Carlos Álvarez, uno de los cantantes más emblemáticos de la lírica internacional, ha sido investido hoy como doctor honoris causa por la Universidad de Málaga en un acto celebrado en el Paraninfo, en el que ha actuado como madrina la profesora de Ciencias Históricas María José de la Torre.

El homenajeado ha tomado los elementos que le acreditan con tal honor -el título, la medalla, el birrete, los guantes, el Libro de la Ciencia y el anillo- de manos del rector, José Ángel Narváez. Han asistido a la investidura representantes institucionales, del mundo de la academia, la cultura y de la sociedad malagueña.

Como nota novedosa en esta ceremonia protocolaria, el barítono malagueño ha recibido  un birrete especial, con los colores de dos facultades: el azul de la de Filosofía y Letras (centro que propuso en primer lugar su nombramiento) y el amarillo de la de Medicina, carrera que estudió en Málaga hasta el cuarto curso. Otra novedad ha surgido cuando, tras terminar las intervenciones, Álvarez se ha unido al coro de la UMA y al quinteto de cuerda de la Orquesta de Málaga Camerata para entonar el himno universitario, el ‘Gaudeamus Igitur’, ante un asombrado y agradecido público.

Ha hecho honor así a los sentimientos que, según ha confesado, le han provocado su distinción como ‘Honoris Causa’. Siguiendo la etimología de la figura, la primera palabra, ‘Honoris-honor’, es muy conocida por él tras las innumerables óperas que ha escenificado en los más importantes escenarios del mundo. Un ‘imperativo moral’, según ha afirmado en su discurso. La segunda palabra, ‘Causa’, también le es familiar por la búsqueda incansable del sentido del arte en la sociedad y la voluntad de servicio de las artes escénicas.

En su alocución, plagada de fragmentos de ópera –fundamentalmente de Verdi, del que es un especialista mundialmente reconocido-, y bajo el título ‘El honor como causa dramatúrgica en la ópera’-, Álvarez ha aceptado su nombramiento “como un reconocimiento a la música como el producto más genuinamente humano de esta civilización y, por ende, cultural”.

Personajes
El barítono ha buscado en los personajes y en los libretos de las obras que ha representado a lo largo de sus casi 30 años de carrera la razón de sus argumentos en esta ceremonia universitaria. La moral, en boca de Giacomo, el padre de ‘Giovanna D’Arco’. La honra, en Miller, el padre de ‘Luisa Miller’. La confrontación por el poder, en palabras del sumo sacerdote de Dagon en ‘Samson et Dalila’. El compromiso, en ‘Don Carlo’, de Giuseppe Verdi’, o la elección del futuro, como ‘La Forza del Destino’, también de Verdi.

“A diferencia de mis personajes, a los que he aprendido a no juzgar porque sería entonces difícil justificar éticamente sus acciones, he intentado comportarme, aunque con fallos, de modo honesto en mi vida, en mis estudios y en mi profesión. La ética profesional me acompaña desde que cursé estudios en esta universidad, llegando a una especie de mezcla deontológica basada en el juramento hipocrático”, ha afirmado.

En la Universidad de Málaga cursó tres años de Medicina y se quedó en el cuarto, cuando le fue imposible compatibilizar estos estudios con su definitiva profesión: la música vocal.

Ha concluido su discurso con un compromiso: “Me encuentro en la disposición y en la obligación de continuar con mi actividad, de compartir mi experiencia, ya sea involucrándome en los ámbitos sociales que puedan utilizarla apropiadamente o, y aquí está mi propuesta a la Universidad que me acoge, en forma de un ‘magisterio’ artístico-vital para el que me siento preparado”.

Toda una vida
Carlos Álvarez Rodríguez nació en Málaga en 1966. De niño compatibilizó su pasión por el deporte con la  de la música, por lo que empezó a formar parte de la Escolanía de Gibraljaire y la Coral Santa María de la Victoria. Fue uno de los miembros fundadores de la coral Carmina Nova y del Coro de Ópera de Málaga. Compatibilizó estudios en el Conservatorio Superior de Música y en la Facultad de Medicina, que abandonó para dedicarse por completo al canto.

Desde su debut, en 1989 en el Teatro Cervantes de Málaga hasta su penúltima actuación –hace unos días- en la Wiener Staatsoper –el teatro de la Ópera de Viena-, Álvarez ha conseguido ser un intérprete habitual y unánimemente aplaudido en los templos operísticos del mundo: desde el Metropolitan de Nueva York a la Scala de Milan, pasando por el Teatro Real de Madrid, la Royal Opera House de londeres, el Teatro Colón de Buenos Aires, L’Opera Bastille de París o el National Theatre de Tokio.

Artista mundial
Tal y como ha relatado su madrina, la profesora de Ciencias Históricas María José de la Torre, el nuevo honoris causa ha trabajado con grandes artistas y profesionales de las artes musicales y escénicas, entre ellos Plácido Domingo, Leo Nucci, Montserrat Caballé, Zubi Mehta, Lorin Maazel, Sir Colin Davis, Gustavo Dudamel, Maurizio Benini, Seiji Ozawa, Emilio Sagi, Werner Herzog, Carlos Plaza, Gerardo Vera, Lluis Pascual o Carlos Saura.

Carlos Álvarez es un especialista mundialmente reconocido en el repertorio verdiano. Domina todas las grandes óperas de Giuseppe Verdi (La Traviata, Otello, Macbeth, Don Carlo, Rigoletto y Falstaff). Por esta última recibió en 2006 el Grammy a la mejor grabación de ópera en directo. También son elogiadas sus interpretaciones de Mozart, Giordano, Donizetti y Puccini.

De la Torre ha justificado el ingreso de Carlos Álvarez en el Claustro de la Universidad de Málaga en que sus méritos, actitudes y valores no son ajenos a los que se consideran ideales en un investigador y docente universitario. “Quiere premiarse, en primer lugar, a un artista de enorme talla y prestigio. Carlos Álvarez es uno de los cantantes más emblemáticos de la lírica internacional. Un barítono de timbre robusto, intenso, y a la vez, refinado y aterciopelado. Un cantante de gran talento, con una singular capacidad para emocionar al público, porque a sus excepcionales cualidades vocales une su cuidado trabajo actoral, en el que destaca su expresividad y su perfecto dominio del movimiento escénico. Es, en suma, un intérprete que satisface a la perfección las enormes exigencias que, como obra de arte total, plantea el espectáculo operístico”.

Su nombramiento se une a otras distinciones recibidas, entre ellas la de Académico de Honor de la Academia de Bellas Artes de San Telmo, Hijo Predilecto dela provincia de Málaga, Medalla de Andalucía, Medalla al Mérito en las Bellas Artes, Premio Nacional de Música y dos premios Grammy.



La vinculación de la Música a otras ciencias de la Universidad ha sido recogida en el discurso del rector, José Ángel  Narváez, para quien la música es un lenguaje universal que no conoce barreras. Pero también es otra cosa: para los pitagóricos, está en las matemáticas, en la filosofía, en la dialéctica y en la suprema sabiduría. Platón la concebía dentro de su ideal educativo.

“La música educa y forma; es cultura y conocimiento. Por eso es necesario que la música esté en la formación universitaria”, ha afirmado el rector, para quien “la formación musical en la universidad es una necesidad que no se puede ni se debe demorar”.

Discurso de Carlos Álvarez
Laudatio de la madrina
Discurso del rector