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Remedios ÁVILA
Identidad y tragedia. Nietzsche y la fragmentación del sujeto
Barcelona: Crítica, 1999.
318 págs.

 

RESEÑA

Estamos ante uno de esos libros que hay queleer para tomar conciencia de los problemas de nuestro tiempo. Laautora ha preferido abordar estos problemas de la mano deNietzsche, testigo de cargo del siglo que hemos dejado, y posibleguía del nuevo siglo que hemos comenzado. Por eso, RemediosAvila señala ya desde el principio que este libro no es un librosobre Nietzsche, sino un libro de reflexión sobre nuestrotiempo, que utiliza a Nietzsche como a un compañero privilegiadopara dilucidar los problemas que vivimos y buscar nuestra propiaidentidad. Definir las señas de identidad, será lo que nospermita llegar a saber lo que somos, y esta, precisamente, es latarea de la filosofía y del pensamiento en una época que sepuede calificar de "desasosiego", de incertidumbre, deinquietud y de intranquilidad. Pero para dar una respuestaadecuada a los problemas e interrogantes que nos plantea nuestraépoca es necesario identificar aquellos elementos que son lacausa de ese malestar; sólo así podremos superar la fragmentaciónen la que se encuentra sumido el sujeto y la pérdida de nuestrapropia identidad. No estamos, por lo tanto, ante un libropesimista, sino todo lo contrario. La situación de "orfandad"de nuestro tiempo nos plantea el reto de evitar a toda costa queel barco se hunda, de "impedir que el mundo se deshaga",como decía Albert Camus. Por eso la aventura del pensamiento enuna época como la nuestra consistiría en la difícil tarea derenunciar a lo absoluto, pero no renunciar a la verdad; afrontarla crisis del sujeto sustancial, pero evitar su disolución, endefinitiva, no resignarse a la pérdida de identidad. Y esto es,en realidad, lo que hace de nuestra época una época trágica,porque quiere aspirar a la identidad desde una situación defragmentación en la que vive el sujeto. ¿Y por qué recurrir ala ayuda de Nietzsche en esta búsqueda y en esta lucha porconquistar nuestra identidad? ¿No parece un contrasentido buscarrespuestas en un pensador tan iconoclasta para quien el sujeto noes más que una ficción? La autora, que a lo largo de sutrayectoria intelectual, desde su primera obra, La redencióndel azar, hasta esta que reseñamos, ha fraguado supensamiento bajo la larga sombra del pensamiento de Nietzsche. Yen este libro, una vez más, sigue siendo su interlocutor.

La obra tiene una estructura homogénea ypiramidal cuyo punto central es el problema de la fragmentacióndel sujeto y la búsqueda de la identidad. Pero para enmarcar elproblema, y siguiendo paso a paso el desarrollo del pensamientode Nietzsche, comienza la primera parte (pp. 21-136), deuna manera clara y precisa, analizando la herencia de laIlustración, el Romanticismo y la Hermenéutica. Primero tratade demostrar cómo el espíritu ilustrado y kantiano se hacenpresentes en los escritos de juventud del joven Nietzsche, queasume la Ilustración como un programa de acción y una forma devivir, denunciado aquellas ideas que se oponen al "espíritulibre". Ser libre significa llegar a serlo por sí mismo. Ensegundo lugar, la huella del Romanticismo se deja sentirfuertemente en Nietzsche. El romántico frente a la experienciainterior y la subjetividad de la intuición devalúa laimportancia de la validez del conocimiento, pues siempre hay algooscuro que intuimos porque forma parte de nuestra identidad másintima. También aporta una nueva idea del yo que no seidentifica con la racionalidad transparente de la conciencia. Yaunque Nietzsche pretende ir más allá del romanticismo, sinembargo algunos de los elementos que constituyen partesfundamentales de su pensamiento tienen aquí su origen. Porejemplo, el papel que concede al arte, como la actividadpropiamente metafísica del hombre; y, el otro elemento, la formaen que concibe el conocimiento, es decir, conocer no es ya "explicar"sino "interpretar", con lo cual la verdad quedareducida a mera interpretación. Pero el filósofo no sólointerpreta sino que crea valores. Por último, mediante el rótulode hermenéutica aborda la autora en esta primera parte las señasde identidad de la "filosofía de la Sospecha". Lacontribución de Mar, Freud y Nietzsche a la hermenéutica actualse considera de gran importancia, pues gracias a ellos lanaturaleza especial de la relación entre signo e interpretaciónadquiere nuevos derroteros. En este contexto plantea la autorauno de los problemas que considero clave a la hora de enujuiciarla radicalidad de un pensador como Nietzsche: el problema de la circulatio,que se fundamenta en una ontología de la finitud, y quederiva hacia un pluralismo y escepticismo relativista típico dela modernidad, ...

La segunda parte (pp. 137-186), bajo elrótulo de La búsqueda de la salud, tiene una funcióntransitoria, en la que se quiere dar respuesta a una serie decuestiones tales como: ¿en qué consiste la enfermedad quedenuncia Nietzsche? ¿Cuál es la Salud que reivindica? Comoestado intermedio entre enfermedad y salud está la convalecencia.La enfermedad de la que se convalece es la metafísica, lacreencia en el mundo de los ideales. La alternativa que Nietzschepropone es una "metafísica de la salud" que trata dedescribir los síntomas, elaborar un diagnostico y recomendar unaterapia. Zaratustra diagnosticó la enfermedad: la decadencia. Eltratamiento que propone: la transvaloración.

La tercera y la cuarta parte (pp. 187-310)abordan el tema central de la obra: la fragmentación delsujeto y el problema del sentido. Creo que uno de losaciertos de Remedios Avila es haber interpretado el problemadesde el concepto de "voluntad de poder". Aquí estála clave para comprender la tarea deconstructiva de las categoríasconceptuales de la metafísica y para entender la visiónpluridimensional del sujeto en su sentido positivo. Con granclaridad plantea el problema desde los dos puntos de vista en losque se sitúa Nietzsche: el cuerpo, como campo de fuerzas e hiloconductor, y la vida como voluntad de dominara, de poder. Creoque en este contexto se tenía que haber puesto un poco más deénfasis en el problema del perspectivismo, puesto que esla alternativa de Nietzsche tanto al subjetivismo como alobjetivismo. Es cierto que el planteamiento nietzscheano generaun individualismo que plantea serios problemas en el terrenosocial, político y en el de la comunicación, es decir, en elreconocimiento del otro. Dentro de los caminos de identidadque plantea la obra creo que merece la pena destacar el aciertode haber triado a colación el tema del arte. Ciertamente, paraNietzsche el arte es un comodín mediante el cual trata de darrespuesta a aquellos problemas que no parecen encontrar unasolución adecuada en el plano estricto de la metafísica. Larelación de la vida con el arte, en general, y con la obra de unindividuo, en particular, constituye una alternativa productivaal problema del sujeto. Esa misma relación es ejemplificadaparticularmente en Ecce Homo entre la vida del autor y suobra, es decir cómo el propio Nietzsche trató de modelar artísticamentesu existencia, darle forma y embellecerla. Sin embargo, para laautora el problema se desplaza a la tensión entre la crítica dela subjetividad moderna y la afirmación de la individualidad.Nietzsche rechaza la identidad entendida sobre la base de unsujeto sustancial, pero reconoce el valor del que es capaz dedarse a sí mismo su propia ley, y este es para él el individuo.Ahora bien, desde un posición crítica el problema que genera elperspectivismo individualista es el relativismo. Aquí estal vez donde Remedios Avila es más crítica con la posiciónnietzscheana. La solución que plantea se puede resumir en lasiguiente propuesta, o salida, para obviar un discursorelativista: buscar un "principio de objetividad" comoalgo "absolutamente necesario" que nos permita,partiendo del relativismo, superarlo, y apuntar a una auténticacomunidad humana (cf. p. 286). Creo que es necesario, en estecontexto, matizar el significado del relativismo en Nietzsche. Nose puede hablar de un relativismo radical, en el sentido de que"todo vale", lo cual ciertamente nos conduciría alsilencio y a la incomunicación. Pero el relativismo en Nietzsche,tal y como yo lo entiendo, es un relativismo pragmatista,fundado en un perspectivismo pragmático en el que la referenciaa la vida como valor supremo y como "voluntad de poder"constituye ese fondo común que evita la pura arbitrariedad y nosabre a la tolerancia. Para Nietzsche la comunicación es unanecesidad vital, puesto que el lenguaje conceptual es unanecesidad biológica para establecer la relación con el otro.

Estamos, pues, ante un libro denso, profundo,en el que se establece sin concesiones un diálogo abierto, perocrítico, con Nietzsche. Discute su actualidad, matiza la validezde sus remedios y diagnósticos, sopesa la coherencia de sussoluciones, y valora la vigencia de su filosofía para el nuevomilenio que se nos avecina. La originalidad de esta obra, porotra parte, radica también en el diálogo fructífero queRemedios Ávila ha realizado con otros pensadores para abordarlos problemas desde otros puntos de vista, y así contrastar lasdiversas respuestas a los problemas planteados. Leyendo el libroa veces uno se siente como participando en una mesa redonda en laque se discute sobre los problemas y se pone en práctica aquelpostulado hermenéutico gadameriano de reconstruir las preguntaspara las que los textos son una respuesta. En este sentido, larespuesta o propuesta final de la obra es también coherente: lautopía y la tragedia serán dos referencias imprescindiblesdesde la prognosis de Nietzsche para combatir el nihilismo queavanza a pasos agigantados en el umbral del siglo veintiuno.

Luis E. de Santiago Guervós