FORO PARA LA PAZ EN EL MEDITERRÁNEO

Cañones o Mantequilla

FRANCISCO J. CARRILLO. ACADÉMICO CORRESPONDIENTE DE LA REAL ACADEMIA DE CIENCIAS MORALES Y POLÍTICAS

Voces contradictorias se están pronunciando por la desmilitarización del territorio que la Constitución llama España. Algunas de esas voces comienzan concretando sus opiniones en la desmilitarización de las Islas Canarias; otras, negando espacio a las FAS en el Salón de la Enseñanza de Barcelona (ver mi artículo en SUR, 21.03.2016), olvidando la alcaldesa de esa ciudad que existe un convenio entre la Generalitat y el Ministerio de Defensa; no faltan aquellas que militan en favor de un pacifismo con las armas rendidas bajo tierra. El derecho a la libre opinión está protegido al igual que lo está el derecho a discrepar. Pero, en nuestro caso, la Constitución de 1978, en vigor, al referirse a las Fuerzas Armadas, estipula lo siguiente en su Artículo 8: «Las Fuerzas Armadas, constituidas por el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire, tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional».

España no es ni Corea del Norte, con sus ensayos nucleares descontrolados en un país con uno de los mayores índices de pobreza del mundo, ni tampoco es Costa Rica, que prohibió el ejército regular por decisión constitucional pero que, a la vista del desarrollo que en su época tuvieron las guerrillas centroamericanas de todo signo, así como la fuerte inmigración que le llegó desde Nicaragua, transformó de hecho a las Fuerzas de Orden Público (Guardia Nacional) en un verdadero ejército. Fui testigo de esta situación.

Hoy en día no cabe en mente alguna (salvo excepciones que se pueden respetar pero no compartir) una decisión unilateral y anticonstitucional de un Estado desmilitarizado. Ni tampoco decir que se supriman las FAS y que, llegado el caso, nos defienda Europa. ¿Quién iba a pensar que en plena Europa habría una guerra cual es el caso de Ucrania? ¿Quién podía imaginar la globalización terrorista y el ciberterrorismo que promueve un autodenominado Estado Islámico (Daesh), un Al Qaeda y sus respectivas franquicias, algunas de ella moviéndose como pez en el agua en el Sahel y norte de África, a dos pasos de España? Y no hay que excluir el renacimiento de viejas reivindicaciones sobre la pertenencia a África del archipiélago canario, por demás importante encrucijada marítima y puerta estratégica del Mediterráneo.

No es alarmista afirmar que España está seriamente amenazada por el terrorismo de corte yihadista, como otros países vecinos y menos vecinos. La realidad es como es. España necesita modernizar aún más sus Fuerzas Armadas (FAS). Son las que tienen el mandato constitucional de la defensa del territorio peninsular e isleño, sin olvidar a las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, así como el ordenamiento constitucional. La Carta Magna es un marco claro y preciso.

Ante la globalización del terrorismo se imponen las alianzas y la confianza para el intercambio de informaciones sensibles. El terrorismo implica de lleno a las FAS porque ataca al territorio de la nación; implica también a las Fuerzas del Orden Público y Guardia Civil; e implica con un papel fundamental y transversal e internacional al CNI. Desmontar hoy en día, hic et nunc este complejo y necesario mecanismo de Estado sería una gran irresponsabilidad. Y la ciudadanía, la primera afectada por desprotección. España quedaría a expensas del mejor postor exterior e interior.

Ante la situación mundial soplan fuertes vientos de nueva guerra fría con una notable carrera por la hegemonía mundial y el control de los mercados financieros globalizados, así como la presencia visible o durmiente del terrorismo internacionalizado. Se tendría que ir pensando seriamente en incrementar el presupuesto y una mayor modernización de las FAS, Guardia Civil, Fuerzas de Orden Público y CNI. No es que aboguemos por un ‘Estado policial’, sino que el terror y la globalización laminar nos obligan a prevenir, defendernos y a recordar aquel dilema de Paul Samuelson, premio Nobel de Economía: «Cañones o mantequilla».

Cierto es que existe el fiel de la balanza. Pero ambos términos están abocados a convivir y a reequilibrarse.

Diario Sur, edición de 18.05.2016

This entry was posted in Uncategorized. Bookmark the permalink.

Comments are closed.