En febrero de 2020 comencé mi Erasmus en Montenegro. Aunque presencialmente tan solo estuve dos meses en el lugar de mis estudios debido al covid-19 , estos fueron suficientes para vivir situaciones que no habría experimentado de otra forma.

Durante mis estudios, pude convivir con gente local, y así aprender más de su cultura y forma de vida. Me sorprendió la hospitalidad que ellos ofrecían al visitante extranjero. También me resultó atractivo el sentimiento familiar que predominaba en casi toda la población. La sensación de pertenencia a un grupo o colectivo.

Con respecto al territorio, ves paisajes que si los visualizaras en fotografías, pensarías que son irreales o están editados. Montenegro tiene una naturaleza virgen en casi todos sus rincones, y, a pesar de la general falta de conciencia por el cuidado del medioambiente, en el aire que en mi día a día respiraba allí, abundaba la pureza.

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