Kim Hak-sun fue una activista coreana que centraba sus esfuerzos en luchar contra la esclavitud sexual a raíz del maltrato recibido por parte del Ejército Imperial Japonés. Entre las comfort women fue la primera en hacer pública su historia después de 40 años de silencio, inspirando a muchas otras supervivientes a conseguir justicia por los crímenes sufridos.

Kim Hak-sun nació en Jilin, China, en el año 1924. De padres coreanos, Kim regresó a su país de origen a los quince años, tras ser vendida al propietario de una casa de kisaeng en Pyongyang. En 1941, después de dos años, fue vendida a una división del Ejército Imperial Japonés al norte de China. Allí fue forzada a servir como esclava sexual durante cuatro meses, tras los cuales finalmente pudo escapar. Como ella, muchas otras mujeres llamadas comfort women o ‘mujeres de solaz’ sufrieron graves maltratos a manos del Ejército Japonés que costó la vida a muchas jóvenes.

La idea de las comfort women tuvo sus inicios en 1932 en Shanghai, donde las mujeres estacionadas junto a las tropas servían por voluntad propia. Sin embargo, debido a la rápida expansión de las fuerzas japonesas por toda Asia, el gobierno Japonés comenzó a abducir y coaccionar a la población local para servir a los soldados. Muchas mujeres respondieron a ofertas de trabajo como enfermeras sin saber que realmente serían presionadas a servir como esclavas sexuales. A pesar de no existir un número exacto conocido de mujeres esclavizadas, ciertas fuentes hablan de más de 400.000 casos.

Antes de la aparición pública de Kim Hak-sun, el problema de las comfort women no era desconocido en Corea, pero era en general algo de lo que la gente prefería no hablar. Inicialmente, en 1943, creció la sospecha de que las chicas que se presentaban voluntarias para formar parte de los cuerpos de servicio eran forzadas a servir como comfort women. A pesar de la desconfianza ante la negación del Gobierno, no se inició una investigación a fondo.

En 1991, tras 40 años de silencio, Kim hizo pública su historia con el fin de demandar que Japón se responsabilizara de los crímenes cometidos durante la II Guerra Mundial. Hasta ese momento, el gobierno Japonés negaba la mera existencia de las comfort women, pero la declaración de Kim arrojó luz sobre los graves maltratos. Durante esa primera conferencia en la que Kim Hak-sun contaba su propia experiencia, declaró que  la bandera imperial japonesa “aún me hace temblar. Hasta ahora no había tenido el coraje de hablar, a pesar de que hay muchas cosas que quiero decir”.

Gracias a la valentía de Kim, muchas otras supervivientes siguieron sus pasos, iniciando un movimiento que sobrepasó las fronteras coreanas e inició un diálogo a nivel internacional. Desde entonces, todos los miércoles se llevan a cabo protestas delante de la Embajada Japonesa en Seúl, a pesar de la negativa del gobierno Japonés a admitir sus crímenes de guerra. La causa tiene un gran apoyo público que actualmente continúa creciendo con proyectos como el Blooming Project, creado por alumnos universitarios que, mediante la venta de pulseras, proponen elevar la conciencia pública y recaudar dinero para mejorar el bien estar de las comfort women.

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