No es frecuente encontrar estudios sobreNietzsche en los que se aborda de una manera directa y desafiantela posibilidad de hablar de una ética en su obra, cuandolo que él hizo precisamente fue tratar de destruir cualquierplanteamiento ético. Lizbeth Sagols lo ha intentado, y elresultado ha sido una obra consistente y de una elasticidadadmirable, en la que se aborda desde distintos planos las ricassugerencias e insinuaciones que aparecen en los textosnietzscheanos, que pueden dar pie para abrir el camino hacia unanueva perspectiva ético-filosófica denominada por la autora la gayaética. Esta consistiría en el ejercicio alegre, feliz, dela libertad, un ejercicio afirmador de la vida en general y de laelevación del individuo con todas sus contradicciones. Una gayaética en la que la felicidad conlleva el sufrimiento y lalibertad implicando prohibición y límite. Esta éticacorroboraría la estructura 'jánica' del pensamiento deNietzsche: el doble rostro de Jano, el del sí y el del no, el dela esperanza y el de la desesperanza.
La obra va recorriendo el pensamiento deNietzsche en sus distintas temáticas, desentrañando lasimplicaciones éticas de su filosofía: La muerte de dios y lavoluntad de poder (pp. 29-54); el superhombre yel eterno retorno (pp. 55- 92), la búsqueda de la comunidaden Así habló Zaratustra (pp. 93-134); el nihilismo(pp. 135-174) y finlamente el problema entre individualidad ycomunidad. Como se puede apreciar por la propia estructura dela obra el problema que domina la posibilidad de hablar de una éticaen Nietzsche es el de la comunidad y el de la individualidad.Sagols se pregunta si en Nietzsche se da la relación individuo-comunidad,una pregunta que sirve de hilo conductor a toda la obra.Partiendo del análisis de El nacimiento de la tragedia,trata de poner de relieve cómo en esta obra se puede apreciaruna idea del hombre fértil para la ética contemporánea, y almismo tiempo una comprensión terrenal y vital del obrar humano.Además, la síntesis apolíneo-dionisíaco no niega en modoalguno la libertad y la comunidad, sino que más bien contiene laambigüedad ontológica del hombre, la alternativa radical entreel ser y no-ser. También en la 'voluntad de poder', entendidacomo querer fundamental, se encuentra efectivamente elanuncio de un nuevo comienzo ético para el hombre, que parececontinuar la llamada gaya ética. En virtud de la 'voluntadde poder' la conquista de la libertad se cifra en la expansiónde sí, en la satisfacción y cumplimiento de nosotros mismoscomo seres terrenales. En este sentido, la dimensión éticacoincide aquí con el vitalismo (cf. p. 51). Pero la 'voluntadde poder' tiene límites éticos y Nietzsche, ciertamente, caeríaen una "aporía ética", es decir, la libertad quedasubsumida en la necesidad, pues el carácter contingente y finitodel yo choca con el carácter ilimitado e infinito de la 'voluntadde poder'. El problema aquí, según la autora, es que Nietzscheno piensa la voluntad de poder desde una auténtica tensiónentre lo apolíneo y lo dionisíaco, sino que subordina elprimero al segundo. El individuo pierde su carácter frágil,para adquirir un carácter cósmico.
El problema real que se plantea la autora y quecondiciona en cierta medida la posibilidad de poder hablar de unaética en Nietzsche se cifra en la relación individuo-comunidad.La búsqueda de la comunidad se centra primero en Así hablóZaratustra, en donde se realiza un trabajo hermenéuticoeficaz para traer a la luz temas como el del amor y el de lasrelaciones humanas. Sin embargo, el camino de Zaratustra terminaen la más absoluta soledad, sin haber encontrado al otro. Ladimensión ética queda entonces cuestionada, pues al noreconocer Nietzsche la igualdad interhumana, no es posible quenos hagamos libres unos con otros, ni el reconocimiento mutuo.Sagols cree que hay que buscar en la oposición de Nietzsche alcristianismo la causa que empañó su visión de las necesidadesbásicas humanas. De ahí que los planteamientos éticos deNietzsche no admitan la implicación recíproca entre individuo ycomunidad, y no incorporen la vida en común, la solidaridad yreciprocidad, puesto que sus planteamientos se circunscriben a lafidelidad del hombre consigo mismo. Ese 'solipsismo' nietzcheanoes lo que realmente le lleva a considerar al otro comoalgo extraño y ajeno, lo cual desemboca en una concepción delas relaciones humanas en las que no queda más alternativa quela de dominar al otro o dejarnos dominar. Esa visióndistorsionada que tiene Nietzsche de la igualdad es lo que leconduce a una comprensión distorsionada de los valorescomunitarios, como el amor al prójimo, la justicia, la compasión,etc.
El otro rostro de Jano, el de la desesperanza,el que dice 'no', es el que nos obliga a ejercitar de maneraradical el 'perspectivismo', el arte de ver con múltiples ojoslas cosas. En una brillante exposición Sagols se pregunta enprimer lugar por los problemas que plantea el nihilismo a la éticay si una vez que Dios ha muerto todo está permitido. Lo queverdaderamente interesa para una formulación ética es elnihilismo activo, el que es asumido como signo de crecimiento yfuerza. Pero el problema surge de nuevo, ¿cómo compaginar elrelativismo extremo al que nos lleva el perspectivismo y la teoríade la interpretación nietzscheana con una vida ética? ¿Quépuede significar la comunidad si cada hombre construye su propiomundo con su interpretación? El autor de la Genealogía de lamoral no puede renunciar a la más alta esperanza: a suconfianza en la individualidad, en la libertad, en la realizaciónde la voluntad de poder y en la búsqueda de comunicación con elcosmos (cf. p. 141). Al recuperar a Dioniso rescata lafuerza afirmativa de la voluntad de poder y retorna, por lo tanto,al individuo cósmico y a su suficiencia creadora. Pero siconsideramos a la voluntad de poder como un principiodesestructurante, desaparece entonces el problema de la relaciónindividuo-comunidad. No hay individuo, ni una relación de estecon el otro, sino sólo un complejo infinito deinterpretaciones. El individuo queda pulverizado en la pluralidadde fuerzas y si nada vale por sí mismo, entonces el horizonte éticode la vida se disipa y desaparece también cualquier objetivo dela existencia.
Finalmente, la autora, después de haberanalizado los problemas que genera el pensamiento de Nietzschedesde el momento en que se plantea la posibilidad de una éticanietzscheana, se pregunta si realmente se puede hablar de una éticaen Nietzsche (pp. 199-21). A esta pregunta no se puede responder,ciertamente, sin tener en cuenta las distintas vías de exploracióndel pensamiento plural nietzscheano. En primer lugar cabe laposibilidad de hablar de una gaya ética en Elnacimiento de la tragedia, en la medida en que la felicidadtrágica reúne el goce y el sufrimiento propios del ejercicioautoafirmativo de la libertad. Con esto se recupera la estrecharelación entre vida ética y vida feliz. El hecho de queNietzsche se oponga a la ética tradicional no significa queniegue la ética, sino el imperativo de que esta responda a laexigencia humana de felicidad y satisfacción. En este sentido,se puede hablar de que el 'bien' se instala en la propia voluntadde poder, en el ascenso, en la creatividad, en la autoafirmación.El bien es potencia, crecimiento y fuerza. Pero los problemascomienzan en Así habló Zaratustra y en las oras llamadasnihilistas. Nietzsche, al subordinar lo apolíneo a lo dionisíaco,a la plenitud del todo, el individuo queda descualificada, porqueel dinamismo insaciable de querer proviene del cosmos y no delser mismo del hombre. Con el nihilismo activo se intentarecuperar lo dionisíaco en íntima unión con el imperio de lasubjetividad. Pero al proponer Nietzsche la autoafirmación,consigue un gran logro pero pone de manifiesto su ceguera, pueslogra afirmar la dimensión ética de la actividad interior, perohace de esta última un poder ilimitado, sin necesidad originariade vínculo con los otros. Sagols concluye que en la filosofíade Nietzsche hay sin duda una presencia ética, pero es unapresencia "que se hace sentir más como un ímpetu que comouna conquista" (p. 212), más como un laberinto que nosconduce a una pluralidad que impide responder de una sola manerasobre si hay o no una ética en el filosofar de Nietzsche.
Luis E. de Santiago Guervós