La degradación de proteínas en el interior celular desempeña importantes funciones, ya sea por la modulación de los niveles intracelulares de proteínas específicas como por la eliminación de proteínas aberrantes. Durante mucho tiempo los procesos de degradación de los biopolímeros han sido considerados más una curiosidad que unos mecanismos vitales en la homeostasis celular. Actualmente se sabe que en la degradación de determinadas proteínas se encuentra el punto de control de diversos procesos biológicos, algunos tan fundamentales como la progresión del ciclo celular. Existen evidencias de proteínas degradadas en las mitocondrias, en los cloroplastos, en el lumen del retículo endoplásmico y en endosomas; sin embargo, los dos sistemas principales de proteolisis caracterizados se encuentran en el citosol y en los lisosomas. Se sabe que las proteínas pertenecientes a membranas intracelulares así como a la membrana plásmatica suelen ser degradadas por el sistema lisosomal. Las proteínas nucleares parecen ser degradadas fuera del núcleo por mecanismos lisosomales y no-lisosomales. Aquellas proteínas citosólicas con un recambio elevado (esto es, con una vida media corta: entre 10 y 120 minutos) suelen ser degradadas en el citosol por alguno de los sistemas proteolíticos existentes, mientras que la mayoría de las proteínas de larga vida media (24-72 horas como media) son probablemente llevadas al lisosoma. Hay diversos mecanismos responsables del transporte de proteínas desde el citosol al lisosoma, en un proceso que globalmente se conoce como autofagia. Las proteínas extracelulares también pueden ser degradadas en el lisosoma tras la entrada al interior celular por pinocitosis, fagocitosis o endocitosis mediada por receptor, para formar vesículas intracelulares que se fusionarán con los lisosomas.
Señales para la proteolisis.
En todas las ocasiones, la célula debe reconocer a aquellas proteínas que por una causa u otra han de ser degradadas. Se han encontrado distintas señales proteolíticas:
1. La regla del extremo amino ('N-end rule'): las proteínas
de eucariotas cuando son sintetizadas siempre presentan en su extremo amino
un residuo de metionina. Posteriormente, esta metionina inicial puede ser
retirada dejando otro aminoácido como cabeza del extremo amino.
En levaduras se ha comprobado que existen una serie de aminoácidos
desestabilizantes (fundamentalmente los básicos, ácidos e
hidrofóbicos) y otros aminoácidos estabilizantes. Además,
parece que la mayoría de las proteínas citosólicas
maduras llevan el extremo amino bloqueado por acetilación.
2. Secuencias PEST: son un motivo proteico que se encuentra
en un gran número de proteínas de corta vida media. Estas
regiones se caracterizan por ser ricas en residuos de prolina (P), glutamato/aspartato
(E/D), serina (S) y treonina (T) flanqueadas por aminoácidos básicos.
Las secuencias PEST se encuentran en enzimas claves del control metabólico,
en factores de transcripción, en proteínas quinasas, fosfatasas
y en ciclinas.
3. Ciclinas y Cajas de destrucción: las ciclinas son
proteínas relacionadas con el control del ciclo celular de eucariotas
que han de ser degradadas para que la célula continúe desde
metafase a anafase; se trata de una degradación muy controlada,
dependiente de un paso previo de 'marcado' de la ciclina con un polipéptido
llamado ubiquitina (ver más adelante). En todas las ciclinas se
ha localizado una secuencia señal (caja de destrucción)
formada por 9 aminoácidos (RAALGNISN) que se encuentra presente
entre los residuos 13 y 66 de la secuencia proteica.
4. Motivos KFERQ: son secuencias peptídicas que marcan
proteínas citosólicas para la proteolisis lisosomal, siendo
este motivo una de las señales para que las proteínas entren
en los lisosomas. Esta secuencia hace susceptibles de degradación
lisosomal a aquellas proteínas que la presentan en ciertas condiciones
de estrés, como puede ser la retirada del suero en células
en cultivo o en tejidos y organismos en inanición.
Sistemas de proteolisis intracelular.
1. Lisosomas: son orgánulos celulares que contienen una
gran variedad de enzimas hidrolíticas capaces de degradar las distintas
macromoléculas de la célula. Sus enzimas pertenecen a dos
tipos generales: endoproteasas y exopeptidasas (tanto carboxi- como aminopeptidasas)
que en conjunto reducen las proteínas a pequeños péptidos.
Una característica de los lisosomas es el bajo valor de pH en su
interior, al cual todas estas proteasas son especialmente activas.
2. Ubiquitinación: funciona como un sistema unificador
de la degradación de proteínas, es decir, entre las proteínas
se presentan distintas señales para la proteolisis pero muchas de
ellas requieren la unión previa de la ubiquitina para que ocurra
el paso final de la degradación. La ubiquitina es un polipéptido
de 76 aminoácidos que sólo se conoce en eucariotas y que
se une a las proteínas que va a marcar para su degradación
mediante un enlace isopeptídico con un residuo de lisina determinado.
La unión de la ubiquitina al sustrato requiere de una serie de pasos
catalizados por tres enzimas: primero se produce la activación de
la ubiquitina por la enzima E1, seguidamente la enzima E2 (proteína
transportadora de ubiquitina) se encarga de transferir la ubiquitina activada
desde E1 hasta el sustrato que está ligado a la enzima E3 (ubiquitina-proteína
ligasa). Las proteínas que van a ser degradadas pueden encontrarse
monoubiquitinadas o poliubiquitinadas.
3. Calpaínas: son una familia de proteasas dependientes
de calcio relacionadas con el procesamiento de numerosas enzimas y proteínas
del citoesqueleto. El control de la actividad de estas proteasas está
determinado por las concentraciones de calcio y por la presencia de calpastatina
(que por el momento es el único inhibidor endógeno conocido).
La calpaína completa es una molécula heterodimérica
de 80 kDa. El monómero mayor es de 50 kDa, presenta el dominio que
produce la proteolisis y es variable según la calpaína, mientras
que el monómero de 30 kDa es la subunidad reguladora y está
conservada en todas las calpaínas.
4. Proteosoma 26S: de manera simplificada, el proteosoma 26S
es un complejo multicatalítico constituido por el proteosoma 20S
y dos partículas 19S. El proteosoma 20S es una estructura cilíndrica
compuesta por numerosas subunidades de bajo peso molecular ensambladas
en cuatro anillos; se trata del cuerpo catalítico del complejo.
Las partículas 19S contienen cada una cinco ATPasas diferentes y
un sitio de unión para las cadenas de ubiquitina. Estas partículas
se sitúan en los extremos del complejo y se piensa que son las responsables
de cambiar la conformación de las proteínas y dirigirlas
al interior del proteosoma. Se conocen una gran variedad de sustratos del
proteosoma 26S, relacionados con muy diversos procesos celulares: proliferación
y diferenciación celular, regulación metabólica, control
del ciclo celular, respuesta al estrés y eliminación de proteínas
anormales. Todos estos sustratos, con la notable excepción de la
ornitina descarboxilasa, tienen en común el que necesitan ser ubiquitinados
antes de ser degradados en el proteosoma. La ornitina descarboxilasa es
la enzima limitante en la síntesis de las poliaminas (cationes orgánicos
esenciales para la viabilidad celular). Cuando las concentraciones intracelulares
de las poliaminas exceden el 'umbral permitido', se activa la traducción
de un inhibidor específico llamado antizima; esta proteína
se une a la ornitina descarboxilasa de manera que queda expuesta la secuencia
PEST presente en el extremo carboxilo de la enzima, siendo, entonces, reconocida
por el 'túnel de degradación'.
María Teresa Olmo Aparicio es becaria predoctoral en
el Departamento de Biología Molecular y Bioquímica de la
Universidad de Málaga.
Daniel Rodríguez Agudo es estudiante de 5º curso de
Biología.