FORO PARA LA PAZ EN EL MEDITERRÁNEO

La seguridad en las ciudades multiculturales

NOTA DEL DIRECTOR DEL FORO Rafael Vidal Delgado

Desde hace muchos años, desde que se produjo el primer atentado de al-Qaeda contra las Torres Gemelas de Nueva York en 1992, he intentado seguir con más o menos atención el fenómeno de confrontación entre el Islam y La Cristiandad. Decirlo de esta forma es pos supuesto político, social y religiosamente incorrecto, pero no cabe la menor duda que existen números importantes de personas que están a favor de dicha confrontación, siendo en mayor medida en el Islam por determinados formas de radicalización a través de interpretaciones belicistas del Corán. Esto no es nuevo y en la Cristiandad se produjo también una radicalización en el siglo XI que provocó la Primera “Cruzada” y le siguieron otras más que dejaron un reguero de sangre que debemos perdonar y olvidar.

Producido el atentado del 11S en Nueva York con la muerte de miles de personas y el de Madrid en el 11M, escribí una serie de columnas, las cuales se recogen a continuación, exponiendo algunos de las vulnerabilidades existentes, las cuales en buena medida se han ido reduciendo, al menos en España, con la especialización policial con el terrorismo yihadista; la coordinación de todos los servicios de inteligencia; la creación del CITCO y otras materiales, aparte de las legales como reformas de leyes existentes, la protección de Infraestructuras Críticas, la de Seguridad Nacional, etc.

La Seguridad en las sociedades multiculturales

El abogado, senador y amigo Joaquín Ramírez, publica en el diario Sur del 20 de agosto, una magnífica columna titulada “La ira de Occidente“. Su contenido tiene connotaciones con lo expuesto en los artículos anteriores, recogiéndose por ello en texto y en digital:

JOAQUÍN L. RAMÍREZ 

Con frialdad, con inteligencia, con justicia y manteniendo intacta la ira, pondremos los mejores y más medios de defensa a nuestro alcance para defendernos del terror

El sonido hueco de los disparos de arma corta hace eco contra las pantallas televisivas. La legítima defensa propia de los enemigos de la vida se ejerce sin complejos y en la seguridad de que no hacerlo sería irresponsable y hasta criminal. El doble atentado en el corazón de Cataluña, el sangriento y asesino ataque a España, a Europa y a todo Occidente, ha estallado esta vez en Barcelona y en Cambrils. El inmenso dolor que estos criminales nos han infligido ha segado para siempre la vida de inocentes, hasta niños, y debemos castigar a los culpables y prepararnos aún más para evitar estas masacres en el futuro. Con frialdad, con inteligencia, con justicia y manteniendo intacta la ira, pondremos los mejores y más medios de defensa a nuestro alcance para defendernos del terror.

Más allá de todas esas frases de «quieren acabar con nuestro estilo de vida o impedir nuestra libertad», hay que concluir y decir la verdad desnuda: quieren matarnos. Realmente no hay una causa lógica ni cierta, pero hay una retahíla de leyendas, pseudoliteratura, odios ancestrales cuasi religiosos y todo tipo de mandatos fanáticos, tan inexplicables como se quieran ver. Y no nos estamos enfrentando a una banda terrorista que pueda compararse con cualquiera otra de las que hasta ahora haya combatido Occidente. La prueba de ello es la existencia de Isis, Daesh o el Estado Islámico -que de todas estas formas recibe nombre-, una guerrilla o ejército capaz de tomar parte del territorio y ciudades de algunos países y mantener ofensivas y batallas contra fuerzas armadas regulares internacionales. Aún hoy, a pesar de enfrentarse a una auténtica coalición internacional, este movimiento enemigo sobrevive y mantiene en su poder determinados enclaves del Oriente árabe.

Cuesta trabajo admitirlo, pero el Yihadismo es hoy una ideología. Una ideología no respetable, ni admisible ni tolerable. Una ideología que busca la destrucción total de Occidente y sus ciudadanos. Y, desde luego, es una ideología o corriente asesina con cientos de miles de seguidores. Hay que reconocerlo así. Afrontar el inmenso peligro que corremos pasa por identificar al enemigo e intentar destruirlo, si queremos no ser destruidos, pues nos han declarado la guerra. Es evidente que no estamos en guerra contra el pueblo árabe, tampoco contra el Islam. Pero también es inevitable admitir que para formar parte de la Yihad hay que ser musulmán -de origen o, en un porcentaje ínfimo, converso- y que este criminal movimiento enemigo busca representar y dirigir a la ‘nación musulmana’, pues el resto de la humanidad es infiel y debe ser eliminado sin piedad ni excepciones.

La infame y criminal ‘tarea’ que Isis y sus seguidores se han propuesto no es fácil ni puede ser tenida -ni por ellos mismos- como una empresa a resolver en breve espacio de tiempo. La potencia del llamado Califato Árabe es limitada, muy limitada; quizá por ello una crucial parte de su acción es la terrorista, protagonizada por elementos emboscados en el propio Occidente. Se tratará muchas veces de individuos nacidos en Europa de segunda generación o hasta puede que más. Por ello, sesudos pensadores o integrantes de determinadas corrientes políticas buscan encontrar la responsabilidad de estas conductas terroristas o militancias radical-islámicas en supuestas políticas equivocadas de gobiernos y administraciones europeas. La marginalidad, la existencia de guetos o barrios concretos -caldos de cultivo…-, el paro, etc. son las razones que, para determinadas organizaciones políticas, encarnan la invitación a que determinada juventud se una a la Yihad. Es curioso, porque este razonamiento no deja de ser muy a la europea, muy de gente que forma parte de un Occidente rico que no puede entender sino con mayores comodidades materiales la creación del antídoto para impedir la entrega ideológica al terror yihadista. Puede ser que estén muy equivocados.

Hay una tradicional controversia entre libertad y seguridad. Es lógico que la haya y no es simple encontrar la salida. La seguridad que hemos de ser capaces de garantizar debe ser como un auténtico arco dentro del cual podamos ejercer nuestra libertad. Nunca puede llegarse a la seguridad absoluta, pero si no contamos con ese espacio la libertad estará comprometida y no será posible. La nuestra busca ser -seguir siendo- una sociedad justa, democrática y libre, pero también ha de ser fuerte -y dura- y así defenderse de quienes quieren que estalle en mil pedazos. Habrá más atentados, más injusticias y más inocentes sacrificados, pero si somos fuertes conseguiremos afrontar los peligros y acabar por vencer al criminal enemigo. Es obligado y merece la pena.

Diario Sur. 20.08.2017

El Periódico. 21.08.2017. ¿En qué punto una persona radicalizada decide dar el gran salto y convertirse en terrorista? No es una acción lineal, ni clara, aunque pueda parecerlo. Radicales puede haber muchos, pero personas dispuestas a matar, e incluso a morir, en aras de determinadas ideas hay muchas menos de las que el impacto de los actos de terror podría hacernos pensar. Investigadores de todo el mundo tratan de encontrar una respuesta a esa pregunta, sin lograr atraparla. Sí se conocen las múltiples causas de una frustración que está en el origen de todo: de un lado, la falta de oportunidades, los sentimientos de marginación, de desarraigo, la búsqueda de una identidad fabricada e idealizada; de otro, el uso del odio como motor de la manipulación, el ofrecimiento de un fin último, la falsa promesa de hacer historia, de convertirse en héroes… Cómo impedir ese salto se ha convertido en parte inherente de la lucha antiyihadista en los últimos años. En numerosos países se han puesto en marcha programas de desradicalización, aunque con resultados todavía más que mediocres. Posiblemente el caso más notable sea el sonado fracaso de Francia, que acaba de anunciar –apenas unos días antes de los atentados de Barcelona y Cambrils– el cierre de su único centro experimental de desradicalización. Al parecer, el aislamiento físico –en medio del campo–, el hecho de no ofrecer un programa individualizado y el carácter voluntario han pesado en su falta de eficacia. Las autoridades francesas iniciarán en otoño un nuevo proceso para analizar otros posibles modelos para atajar el extremismo. Dadas las circunstancias, es probable que no opten por el modelo danés, conocido por su tolerancia a la hora de buscar la rehabilitación de individuos con tendencias radicales y también de los excombatientes retornados. De hecho, Dinamarca fue elegida ya en el 2008 por la Unión Europea como país piloto en programas de desradicalización. También en el Reino Unido funciona desde el 2012 un esquema de este tipo, Prevent, volcado en la prevención. Aunque pueda parecer paradójico, países como Arabia Saudí y Pakistán, cuna y escuela de las ideologías que han dado paso al yihadismo de corte moderno, tienen también potentes programas dirigidos a frenar la radicalización de los suyos. Aunque, de nuevo, su eficacia está por ser demostrada. Proyecto europeo en España En España, el Real Instituto Elcano tiene previsto lanzar en septiembre un proyecto, en el marco de la Unión Europea, para investigar formas eficaces, éticas e innovadoras para atajar la radicalización ligada al extremismo, y en el que participarán instituciones y fuerzas de seguridad de 18 países. Un objetivo generalizado es atajar el problema en las cárceles, donde la confluencia de delincuentes y radicales ofrece el caldo de cultivo ideal. Allí, como en otros casos, son determinantes el papel de imanes moderados, capaces de desmontar con argumentos teológicos las falsedades de los extremistas y de ofrecer una visión alternativa del islam, de los psicólogos y, sobre todo, del entorno más cercano: la familia y los amigos. Llegar a ellos, en comunidades frecuentemente marginadas, no es tarea sencilla, ni mucho menos rápida

Ruta por las mezquitas más radicales de España: 5 imanes que llaman a la yihad 27/08/2017

Cómo los terroristas están creando un nuevo idioma (How Terrorists Are Creating a New Language) 27/08/2017. Gurwinder BhogalFollow

Interior y la FEMP estudiarán este lunes el papel de las policías locales en la lucha antiterrorista

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