FORO PARA LA PAZ EN EL MEDITERRÁNEO

El acertado análisis semanal de Joaquín Ramírez

 

La pretendida y cada día más remota secesión catalana de los ‘Junts pel si’ ha entrado definitivamente en otra fase. La calma constitucional de Rajoy, su gobierno, la oposición responsable y el funcionamiento de las instituciones del Estado están dejando sin aliento a este grupo de dirigentes realmente imaginativo y, hasta aquí, pletórico de recursos estratégicos de todo orden. El referéndum de la marmota -del referéndum al referéndum-, desautorizado ya expresamente por el Tribunal Constitucional, ha sido varado. Hay que buscar dónde asirse con urgencia. Por ello, los Mas, Rufián, Vidal, Tardá y demás compañeros ‘mártires’ parecen haber pactado la idea de referirse a una conspiración del Estado con visos hasta de violencia. Le han llamado ‘operación Cataluña’… Hay que identificar al enemigo y adjudicarle conductas, planes e intenciones, para conseguir adeptos y militantes indignados activos, aunque todo sea mentira. Nada importa si es por una ‘buena causa’. La desafección por la independencia comienza a hacer mella en quienes están empezando a perder, el drama se acerca a su desenlace, porque el tiempo, las razones y las falsas explicaciones se acaban.

Operación Cataluña no es sólo el fallido invento de los que buscan armas de destrucción secesionista masiva entre los escaños, las comisarías y las plazas, puede ser la denominación de un momento nacional que finaliza y a todos y en todo el territorio patrio nos ha rodeado. Por ejemplo, en medio del rabioso ‘Brexit’, Gibraltar se conmueve ante un futuro desconocido. Los llanitos identifican su ‘patriotismo’ también con su alto nivel de vida. Son señores del Campo de Gibraltar, entran y salen a su antojo como el resto de españoles, pero con mando privativo en la Roca. Mimetizarse con los territorios que le circundan sería muy pernicioso económicamente para los británicos de la provincia de Cádiz. Nadie quiere renunciar a sus privilegios, y más si éstos son norma en los últimos cien años.

Operación Cataluña es también el fin de una época que marca la sentencia del llamado ‘caso Nóos’. En ella, la prevención judicial está claro que se excedió, directamente influenciada por la defraudada presión ciudadana, sentando en el banquillo a muchos más de los que pudieran merecerlo. Incluso la expectativa penal de los encausados fue mucho más allá de lo que la lógica y la proporción demandaban. Las aguas vuelven a su cauce para que cada cual haga frente a su futuro, unos preparándose para penar y otros restañando sus heridas y volviendo a la normalidad de sus vidas. Sorprende, eso sí, la española capacidad para tildar de blandas las condenas ajenas, desde luego, nunca nadie se pone en el lugar de nadie, y en nuestro país menos que en ningún sitio.

En esta operación realmente compleja, a un lado del camino, queda el empeño -también sintomático- de juzgar al presidente de Murcia por una acción no llevada a cabo nunca. Pero para la que, entiende el instructor, hubo reuniones preparatorias e indicios racionales de una presuntamente favorable posición psicológica. Hay muchas preguntas. ¿Llegó a proponerse mentalmente Pedro Antonio Sánchez encargar un contrato a una determinada empresa para pagar con fondos públicos la limpieza y el buen posicionamiento de la Consejería de Educación siendo su calculada intención favorecer su currículum y su perfil en las redes sociales? ¿Quiso Pedro Antonio Sánchez, en la intimidad de sus pensamientos, tomar la decisión de contratar a la citada con esta premisa ilegítima? ¿Fue muy intensa la decisión mental? ¿En qué graduación del 1 al 10? ¿Llegó a pensarlo con fuerza? ¿Lo tuvo en su cabeza muchos días? ¿Cuántos?… No existen grabaciones de los pensamientos, tampoco testigos, un pensamiento, si lo es, no se puede decir que sea un intento. Tampoco podría probarse. Y, si efectivamente alguien piensa en hacer lo que en derecho se prohíbe, ¿es reprochable jurídicamente aunque nunca se lleve a cabo? ¿Se puede juzgar la intención de lo no producido ni intentado producir?

Es la ‘Operación Cataluña’, el santo y seña de unos años en los que vivimos peligrosamente una espectacular crisis económica fuertemente salpicada por vergonzosos episodios de corrupción con la psicosis generalizada de mucho más y con el fuego de todas las dudas aventado por crédulos, capciosos, inocentes, conspiradores e inventores. Hubo lo que hubo y toca a su fin. Operación Cataluña es un buen título, pero nunca existió.

Diario Sur. Joaquin Ramirez 19.02.2017

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