FORO PARA LA PAZ EN EL MEDITERRÁNEO

Yo soy tunecino

Por Francisco J. Carrillo, ExEmbajador de la UNESCO en Túnez, Vicepresidente de la Academia Europea y colaborador del Foro para la Paz en el Mediterráneo:

El yihadismo terrorista ha golpeado, esta vez, en un país de entorno árabe-musulmán: Túnez. Y ha atacado una de las fuentes económicas más importante de este país: el turismo que, en son de paz y sed de cultura, visitaba el Museo de El Bardo que contiene la colección más importante de mosaicos romanos, con una particular representación de la epigrafía sobre piedra de los enterramientos de las catacumbas tunecinas de los cristianos de la época. Un balance de 19 asesinados, más de 30 heridos y dos terroristas abatidos por las fuerzas de seguridad del Estado. Se da la coincidencia que el Museo de El Bardo es colindante con la Asamblea Nacional que en esos mismos momentos una Comisión parlamentaria debatía un proyecto de ley antiterrorista. La condena de esta masacre ha sido unánime, desde el Presidente de la República hasta el partido islamista Nahda. El atentado se atribuye sea a Al Qaeda Magreb islámico, sea al autocalificado Estado Islámico de Iraq y Siria (Daech), al que ha se ha adherido el yihadismo terrorista de Libia, así como el movimiento terrorista Boko Haran de Nigeria.
Se sabe, y se sabía, que Túnez está en el punto de mira del yihadismo terrorista. La democratización que ha llevado a cabo el pueblo tunecino, reflejada en una Constitución que declara la igualdad entre el hombre y la mujer, así como la libertad de creencias, constituye cambios únicos en el entorno árabe-islámico condenados por el yihadismo. La organización democrática del Estado, de los procesos electorales, del Parlamento y del Gobierno, son pruebas evidentes de que el pueblo tunecino ha optado, tras su “primavera árabe”, por su propia modelo basado en la libertad y en las reglas de funcionamiento democrático. Para Túnez, la Historia no comienza con el nacimiento del Islam ni su legislación se inspira en el Corán. Las leyes de inspiración coránica radical (la sharia) están deslegitimizadas por el actual ordenamiento jurídico, comenzando por la nueva Constitución.
En momentos tan trágicos, no puedo silenciar mi plena solidaridad con los familiares de las víctimas del terrorismo y con el pueblo tunecino, del que formé parte adoptiva durante una década. En abril de 2002 me tocó vivir el atentado en la isla de Jerba, cerca la Gran Sinagoga, en donde también las victimas fueran turistas, aquella vez alemanes. El número sobrepasó los 25 asesinados por Al Qaeda. Corrían tiempos de dictadura que intentó travestir el horrible atentado en una explosión de gas. El embajador de Alemania puso el grito en el cielo y nos comunicó al resto del Cuerpo Diplomático acreditado que se trataba de un vil atentado. Hoy, la transparencia ha tenido lugar desde el primer momento, con declaraciones de diputados, ministros, Presidente de la República (mi admirado amigo desde tiempos de silencio, Caid Beji Essebsi), medios de comunicación. Pretender ocultar, minimizar o manipular estos gravísimos hechos es el peor servicio que puede hacerse al pueblo y al sistema democrático.
Hace unas semanas, el terrorismo yihadista hacía estragos en la redacción de un semanario francés y en un hipermercado judío; días después, golpeó a la comunidad judía de Dinamarca (y fuimos todos los bienpensantes “judíos daneses”), sigue matando en Iraq y en Siria, con especial saña contra los ciudadanos árabes-cristianos, y en Yemen, Libia, Mali, Nigeria… Como la expansión de una mancha de aceite cuyos bordes son invisibles y que pueden ensangrentarse en cualquier momento con la sangre de los inocentes. Las personas asesinadas en Túnez, de varias nacionalidades, iban en son de paz, formaban parte del turismo cultural. Visitaban o iban a visitar a uno de los museos, El Bardo, en donde se presenta un valiosísimo patrimonio histórico sin fronteras, sin censuras fundamentalistas. El visitante (y me encontré asiduo participante y no sólo por las responsabilidades culturales que asumía en aquellos momentos), al recorrer este museo, está viviendo un pasado de la historia viva de Túnez con objetos diseñados y modelados por cientos de manos de personas anónimas. Lo primero que imaginaba cuando me encontraba frente a esos bienes culturales, Patrimonio de Humanidad, era la persona o las personas que lo hicieron, a veces con sudor y lágrimas. Nunca entendí al arte desprovisto del recreador humano que lo hizo.
Hoy Túnez está en profundo duelo internacional. Entre los asesinados, según se dice, hay un soldado tunecino. Honor para él y para todos los sujetos pasivos de la sinrazón y de la barbarie. ¿Quién será el próximo que caerá en ese negro campo del terror que termina en germinación de la solidaridad con los valores humanos universales en la mano y en el apoyo indiscutible a las diversas formas de democracia y a la paz de los valientes, como dirían el palestino Arafat y el judío Rabin?
Nadie está a salvo del terrorismo yihadista que pretende borrar de la tierra todo lo que no obedezca a la visión excluyente, las armas y bombas por delante, que forma parte del “ideario del terror”, incluidos aquellos países árabe que consideran “heterodoxos”, cual es el caso de Túnez, Líbano, Turquía, Marruecos… A este oleaje, a estas tramas negras, la respuesta más firme es neutralizarla en sus bases y reaccionar unidos esgrimiendo la defensa de la Democracia, la libertad y los derechos humanos universales.
Publicado en LA TRIBUNA del diario Sur de Málaga el 21.03.2015

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