FORO PARA LA PAZ EN EL MEDITERRÁNEO

Rojo oscuro, por Joaquín Luis Ramírez

 

Joaquín L. Ramírez, Senador por Málaga

Joaquín L. Ramírez, Senador por Málaga

Algunos asuntos, aun siendo muy desagradables, requieren de nuestra inevitable atención. De entre tanto que se puede ver, circulan por las redes vídeos de Daesh en los que, como si se tratara de un matadero animal, se degüellan personas sin cesar. Acusados de espiar para Norteamérica, más de una veintena de jóvenes de entre veinte y treinta años, árabes y occidentales, ataviados con un mono de color naranja, con las manos atadas a la espalda y descalzos, son apilados en un rincón de un oscuro local cerrado, una nave o almacén. El asesino, matarife, de turno agarra uno por uno a las víctimas por la cabeza, las tira al suelo boca abajo sobre una rejilla metálica dispuesta como una alcantarilla para recoger la sangre y con un cuchillo afilado de mediano tamaño les corta el cuello con fuerza y sin más miramiento, en un ejercicio maquinal decidido y canalla. Las imágenes son de una violencia incomparable, pues, tras ver desangrarse en medio de pataleos y convulsiones al pobre prisionero, se toma a otro y otro y otro. Un festival de sangre y muerte que se hace interminable, mientras el horrorizado y ocasional o casi involuntario espectador siente asco, pena, horror y verdadero pánico. No son imágenes que suelan facilitarse por los medios de comunicación, se entiende que ello sería hacer el juego de alguna manera a estos criminales. Sin embargo, todos debiéramos ser conscientes de estos acontecimientos de un modo mucho más cercano a la realidad.

Cuando se ha visionado un hecho como el descrito casi no hay palabras o, al menos, tardan en fluir. La indignación más profunda mezcla su agrio sabor con otras muchas sensaciones cuyo material lenguaje pugna por salir de una garganta verdaderamente atorada de vocablos torpes y expresiones temblorosas y muy insuficientes. La indiscutible y gravísima amenaza que constituye la existencia de este importante y masivo grupo terrorista es uno de los más terribles y grandes retos que el mundo tiene ante sí en estos momentos.

Mientras seguimos pensando qué hacer con este autodenominado Califato o Estado Islámico, al menos de un modo resuelto y definitivo, se van a seguir produciendo muchos más asesinatos y se seguirá vertiendo más y más sangre. No debiéramos dormir tranquilos, el mundo es pequeño. Hay muchos modos de evadirse, desde los que deciden ignorar lo que ocurre hasta los que dicen tener recetas dialogantes o pactistas. Afrontar con responsabilidad una situación como ésta pasa por combatirla hasta el final con toda la inteligencia y también con toda la fuerza.

En directa relación con todo ello, los miles de refugiados que se mantienen concentrados a las puertas de esta vieja Europa, más allá de la discusión acerca de ser acogidos por cuotas o del modo que sea y cuándo sea, ha de quedar fuera de toda duda que no deben pasar más penalidades que puedan evitarse. En tanto se toman decisiones -largo está siendo este plazo-, organizar una alta institución de forma eficaz y decidida para abastecer a este inmenso grupo de la mínima infraestructura material necesaria es esencial y prioritario. El temporal y provisional espacio para vivir bajo un techo con garantías no puede albergar dudas, ello ni la alimentación ni la ropa. La atención médica necesaria y la manutención deben estar garantizadas de un modo óptimo, en ello todos debemos estar de acuerdo. Este esfuerzo está al alcance de los países a cuya puerta han venido a llamar estos transeúntes del terrorismo y la guerra y es obligación del mundo civilizado estar a la altura. Es seguro que nadie que se detenga a pensarlo tiene sobre ello ningún tipo de objeción, por ello es vital que podamos de una vez disipar cualquier interrogante. De hecho, la ola de frío siberiano de estos días es una auténtica prueba ante la que cualquier cicatería o titubeo puede causar males irreparables y nadie quiere que esto pueda ocurrir.

De algún modo, miles de años después, el mundo siempre está convulso aquí o allá y en mayor o menor medida. La búsqueda incesante de la paz y la tolerancia tiene delante de sí un muy largo trecho, hay que seguir recorriéndolo decididamente para poder llegar alguna vez cerca del final.

Diario SUR 15.01.2017 Por ahora

This entry was posted in Uncategorized. Bookmark the permalink.

Comments are closed.