Corría la mitad del siglo pasado cuando la gente emigró de los pueblos a las ciudades para buscar mayores oportunidades para conseguir un trabajo y algo que poder llevarse a la boca. El entorno rural quedó desértico, llegando a conformar en muchos casos lo que se conoce como 'La España vacía'. Como las modas, todo vuelve, y ahora lo que se lleva es volver al campo. El coronavirus ha amenazado la forma de vida de los centros neurálgicos y el ojo está puesto en el entorno rural, el escenario perfecto para un posible nuevo confinamiento. Coincidiendo con estas circunstancias, la Universidad de Málaga, en colaboración con la Diputación, ha puesto en marcha el I Campus Universitario de Inmersión Rural ante el Despoblamiento, para que los estudiantes conozcan otro escenario donde poder desarrollar su vida profesional y personal. "Para los alumnos de la UMA, el entorno rural supone un ámbito más de despliegue profesional", explica, en relación al aporte que puede suponer para los estudiantes este campus, el Director de Territorio del Vicerrectorado de Empresa, Territorio y Transformación Digital y profesor de la Universidad de Málaga, José Becerra.

La Delegación de Innovación Social y Despoblamiento de la Diputación de Málaga, la Fundación General de la UMA y el Vicerrectorado de Empresa, Territorio y Transformación Digital  de la Universidad de Málaga organizan este campus con el objetivo principal de luchar contra el despoblamiento, pero desde el conocimiento y la reflexión. Como señala José Becerra, "no se trata simplemente de promover que la gente se vaya a los pueblos a vivir porque sí, sino que a través de la formación sean capaces de desarrollar un futuro profesional y personal en el entorno de la provincia". De esta forma, se produce una sinergia que, por un lado, promueve las iniciativas que vertebran a la provincia, la enriquecen y dan respuesta a las necesidades que existen, y por otro, se busca encontrar salidas profesionales a alumnos de la universidad. "Se busca que los alumnos complementen aquellos ámbitos en los que hace falta poner en marcha proyectos innovadores e interesantes y que solucionen posibles problemas o que vengan a cubrir ámbitos que estaban antes sin cubrir", comenta Becerra.

Esta formación no está enfocada a un perfil concreto de estudiante sino que han pretendido acercarse a todo aquel que se sienta atraído por la temática, conformando un grupo de 30 estudiantes de disciplinas totalmente diferentes. "Hay muchos ámbitos en los que un alumno de la Universidad de Málaga puede tener algo que aportar", afirma el profesor de la UMA. Además, las temáticas del campus están siendo muy diversas: nuevas tecnologías, energías renovables, turismo sostenible, agricultura sostenible..., aptas para cualquier alumno interesado, pese a no tener conocimientos previos.

Desde la perspectiva de la institución, el entorno rural no deja de ser un ámbito más del despliegue del potencial de los alumnos. Otro mundo donde conseguir emplearse, desarrollar proyectos vitales y laborales, etc... La sociedad concentra en lo urbano todo lo que le rodea y las cifras muestran que se han dejado de lado los territorios de la periferia o rurales donde hay empleo y oportunidades, en definitiva, necesidades que cubrir. Además, el director de Territorio del Vicerrectorado afirma que "es muy probable que en la universidad, como en el resto de la sociedad, la educación que se imparte tenga un enfoque muy centrado en lo urbano y no estaría mal echar un vistazo a lo demás por si hay oportunidades que estamos dejando de lado".

Sin embargo, en el día a día de la UMA, el entorno rural está muy presente. La universidad se nutre de alumnos de diferentes partes del mapa a nivel nacional y autonómico, pero sobre todo de toda la provincia. «Lo habitual es que una clase tenga un número considerable de personas de fuera de la ciudad que vienen desde sus casas diariamente o bien residen en la capital solo en el periodo lectivo. Los pueblos siempre están presentes de este modo», comenta.

Es la primera vez que se lanza una convocatoria así al público universitario por lo que sólo se han ofertado 30 plazas, con el objetivo de ver qué acogida iba a tener. Finalmente, ha sido todo un éxito. La idea de un número tan reducido de plazas es que la formación sea personalizada, con grupos manejables, con capacidad para interactuar con los profesionales y también entre sí. Becerra señala que han intentado mantener en la medida de lo posible el espíritu del proyecto, que era una modalidad muy práctica, porque los alumnos ya vienen de cuatro años de enseñanza teórica en su mayoría. Son alumnos de grado, postgrado o egresados de la universidad de los últimos 5 años. 

Detrás de una pantalla

Tras cambios de fecha y una larga espera para conocer las medidas de seguridad impuesta por las instituciones, el I Campus Universitario de Inmersión Rural ante el Despoblamiento comenzaba el pasado día 9 en modalidad 'online'. «Hemos tenido los dos escenarios preparados durante mucho tiempo, pero ha llegado el momento de decidirnos y hemos tenido que decantarnos por la modalidad 'online'. Hemos mantenido la opción presencial hasta el final porque el objetivo principal era que hubiera formación pero sobre todo contacto con la provincia a través de la experiencia y las vivencias de los estudiantes. Era clave, pero al final hemos tenido que hacerlo así y poco a poco hemos conseguido que acabe de estructurarse con las herramientas adecuadas». 

La crisis causada por el Covid-19 ha provocado que la gente huya de los centros de las ciudades hacia los pueblos en busca de tranquilidad, naturaleza y un entorno en definitiva más apartado del contacto humano que es la principal causa de esta enfermedad. Además, el entorno rural parece el escenario perfecto en caso de un nuevo confinamiento, sobre todo para esas personas que teletrabajan y solo les queda estar entre cuatro paredes. La convocatoria de este campus puede servir a los estudiantes como perspectiva de futuro ante nuevos proyectos de vida. «A medida que hemos ido elaborando los contenidos y concretando todas las actividades que queríamos hacer, tiene mucho sentido hablar de esto en general y hablar de esto ahora», explica José Becerra en relación a la situación actual. Algo positivo parece salir de esta pandemia, que la España vacía vuelva a poblarse. 

El espíritu del proyecto

El campus, que se encuentra ya en su segunda semana, transcurre en varias fases. La semana pasada, los alumnos tuvieron charlas y conferencias de forma virtual. Recibieron información por parte de profesores universitarios de diversos campos, como de geografía física, del área de máquinas y motores térmicos o un formador del servicio de empleabilidad y emprendimiento, que les dio claves relacionadas con el potencial y las posibilidades para poner en marcha una actividad empresarial.

En los últimos días, ha tenido lugar un hackathon. Una actividad muy dinámica donde lo que se pretende es incentivar al alumno con el trabajo en grupo para hacer una lluvia de ideas que posteriormente serán valoradas para ver si se pueden llevar a cabo o no.

Esta semana continuará la formación virtual con una serie de talleres y visitas virtuales a diferentes puntos de la provincia. Estas eran las que iban a ser visitas físicas, donde emprendedores están llevando a cabo actividades interesantes, con la intención de mostrarle a los alumnos experiencias de éxito. Se trata de que ellos vean y conozcan de primera mano la experiencia de estas personas: cómo comenzaron, dificultades con las que se han encontrado, que han hecho para superarlas, cual es el potencial que han visto... 

Al final de esta semana hay una visita al Caminito del Rey como experiencia emblemática de éxito de la provincia. Esto es lo único que se mantiene como presencial y, si no se pudiera, también tienen preparado una alternativa con uno de los guías del camino con una serie de vídeos para hacer una visita cultural con explicaciones del proceso de reconstrucción y lo que ha supuesto para el entorno. 

Una vez termine esta semana tienen que elaborar un proyecto, de forma individual o en grupo, de innovación para el ámbito rural que ellos elijan sobre el que trabajar. Para ello, se han seleccionado unos ejes temáticos prioritarios que tienen que ver con la comunicación digital o terrestre del entorno rural, con la atención a personas mayores, economia senior, exclusión económica, asesoramiento de la juventud y las mujeres en los centros rurales y finalmente, cuestiones relacionadas con la tecnología o el medio ambiente en el entorno rural. A partir de este punto y durante dos meses, los alumnos trabajarán de manera autónoma con el apoyo de todos los participantes del campus que ejercerán de tutores a petición de los estudiantes que podrán solicitar información, conversaciones, entrevistas, interacción, etc.. 

Transcurridos los dos meses, tendrán que presentar su proyecto ante un jurado para conocer cuál es la mejor propuesta. La ganadora se llevará un premio de 1000€, el broche perfecto a esta aventura. Este campus ya tiene los ojos puestos sobre la edición del año que viene. La intención desde la organización es que sea anual. «Nos hemos quedado con muchas ganas de que fuera presencial y además, han ido surgiendo más ideas. El campus se ha ido conociendo mediante la difusión que hemos hecho y han empezado a surgir grupos de investigación, profesores de la UMA y más alumnos que quieren participar de este proyecto. Creemos que puede ser una formación de largo recorrido», concluye José Becerra.