Homenaje a Armand Mattelart: "Además de sabio, buena persona"
1
/
1
Armand se ha ido con el runrún de un mundo muy revuelto que, con seguridad, entristeció el tiempo que lo condujo a los noventa años de una vida intensa. Al menos, la última imagen de su existencia ha sido la reconfortante de Michèle, la mujer fuerte y sabia con la que compartió ilusiones y esperanzas.
A lo largo de una obra extensa y sugerente nos alertó acerca de los peligros que, para la cultura democrática, vislumbró en el horizonte. Había, desde una lectura crítica de la realidad, reflejos preclaros sobre amenazas que otros no veían o donde solo veían el brillo de los nuevos usos tecnológicos. Más allá de las luces, percibió una profunda degradación de la comunicación humana en la era del mercado aumentado, en la era de la absorbente jaula digital.
Todo lo que recuerdo de los Mattelart me toca en lo más profundo. Tal vez sean las vivencias de México, las de Mérida y Monterrey, las más amables, vitales y reconfortantes para la memoria. Lo primero que advierto en el retrovisor es el sentimiento de la bondad. Armand, y es algo extensivo a Michèle, era, por encima de todo, aun tratándose de un intelectual brillantísimo, una excelente persona, una persona buena.
Con este breve apunte queda dicho bastante, lejos de una deriva hagiográfica que sería lo más opuesto al espíritu crítico que alumbró el pensamiento de Mattelart. No sé qué podría añadir, a no ser una pequeña sugerencia. Sí, sin duda el mejor homenaje que podemos rendir a quien ahora se ha ido es volver a su pensamiento, a sus libros. Salgan de la jaula y lean algo…
Descanse en paz.
Bernardo Díaz Nosty







