El Medio Ambiente, así como la fauna y flora que en él viven, constituyen en este principio de siglo un tema de preocupación frente al constante aumento de la población y a una degradación sin precedente de nuestro entorno. De ello son testigo las iniciativas que han surgido al más alto nivel, como son el Convenio sobre la Diversidad Biológica ) de las Naciones Unidas, o la Estrategia Europea de Biodiversidad (adoptada en 2011) . Los compromisos correspondientes se reflejan en un “Plan estratégico del patrimonio natural y de la biodiversidad”, publicado en el BOE de 30 de septiembre de 2011 en el cual vienen detalladas las acciones concretas que se tienen que llevar a cabo de inmediato o en los próximos años.
Con la palabra “biodiversidad”, a veces maltrecha, entendemos la diversidad de la vida en todos sus niveles de organización, así como los procesos ambientales y evolutivos que la mantienen. El reto de detener la pérdida de biodiversidad y la degradación de los ecosistemas requiere como primer paso un conocimiento adecuado de sus componentes y de sus formas de funcionar. La necesidad de buenos descriptores queda reflejada en los requisitos de “evaluación inicial” formulados en normativas como la Directiva de Estrategias para el Medio Marino, entre otras. La aceleración de los procesos globales que nos afectan hace más urgente la preparación de nuestra respuesta.
A la vez que crece la demanda social e institucional para un conocimiento adecuado del medio natural, los trabajos en esta rama adolecen de una calidad insuficiente de los datos básicos, en el momento del trabajo de campo y de la identificación de organismos. Son cada vez más escasos los profesionales capacitados para identificar correctamente un animal o una planta, comprender los hábitats que ellos conforman y saber valorar los elementos necesarios a su conservación. El denominado “taxonomic impediment” es el planteamiento que, mientras muchas ramas de las ciencias biológicas y ambientales dependen de la calidad de los datos primarios de biodiversidad, la escasez de especialistas llega a ser un factor limitante.
Los contenidos de este Máster están pensados en este contexto, con la perspectiva de formar científicos capacitados para llevar al más alto nivel el conocimiento del medio natural y de sus procesos. Los tres itinerarios propuestos como “especialidades” permiten desarrollar tanto los aspectos más académicos, destinados a futuros doctorandos, como otros de aplicación más inmediata en temas de gestión y conservación de los recursos naturales.