Una experiencia así es capaz de llevarte más allá de tu zona de confort y enseñarte que tus límites están mucho más lejos de lo que pensabas. Ver que eres capaz de valerte por ti mismo. Y madurar.

 

Todos podemos sentir miedo antes de embarcarnos en nuevas aventuras. Y tenemos derecho a ello; somos humanos. Pero creo que el hecho de vencer esos miedos es lo que nos hace crecer.

Cuando estaba en segundo curso, con unos 19 años, no sabía mucho sobre la vida, pero sí tenía claro que quería conocer otros lugares, otras personas, otras formas de ver. Y me sorprendió descubrir la variedad de oportunidades que ofrece la universidad, al mismo tiempo que me entristeció ver que estas pasan desapercibidas para muchos.

Animo a todos los estudiantes a que investiguen todas las modalidades de movilidad nacional e internacional. En mi caso, tuve la oportunidad de estudiar un curso en Radford University (Estados Unidos) a través del programa ISEP, y la experiencia fue maravillosa de principio a fin. Totalmente recomendable. Todo era como había imaginado: vivir en un campus universitario norteamericano, conocer a toros estudiantes de incontables nacionalidades, explorar el país… Y no solo me trataron como a uno más, sino que me transmitieron su curiosidad por mi propia cultura. Y me hicieron sentir como en casa cada día que pasé allí.

Pasado el tiempo, solo tengo buenos recuerdos de aquel año. Volvería a vivirlo todo con gusto mil y una veces más. Y tuve la gran suerte de llevarme a casa amigos de por vida. 

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