de niñas son violadas o sometidas a otra for-ma de explotación y violencia sexual al igual que los secuestros de niños y niñas cada vez van más en aumento. Según Naciones Unidas los luga-res como escuelas y hospitales se convierten en uno de los principales objetivos de los ataques de los grupos armados. En muchos casos los or-ganismos internacionales niegan el acceso a los territorios bajo su con-trol lo que produce consecuencias devastadoras para la población civil. El ultimátum de la migración Los movimientos de población están en el origen del hambre. África vive en una lucha por la supervivencia y adaptación a la naturaleza. Hoy la migra-ción en África tiene causas crueles e inhumanas, básicamente porque los africanos migran para no morir. Muchos lo hacen del medio rural al urbano para conseguir alguna oportunidad, otros por sequías, guerras, el extermi-nio producido por la expulsión de gobiernos y, o, guerrillas, o simplemente traficantes asesinos para conseguir el «coltan de la muerte» (Congo), Los movimientos migratorios provocados por desastres y desplazamien-tos forzosos por fenómenos de una naturaleza cambiante, han devastado importantes extensiones de suelo fértil, donde los cultivos autóctonos y no autóctonos son inviables. Auténticos espacios para la vida y el disfrute de la naturaleza, son hoy espacios no aptos para la vida humana. Pero, ¿qué decir cuando es la acción del hambre, lo que provoca los mo-vimientos forzosos de sus semejantes?, ¿cómo analizar la huida inespe-rada provocada por misiles, matanzas y muerte producidas por «deslegi-timados asesinos», gubernamentales o no, que arrojan familias enteras del que es su hogar? Los estudiosos de las migraciones, defienden las de África como horizontales, entre países vecinos, como podrían ser, si huyen de una matanza segura. Pero aquí quiero tratar, no la definición conceptual y las estadísticas (se aporta abundante bibliografía), sino del «olvido». No hay posturas proactivas suficientes para que sea visto como un ultimátum, y lo es, no hay tiempo para acometer una solución de vida para los desplazados forzosos. Las necesidades vitales no se han tra¬tado, a pesar de que muchos países tengan claras su postura ante este fenómeno.
En África se han generado muchos desplazamientos internos, algunos ejemplos los tenemos tras las guerras de Angola y Mozambique y en paí¬ses como Malawi en el que la recepción de desplazados internos empo¬breció tanto la población que provocó desplazamientos entre su propia población. También en Zimbawe al igual que en el antiguo Zaire (Repúbli¬ca Democrática de Congo), su sangrienta guerra civil ocasionó importan¬tes movimientos de población. La única forma de salir de esta crisis que azota el continente y que ha forzado más desplazados medioambientales a día de hoy, que desplazados por conflictos bélicos (en 2035 cerca de 100 millones de personas en el mundo serán desplazados medioambien¬tales, de los cuales más de 50 millones son africanos), es que el resto de los países comiencen a realizar acciones concretas para mejorar la calidad de vida de los desplazados, protegiendo sus derechos y creando planes de ayudas para ellos.
La realidad africana como hemos expuesto a lo largo de este exhausti¬vo trabajo es muy rica y diversa, algunos países están inmersos en pro¬fundos cambios políticos y sociales siendo un modelo a seguir por otros países del propio continente con los que se encuentran más identificados que los modelos europeos o asiáticos, convirtiéndose en un auténtico referente.

CESEDEN. ESCUELA DE ALTOS ESTUDIOS DE LA DEFENSA. Monografía 144. ÁFRICA

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