Tomás luis de Victoria

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El siguiente texto está tomado del libro de Miguel Querol, "Transcripción e interpretación de la Polifonía Española de los siglos XV y XVI", páginas de la 165 a la 169.

Consejos y orientaciones

1. Regla de oro para la interpretación de la polifonía

Lo más difícil o, por lo menos, una de las cosas más difíciles en la interpretación de la polifonía es saber cuándo uno ha de cantar piano, medio fuerte o fuerte. Para ello existe una especie de ley natural de la melodía que si se tiene en cuenta, creo que ayudará muchísimo en este punto de la interpretación.

La melodía es un organismo vivo que nace, crece, decrece y muere. Por consiguiente, en la interpretación de la polifonía, que es un conjunto de líneas melódicas, debería seguirse la trayectoria de la curva ascendente, el punto culminante o climax de la vida de la melodía y la caída o descenso de la curva melódica.

regulador

O sea, que una melodía polifónica consta de una gran arsis, un momento álgido en la cúspide o cumbre y una gran tesis. Así pues, en principio, los fuertes y pianos en la polifonía vienen preparados con toda naturalidad por el mismo desarrollo de la melodía. Si cada voz en su propia línea melódica cumpliese esta regla, el 75 por 100 de la belleza de la interpretación quedaría asegurado, porque entonces se pondría en relieve la vida individual de cada voz en el momento preciso, pasando luego a segundo término para que otra voz resalte también en el momento debido. Empezar súbitamente una frase en f (fuerte) o p (piano) y mucho más empezarla en ff o pp es un efecto propio de la música barroca, cantando (o sonando el órgano) en contraste de f-p o de voz natural y falsete o eco. Tal sucede por ejemplo en el "Ave Maria" de Victoria, siendo ésta una de las razones por las que hoy día algunos musicólogos ponen en tela de juicio que dicha Ave María sea original del compositor de Avila. En la polifonía clásica, frases súbitamente fuertes, o sea, frases empezando con un súbito f o ff, solamente podrían ser algunas exclamaciones, como la del motete "O bone Jesu" de J. Anchieta cuando canta las palabras O Mesias. Pero un pp súbito en polifonía clásica sería muy difícil de justificarlo.

2. Consejos para conciertos y grabaciones

Cuando un concierto está dedicado a dar a conocer a uno o más autores, cuya producción es todavía poco o nada conocida, y sobre todo, si las piezas tienen que ponerse en un disco, el director debe elegir cuidadosamente las obras más representativas de las características peculiares de los compositores en cuestión. Sucede no pocas veces que a uno le piden preparar un disco de música española antigua y por razones de comodidad, de tiempo o de economía se echa mano de lo que uno tiene más a mano, resultando con frecuencia una gran contradicción entre lo que se dice en el comentario del disco y lo que luego escucha el oyente, pues mientras en el comentario se dice que el estilo de tal compositor tiene tal y tal característica, después, lo que suena, no manifiesta ninguna de aquellas cualidades observadas. Así, pues, recomiendo que el comentarista de un disco no escriba nunca acerca del autor de una obra, sin haber escuchado esta, para que no les suceda lo que a mí: me pidió una vez una famosa productora internacional de discos que escribiese un comentario para un disco de polifonía religiosa española del siglo XVI. Entre los autores figuraba Cristóbal de Morales. Hablé naturalmente en el comentario del estilo patético de Morales, como una de las características más sobresalientes de su personalidad. Pero cuando apareció el disco me encontré que la obra que figuraba del famoso compositor sevillano era un "puer natus est" a tres voces, de una alegría tan luminosa y serena que podría haber llevado perfectamente la firma de Palestrina.

3. Cantar con vida

Lo cual nada tiene que ver con cantar lenta o rápidamente, ni tampoco con el cantar fuerte o piano. El arte es la intensificación sublimada de la vida a través de la forma bella. Nada más antiartístico que una interpretación muerta. Y a este respecto hay que decir que las corales españolas no saben cantar polifonía con alegría ni la religiosa ni la profana, que siempre suena a religiosa, sobre todo cuando no se entiende el texto, que es lo más frecuente. Basta ver en los conciertos y quizás más aún en la TV la cara de atribulados que ponen los cantores. Es francamente curioso y paradógico ver un coro de niños cantando villancicos de Navidad con una expresión y con un color de voz tan gris y a tan poco vibrante de alegría que dan la sensación de que ven en su director, más que a un animador o conductor que les comunique alegría, a un domador con el látigo, espiando las menores distracciones para castigarles, Nada diferente es la expresión del rostro de los cantores adultos, sobre todo femeninos. A mí me dan la impresión de un coro de patibularios.

Lo que acabo de decir es más importante de lo que puede parecer simple anécdota. Es tan cierto que un sacerdote amigo mío, que ya ha cumplido los 72 años, y que es un gran compositor, hablando de un cuarteto español de madrigalistas, que inexplicablemente ha dado muchos conciertos en Europa y América, les llama a sus componentes "los lacrimógenos". Que este juicio lo hubiese emitido un joven revolucionario no tendría nada de particular, pero el hecho de que sea el juicio de un sacerdote viejo, pero buen músico y muy entendido en la polifonía, es señal de que el defecto apuntado es tremendamente notorio y real y sensible para los músicos y artistas de verdad.

4. Mirar si la pieza es del siglo XV o del XVI

Porque la estética interpretativa será muy diferente según la época a que pertenezca. No se puede cantar de la misma manera, ni con el mismo espíritu, un villancico del Cancionero de Palacio que un madrigal del siglo XVI. Mientras uno canta amores cortesanos artificiosos, el otro canta pasiones humanas auténticas y trabaja siempre, por así decirlo, con mar de fondo. El contenido de los villancicos del XV, todo lo graciosos y bonitos que se quiera, revela un fondo intrascendente, por lo cual se prestan más a ser interpretados por una agrupación coral más o menos numerosa. En cambio los madrigales, y aún los villancicos del estilo de los que trae el Cancionero de Medinaceli, tienen gran densidad psicológica y profundo sentimiento, por lo cual se prestan más a las fuertes individualidades de la música vocal de cámara.

5. Dar la debida importancia a las consonantes

Cuando se ensaya para un concierto es rarísimo que un director se preocupe si se entiende el texto y el resultado es que, cuando se da el concierto, el público no entiende la letra. Esto es tan notorio que a mí mismo me ha sucedio no entender, en conciertos, las palabras de textos que hace años me sé de memoria. Por otra parte, en las grabaciones de discos, los técnicos solamente se preocupan de poner sordina a las consonantes sibilantes, pero nadie se preocupa de la perfecta dicción de todas las demás consonantes. Reconozcamos que todos somos perezosos en la pronunciación de las consonantes. Esta es la razón principal de no entenderse el texto en las audiciones, no digo ya de agrupaciones corales, pero ni siquiera de muchos solistas de fama. Las consonantes son las articulaciones de las palabras, son su nervio, y hay que pronunciarlas con toda su plenitud, sin quitarles ni una micra del movimiento de los órganos vocales que las emiten, según sea la clase de consonantes (labiales, guturales, etc.) El director que inculque, exija y logre este detalle de pronunciar bien las consonantes verá su esfuerzo recompensado generosamente por parte del auditorio. Yo aconsejaría a los directores que, cuando los cantores saben ya la pieza, se pongan en el lugar de la sala que ocupará el público, y atiendan si la letra cantada se entiende bien. De paso es posible que oiga alguna nota equivocada, de la que no se apercibió desde el atril cerca de los cantores.

6. Cuidado con los comentarios extramusicales

Una de las obras más conocidas de Francisco Guerrero, cantada desde hace muchos años por corales universitarias y por otras agrupaciones, es la villanesca "Si tus penas no pruebo, oh Jesús mío". La letra entera pertenece a los Soliloquios amorosos de un alma a Dios de Lope de Vega y dice así:

Si tus penas no pruebo, oh Jesús mío,
vivo triste y penado.
Hiéreme, pues el alma ya te he dado.
Y, si este don me hicieres,
mi Dios, claro veré que bien me quieres.

Muchas veces en la vida he oído a conferenciantes y profesores de música exaltar la religiosidad y misticismo de Guerrero con ocasión de la interpretación de esta pieza, por haber sabido expresar con tanta perfección los sentimientos religiosos encarnados en la letra. Pero esta letra de Lope de Vega la aplicó Guerrero a la música en su vejez, tornando "a lo divino" el texto profano que fue el que de verdad le inspiró la música en su juventud y que dice así:

Tu dorado cabello, zagala mía
me tiene fuerte atado.
Suéltame, pues el alma ya te he dado;
y, si esto no hicieres,
amor, me quejaré cuan cruel eres.

7. Huir de las interpretaciones románticas y demasidado subjetivas

No dejándose engañar por el éxito fácil y barato que tales interpretaciones obtienen a veces del público por razones o motivos "extramusicales". La polifonía del Siglo de Oro no necesita de afeites y postizos para gustar. Su pensamiento musical tiene en sí fuerza suficiente para imponerse y conmover, sin las interpretaciones individualistas, cuando no teatrales, de algunos directores.

Miguel Querol Gavaldá