Con un efusivo abrazo es como nos reciben al entrar al instituto Río Verde, en Marbella el pasado viernes noche. Cálido. Reconfortante. Familiar. La cara de Saúl Pérez Ruano sonriendo tan ampliamente como un niño. La sensación que se respira es de expectación y comodidad mientras el elenco se rodea de gente que entra y organizan lo último que quedaba antes del estreno de El poder del silencio.

Nos dan las entradas y entramos tan rápidamente que apenas sé a quién he saludado. La sala está repleta. “120 personas” recuerdo decir a Saúl en la presentación de la película. Todos charlando animadamente, poniéndose al día, como un gran grupo de antiguos conocidos.

Al sentarnos la pantalla nos saluda imponente, más grande de lo que pensaba que sería siendo un instituto. Justo debajo de esta, una tarima y un piano que, a pesar de su amplitud pasa desapercibido. A nuestro lado, una mujer con un perfume peculiar, extranjera, y un par de filas más adelante comienzan a sentarse los implicados en la película. Un hombre sube a la tarima y, dulcemente acaricia las teclas del piano. Silencio. Absoluto y conmovedor. Antonio Meliveo, compositor de la banda sonora de la película, toca el piano durante apenas unos segundos mientras el director comienza a presentar el filme acompañado de la música que resurge del piano. “Estoy un poco nervioso así que disculpadme”, comenta el director con franqueza casi que con absoluta transparencia.

Para cuando empieza a reproducirse el filme, la semilla de la expectativa había florecido rápidamente. La sala se hunde en un silencio sepulcral a excepción de algún comentario confundido o alguna risilla discreta. Creo que nadie iba realmente concienciado de lo que se nos iba a exponer hasta que las exclamaciones ahogadas y los vellos erizados comenzaron a extenderse por la sala como un virus. La comodidad con la que nos habían recibido se dispersó creando una atmósfera incómoda mientras el filme transcurría lenta y pausadamente.

Los noventa minutos pasan sin apenas notarlos. Y la tensión que estábamos experimentando rápidamente se dispersa nuevamente cuando Javier Chueca sube a la tarima junto al director, Saúl, y al divulgador Juan Lankamp para, entre pullas y bromas, hablar de lo que llamamos el ´making off´, de cómo “veinte locos” hicieron una película inspirada en la realidad, con un presupuesto limitado y con una gran ilusión y esperanza.

Al finalizar el coloquio, tras experimentar lo que podría haber sido perfectamente un viaje interno sobre la ética y la moral, lenta y pausadamente la sala se va despejando. Las conversaciones se van desplazando hasta los bares cercanos de la localidad y el instituto se queda paulatinamente vacío. Mi acompañante y yo salimos del centro en busca de un autobús pero sin poder evitar echar la mirada atrás, al pensar en todo lo que hoy nos había marcado desde dentro en lo que había sido el pre estreno de una película que podía sorprender y horrorizar por partes iguales al mundo.


Esa misma mañana el director Saúl Pérez Ruano, impartió una clase magistral en nuestra facultad.

El poder del silencio se estrena en cines el próximo 7 de noviembre.