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Mitología Mediterránea: Diosas en Andalucía

Ángela Hernández. Según relatan varios autores clásicos griegos y latinos, existieron muchos templos en la costa sur de España dedicados a la Gran Diosa Blanca, que recibió culto desde la Prehistoria en toda la cuenca del Mediterráneo. Las creencias religiosas mesopotámicas, cuya principal deidad era Ishtar, fueron introducidas gracias a las rutas que los fenicios implantaron a lo largo de todo el Mediterráneo y a las relaciones comerciales con los pueblos tartésicos. Esta deidad fue conocida con diversos nombres: en la Grecia antigua, se la conocía como Astarté, para los fenicios, Ashtart. Los sumerios la conocían como Inanna, los acadios, asirios y babilonios como Ishtar y los hebreos como Astoret.

Otro de los muchos nombres de Astarté era el de “estrella de la mañana y del atardecer”, nombre que deriva del latín “aster” (estrella). Fue llamada Venus Marina o Noctiluca por los romanos. Todas ellas son versiones de la Diosa Madre, adorada desde los tiempos prehistóricos por todos los pueblos mediterráneos.

Representaba el culto a la Madre Tierra y  la fertilidad, era la diosa del amor y de la vida. En el Mediterráneo se erigieron templos en su honor, que generalmente eran cavernas en las montañas. Sus símbolos eran el león, el caballo, la esfinge, la paloma y la luna creciente. Se la solía representar desnuda o cubierta con velos, de pie sobre un león.

Los historiadores citan tres grandes santuarios en las costas andaluzas, de Almería a Cádiz. Uno de ellos es el santuario de Noctiluca, situado en las costas malagueñas, cuya descripción coincide, entre otras ubicaciones, con la Cueva del Tesoro en el Rincón de la Victoria (Málaga). Rufo Festo Avieno, poeta del siglo IV, en su “Ora Marítima” (texto sobre geografía descriptiva de la Hispania prerromana) dice: “... bajo el dominio de los tartesios existe allí, frente a la ciudad (Mainake) una isla, consagrada antes por los habitantes a Noctiluca”.

La diosa Noctiluca, conocida también como Malac (“la que luce en la oscuridad”), era la protectora de los navegantes. El culto a esta divinidad fue representado también en las monedas fenicias de Malaka del siglo VI-VII a.C. Uno de los rituales con los que veneraban a esta diosa lunar consistía en portar su imagen en procesión hasta llegar al mar e introducirla en él, para que bendijera las aguas. Este ritual pudiera ser el origen de nuestra tradicional bendición de la Virgen del Carmen en la actualidad.

 

La Cueva del Tesoro

La Cueva del Tesoro, situada a unos 10 kilómetros de Málaga, entre las localidades del Rincón de la Victoria y La Cala del Moral, es una de las tres únicas cuevas de origen submarino del mundo. Las otras dos están en Asia y América Central. Se calcula que se formó en la época jurásica, originándose bajo el mar y después una parte emergió a la superficie. Situada en un acantilado a orillas del Mediterráneo, su composición es mayormente de piedra caliza. Tiene 500 metros de galerías con gargantas y columnas (típicas de las grutas submarinas), esculpidas por la acción del oleaje y las corrientes marinas, pero también tiene cualidades de cueva terrestre con estalactitas y estalagmitas.

En una de las salas, llamada Sala de Noctiluca, se encuentra un altar dedicado a esta diosa asociada a la luna y la fertilidad. Se trata de un “betilo” o formación rocosa que, debido a la erosión, tiene la forma de una mujer envuelta en un manto con una media luna. En el altar se han encontrado restos de cenizas de animales, lo que hace pensar en que fue utilizado en los rituales que se hacían en honor a esta diosa en el Neolítico.

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