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¿Habrá acuerdo nuclear entre Irán y Occidente?

Hoy comienza /20.11.2014) en Viena una última ronda de negociaciones entre Irán y las potencias del Grupo de 5+1 para alcanzar un acuerdo antes del 24 de noviembre. Estados Unidos y las grandes potencias pretenden diferir cuanto más tiempo mejor la construcción iraní de una bomba atómica. Según los expertos, la República Islámica de Irán estaría en disposición de construir una bomba atómica en un plazo de tres meses.
Los líderes iraníes ambicionan el levantamiento en el menor tiempo posible del mayor número de las sanciones que asfixian su economía y el mantenimiento de su programa nuclear, del que reiteran su naturaleza civil y pacífica.
La disputa principal gira en torno al programa de enriquecimiento de uranio iraní en razón del uso dual al que se puede destinar: producción de combustible para un reactor nuclear que genera electricidad o fabricación de armamento nuclear.
Estados Unidos ha renunciado a la eliminación de la capacidad de enriquecimiento del programa nuclear iraní. Ahora pretende imponerle las restricciones necesarias para aumentar a un año, por lo menos, el break out time o tiempo que necesitaría Teherán para construir una bomba nuclear en caso de romper un futuro acuerdo. Ahora se encuentra en tres meses.
Recientemente han trascendido ciertas informaciones que indican la disposición iraní a aceptar limitaciones que cumplirían justamente ese papel. La semana pasada Irán firmó un acuerdo con Rusia para que la empresa estatal rusa ROSATOM construya varios reactores nucleares en suelo iraní que se alimentarán con combustible nuclear producido en Rusia.
En ese mismo sentido se ha hablado de la existencia de un acuerdo por el que Irán se comprometería a enviar su stock de 8,4 toneladas de uranio enriquecido a Rusia para procesarlo y convertirlo en barras sólidas de combustible nuclear, que ya no servirían para producir armamento nuclear.
Si estas informaciones son ciertas, los negociadores occidentales habrían dado un paso de gigante para aumentar el tiempo que Irán necesita para montar una bomba atómica en el supuesto de que rompa el acuerdo que salga de Viena.
Como señalaba The Economist este viernes, esas limitaciones conceden margen de maniobra a las potencias occidentales en relación con la cuestión más espinosa: el número de centrifugadoras. Occidente podría permitir que los iraníes conserven un número de centrifugadoras más holgado de acuerdo con sus deseos, lo que a su vez serviría a la cúpula iraní para defender ante los conservadores que la República Islámica ha conseguido sus objetivos en la mesa de negociaciones.
Estados Unidos aceptó implícitamente el derecho de Irán a enriquecer uranio en el acuerdo interino de 23 noviembre de 2013. Y ahora está dispuesto a permitir que Irán conserve una capacidad de enriquecimiento de uranio equivalente en torno a las 4.000 centrifugadoras. Por su parte, Irán se aferra a las casi 10.000 unidades que tiene en funcionamiento en la actualidad aunque ha trascendido que podría aceptar entre 7.000 y 8.000 centrifugadoras. Las diferencias se reducen.
Las partes discrepan también en cuanto a la duración y los mecanismos de supervisión internacional del programa nuclear restante, y los ritmos y el calendario del levantamiento de sanciones. En este último punto Irán insiste en que el acuerdo nuclear incluya un levantamiento inmediato de las sanciones de Naciones Unidas que legitiman el régimen internacional de sanciones. Occidente rechaza esa petición porque las sanciones ONUsianas son las más difíciles de adoptar.
El acuerdo se enfrenta a un batallón de enemigos formidables, incluyendo Arabia Saudita e Israel que temen el terremoto geopolítico que representan la normalización de las relaciones de Irán con Estados Unidos y su integración en la comunidad internacional. Los países europeos son los más ardientes defensores del compromiso con Irán.
La amenaza más seria procede de la nueva mayoría republicana en el Congreso de Estados Unidos que ha propuesto sanciones adicionales y se niega a aceptar un pacto que no elimine por completo la capacidad nuclear iraní. No obstante, el Presidente Barack Obama tiene autoridad suficiente para concluir el acuerdo y aplicarlo mediante la suspensión de las sanciones caso por caso
En el lado iraní la última palabra la tiene, sin duda, el todopoderoso Líder supremo de la Revolución, el Gran Ayatolá Ali Jamenei, que valorará cómo el acuerdo refuerza su posición y salvaguarda los intereses del régimen de los Ayatolás. Ha construido su liderazgo en dos décadas en torno a su anti-americanismo. Para vender un cambio de piel en el bando conservador, necesitará que el ministro de Exteriores Zarif vuelva de Viena con cesiones suficientes como para argumentar que Irán ha ganado en relación con la cuestión de las centrifugadoras y una promesa de la eliminación futura del régimen de verificación del programa nuclear iraní.
En definitiva, la respuesta a la pregunta del millón de dólares es que el acuerdo entre Irán y Occidente se antoja difícil antes del 24 de noviembre pero no imposible. Dependerá de la habilidad de los negociadores para madurar un acuerdo que permita a las partes volver a sus capitales con un relato triunfal.
Si no hay acuerdo de ningún tipo, las partes adoptarán probablemente una nueva extensión de las negociaciones. Las potencias del Grupo de 5+1 e Irán no están interesadas en contribuir al aumento de las tensiones en Oriente Medio.
José Luis Masegosa Carrillo. Universidad de Granada

José Luis Masegosa Carrillo

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