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La bici en Málaga

José Carlos Godoy. Si echamos la vista atrás unas décadas, allá por los años ochenta y noventa, pedalear en Málaga era una actividad reservada a unos pocos que, bien por placer o por deporte, se subían a sus bicicletas, atreviéndose a invadir las calzadas, dominadas por el coche, o por el contrario, hacerlo por las aceras teniendo que esquivar a los peatones. Entonces, la bicicleta era considerada por muchos como un juguete para niños, mientras que el ciclismo era sinónimo de actividad física exigente, propio de aquellos sufridores que subían los agotadores puertos de montaña del Tour de Francia. A pocos se les ocurría la idea de que había un camino intermedio entre estos dos extremos, y es que este medio de transporte podía ofrecer muchos otros usos, tales como ir al trabajo, al lugar de estudio, hacer compras en el supermercado, o simplemente ir a tomar algo.

Esto se reflejaba en la ciudad, dejándose notar, por ejemplo, en la carencia de tiendas y comercios especializados. Apenas había un par de ellos para una población de 500.000 habitantes, y las ventas dejaban mucho que desear por aquel entonces. Por otro lado, encontrar un taller mecánico de bicicletas era poco menos que misión imposible, y muchos talleres de motos cumplían tal función.

En aquellos años, la contaminación del aire y el cambio climático no copaban las noticias medioambientales y tener un turismo significaba estar bien situado y daba prestigio. Que se construyeran caminos especiales para las bicicletas era impensable para la mentalidad política del momento, y solo estaba al alcance de otros países europeos como Suecia, Holanda o Dinamarca, donde el uso de la bicicleta está muy generalizado entre la población. Estas directrices europeas acabaron expandiéndose al resto de países del continente, entre ellos España.

En Málaga particularmente, no se ha alcanzado aún ese nivel europeo, pero sí es cierto que se ha registrado un notable aumento en el uso de las dos ruedas por parte de la población. En un primer momento, se popularizó el uso de las bicicletas de montaña, que puso de moda el ciclismo por carriles de tierra, siendo esta creciente demanda la que llevó a abrir numerosas tiendas y talleres de reparación por toda la ciudad. Pero en el paso del uso de la bicicleta como herramienta deportiva a un uso más cotidiano jugaron un papel importante los carriles bici, el sistema de préstamo de bicicletas impulsado por Málagabici, que actualmente cuenta con 23 estaciones por toda la ciudad, y la asociación de usuarios de la bicicleta Ruedas Redondas, cuyo trabajo de años ha influido en gran medida a las administraciones pertinentes.

 

Carril bici

Al principio, la construcción de los carriles bici causó más de un revuelo entre algunos sectores de la población, especialmente entre los conductores, ya que se eliminaron aparcamientos en ciertas calles para dejar espacio a estas vías ciclistas, lo que provocó críticas a las actuaciones de la Junta de Andalucía y del Ayuntamiento de Málaga. Por otra parte, algunos comerciantes también se sintieron perjudicados, y alegaban que restaría clientes a sus negocios ante la imposibilidad de dejar los coches cerca.

Si bien es cierto que la ciudad no disponía de mucho espacio extra en sus vías para prestárselo a las bicicletas, el incremento en el número de usuarios de este medio ha hecho que la situación se haya normalizado, y que, varios años después de la implementación de los carriles bici, los ciclistas sean vistos como un elemento más del tráfico urbano. Además, la posibilidad de compatibilizar su uso con otros medios de transporte como el tren de cercanías o el metro (el autobús todavía no) es una ventaja que hará montar en el sillín a más de uno. A pesar de que aún falta mucho trabajo por hacer, el ambicioso Plan Andaluz de la Bicicleta contempla muchas más actuaciones hasta el año 2020, y se espera que el panorama del transporte sostenible en Andalucía cambie sustancialmente de aquí a unos años. 

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