Nacida en 1896, Na Hye-seok era la cuarta hija de una familia adinerada de Suwon, en la provincia de Gyeonggi. Asistió a un colegio femenino de Seúl, donde se la conocía por su gran habilidad artística y su inteligencia. Cuando se graduó en 1913, su hermano mayor la empujó a continuar su educación en Japón, donde estudió pintura al óleo al estilo occidental en una universidad femenina de Bellas Artes de Tokio. Allí, la influencia del movimiento feminista japonés, liderado por el grupo Seitô, la llevó a escribir su primer ensayo con tan sólo dieciocho años, titulado «La mujer ideal», donde criticaba la concepción tradicional coreana de una buena esposa.

Durante su etapa universitaria, Na fue secretaria de la Asociación de Alumnas Coreanas en Japón y desempeñó un papel fundamental en la publicación de su primera revista, «El mundo de la mujer», donde escribió su primera historia corta, que es también su obra maestra, «Gyeonghee», en 1918. Cuando se graduó en abril de 1918, se convirtió en la primera pintora coreana con un título universitario.

De vuelta en Corea, participó en el movimiento independentista del 1 de marzo y fue encarcelada durante cinco meses. Al salir de prisión se casó con un abogado viudo que también había estudiado en Japón. En marzo de 1921, realizó una exposición en Seúl que fue todo un éxito y la llevó a ser reconocida nacionalmente en junio del año siguiente, cuando sus pinturas fueron aceptadas para la primera Exhibición Anual de Arte Coreano. Durante los años 1923 y 1927, incluso cuidando de tres hijos, continuó cosechando buenas críticas y gran reputación como artista y escribió varios ensayos y su segunda historia corta, «Wonhan», sobre una mujer encadenada a su marido promiscuo por culpa de una cultura tradicional.

Siguió a su marido en tour por Europa y Estados Unidos, lo cual le permitió estudiar en París y observar el progreso el la posición social de la mujer en Occidente. A su regreso a Corea en marzo de 1929, Na se encontraba en el cénit de su carrera artística y profesional. Sin embargo, en 1931, debido a una supuesta aventura amorosa, se divorció de su marido, perdió la custodia de sus hijos e incluso el derecho a verlos, y su vida personal se convirtió en un escándalo social a escala nacional. Sus actividades artísticas y su imagen pública sufren un gran declive, por lo que en 1934 escribe dos artículos titulados «Confesiones sobre mi divorcio», en los que intenta reivindicarse y criticar el doble estándar de la sociedad patriarcal coreana. Sin embargo, con esto sólo consiguió más rechazo social.

Sin techo, sin respaldo económico y rechazada incluso por su familia, la salud física y mental de Na empeoró hasta su muerte anónima en un hospital de caridad en 1948. Durante generaciones, la vida de Na se usó como cuento admonitorio y la propia Na como un modelo negativo para las mujeres que pretendían modernizarse.
En 1974, se publica una biografía sobre la autora, donde se intentó restablecer su identidad como pionera intelectual y eliminar su estigma de mujer inmoral. A partir de la década de los noventa, además, se empieza una investigación seria sobre Na, que la ha llevado a ser incluida en los estudios feministas coreanos.

 

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