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España, donante de vida 

José Manuel Rodríguez“Quizás lo mejor que tenemos es Don Quijote de la Mancha, las variedades de la cocina popular y el sistema nacional de trasplantes”, contestaba el escritor español Antonio Muñoz Molina en una reciente entrevista (El Cultural, 20-2-2015) a la pregunta sobre cuál era, en su opinión, la mejor “Marca España”. Esta respuesta es interesante porque pone de relieve una desproporción llamativa: mientras que Don Quijote es una figura literaria reconocida internacionalmente, y casi no existe una sola capital del mundo occidental en la que no haya uno o varios restaurantes de tapas, no puede decirse que España haya alcanzado también una justa fama por ser –y por haberlo sido de forma ininterrumpida desde 1992– líder mundial en donación y en trasplantes de órganos, récord que ha revalidado anualmente durante 23 años.

Por tanto, resulta comprensible que Muñoz Molina mencione con orgullo esta realidad y equipare su relevancia a la de aquellas otras aportaciones de la cultura hispana que, como la obra de Cervantes o la gastronomía ibérica, proyectan la mejor imagen de España en el exterior. Solo en 2014 se llevaron a cabo en el territorio español 4.360 trasplantes con éxito, alcanzando así una tasa de 36 donaciones por cada millón de habitantes, según informó la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) en enero de 2015. Su director, Rafael Matesanz, subrayó que esta cifra de donantes es “muy superior a la media de la Unión Europea, que se sitúa en 19 [por cada millón de personas], y a la de EEUU, con 25” (El Mundo, 13-1-2015). Y no solo eso: España es asimismo líder mundial en bancos y uso terapéutico de sangre de cordón umbilical desde 2013, de acuerdo con la publicación oficial del International Acreditation Forum (IAF).  

No obstante, cabe preguntarse si esta superioridad de España sobre sus países vecinos se debe exclusivamente a la eficiencia del Sistema Nacional de Salud (SNS) o si, además, se ve favorecida por algunos valores que son propios de la idiosincrasia española, capaz de acuñar sin complejos expresiones tan incomprensibles para los extranjeros como, por ejemplo, esa que dice “el muerto al hoyo y el vivo al bollo”.

Claro que no todos los datos son tan optimistas: la Federación Española de Donantes (Fedsang) recuerda que, en los últimos cinco años, la donación de sangre ha descendido en España un 7% (RTVE Noticias, 10-6-2014). En un país donde ser soso es un estigma social, parece no haber nada peor que “no tener sangre en las venas”. En consecuencia, el pasado 14 de junio, Día Mundial del Donante de Sangre (que coincidió además con otra cita mundial, la copa del mundo de fútbol), la Roja no dio la talla. Y, por desgracia, con “la Roja” esta vez no nos referimos únicamente a la selección española. 

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