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Los horarios en España

José Carlos Godoy. Falta de puntualidad, comercios cerrados los domingos, almuerzos tardíos o cenas intempestivas que coinciden con unas horas de máxima audiencia televisiva para trasnochadores son algunos de los rasgos identificativos con los que muchos extranjeros reconocen la cultura española del tiempo. Pero, ¿ha sido esto siempre así? ¿Es España una anomalía en Europa en lo que se refiere a sus horarios?

Para hacer un poco de historia, es conveniente volver atrás en el tiempo hasta 1940, año en que la España del dictador Franco decidió adelantar una hora los relojes coincidiendo con la ocupación alemana de Francia. Sin embargo, y tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, España no volvió a retrasar sus relojes, creando así un desfase entre la hora solar que le correspondía por su latitud y el horario oficial alemán.

Según algunos expertos, este aparentemente inofensivo cambio produce muchos efectos perjudiciales, como que los españoles sean los europeos que más cansados llegan a casa tras el trabajo, solo superados por los chipriotas. Por otro lado, un estudio publicado en «Circulation: Journal of the American Heart Association», alerta de que cenar entrada la noche aumenta el riesgo de sufrir una enfermedad coronaria.

Si se retrasan una hora las comidas, los horarios laborales o los programas televisivos, «España puede conseguir mejorar la calidad de vida, el rendimiento escolar, fomentar la salud y disminuir la siniestralidad laboral, ganando en productividad y conciliación», explica José María Fernández-Crehuet, experto español del Centro de Investigación del Uso del Tiempo de la Universidad de Oxford, desde la que se recomienda a España europeizar los horarios.

Un argumento en contra del cambio horario es que España es diferente por el número de horas de sol que recibe, y que hace a la gente pasar más tiempo fuera de casa y recogerse más tarde. Pero si lo comparamos con otros países como Portugal o Italia, el modelo español sigue siendo poco común.

En cualquier caso, parece una misión complicada cambiar estos horarios, ya que es un rasgo que tiene un fuerte componente identificativo con la manera de ser española. Además, mucha gente sería reacia a aceptarlo porque ha vivido así muchos años y sería más difícil acostumbrarse a un nuevo modelo.

Lo que está claro es que, como en todo tema controvertido, hay división de opiniones. Los argumentos más científicos parecen demostrar que fisiológicamente este huso horario no es adecuado para la salud. Por otro lado, España es reconocido como el país con mayor expectativa de vida de toda la Unión Europea. ¿Cómo conciliar esta aparente contradicción?