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El mate, todo un ritual para los argentinos

Felisa Ramos. El mate es una infusión hecha con hojas de yerba mate, secadas, cortadas y molidas. Esta planta es originaria de Argentina, Paraguay y Uruguay. La palabra mate nace del término quechua ‘matí’ que significa calabaza, ya que el recipiente originario para tomar esta bebida estaba hecho con la piel de esta hortaliza. En la actualidad se usa una gran variedad de materiales: madera, metal, silicona…

Al llegar los conquistadores españoles a estas tierras, vieron que los nativos guaraníes practicaban el ritual de beber una infusión a la que llamaban ‘kaaí’ (ka’á:‘hierba’, e í: ‘agua’), que la utilizaban como parte de la alimentación diaria por sus propiedades estimulantes.

Las investigaciones médicas y científicas han descubierto muchos más beneficios para el organismo: proporciona energía, es antioxidante, estimula el sistema nervioso central, produce sensación de bienestar, brinda lucidez intelectual, aumenta la concentración,  detiene el envejecimiento celular y aumenta las defensas naturales de nuestro cuerpo.

El ‘equipo de mate’ está formado por el recipiente principal, donde se pone la yerba, la bombilla, una especie de pajita de metal, madera… con filtro, la pava o tetera para calentar el agua y el termo que la mantiene caliente y permite tomarlo en cualquier lugar. Además, la yerbera es el recipiente que contiene la yerba con la que se ceba el mate; o, dicho de otra forma, el cebador es quien lo llena y reparte entre los demás. Normalmente se toma amargo pero, si alguien lo prefiere, se acompaña con azúcar, miel, edulcorante…

Esta infusión milenaria es una de las más importantes señas de identidad de la cultura argentina. Sus gentes la consumen diariamente y es más que una bebida, forma parte de la idiosincrasia y la vida cotidiana de los habitantes del país. Incluso celebran el 30 de noviembre, el Día Nacional del Mate y en algunos lugares la Fiesta Nacional del Mate.

Su preparación y consumo sigue un ritual con una serie de pasos muy cuidados: ponemos el agua a calentar, la apartamos del fuego antes de que entre en ebullición, llenamos hasta las tres cuartas parte del mate con yerba, colocamos la bombilla dentro del mate y, finalmente, vertemos el agua suavemente. Así ya podemos disfrutar de su sabor tan especial y todas sus cualidades.

Por la mañana, por la tarde, en casa o en la oficina… los argentinos siempre están dispuestos a compartir unos “verdes”. “Dale, venite a tomar unos mates” debe ser una de las frases más repetidas en Argentina. No es patrimonio de un determinado estrato social; desde el Papa a la presidenta, pasando por la clase media-baja, todos comparten esta arraigada costumbre.

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