El director y dibujante Enrique García (Málaga, 1971) visitó la Facultad de Ciencias de la Comunicación para ofrecer una charla al estudiantado. Con su característico humor y cercanía, García repasó su trayectoria desde los primeros cortos grabados en Super 8 en casa de sus padres hasta su consolidación como uno de los nombres más reconocidos del cortometraje andaluz. Una historia de pasión, aprendizaje constante y ganas de contar.

“El cine y el dibujo forman parte de mi vida desde chico”, recordó. Hijo de una familia de clase media del norte de Málaga, su padre grababa todos los bautizos y celebraciones en Super 8. “Tener vídeos en casa en los años 70 era algo raro, pero para mí era lo más normal del mundo. Veía películas como Superman, Tiburón o Star Wars con siete años y me quedaba KO”, contó. Aquellos primeros deslumbramientos marcaron su manera de entender el relato audiovisual: “Yo me fijaba en los pequeños detalles narrativos, en cómo te contaban la historia”.

Durante su adolescencia, su casa se convirtió en un plató improvisado. Con amigos, cámaras domésticas y mucha imaginación rodó sus primeros cortos “para soltarse”, homenajes a los grandes títulos del momento: Batman, Rocky, E.T.… “Yo iba montando conforme iba grabando, sin saberlo estaba aprendiendo narrativa cinematográfica”, explicó.

Su carrera profesional arrancó en los años 90, en plena efervescencia mediática por la Expo de Sevilla y los Juegos Olímpicos de Barcelona. Pasó por Televisión Española y, después, por la prensa malagueña como caricaturista y crítico de cine. “Dibujar me enseñó a observar y a ordenar la mente. Estudiar una cara para caricaturizarla es parecido a dirigir: hay que saber qué quieres contar y cómo hacerlo”, reflexionó.

En 1999 comenzó a rodar cortometrajes bajo su propio sello, Studio Atralla, con un lema que define bien su espíritu: “sin tiempo, sin dinero y con muy poca vergüenza”. En la década de los 2000 acumuló premios en festivales y llegó a ganar hasta cuatro galardones RTVA. Su gran salto llegó con “300 días en Michigan”, una historia que triunfó en el Festival de Málaga, donde obtuvo varias Biznagas.

Hoy, además de dirigir, dirige su propia escuela de cine, donde enseña a nuevas generaciones a contar historias con los medios que tengan a su alcance. “Hemos hecho cientos de cortometrajes, algunos se han proyectado en Sevilla, Córdoba, Málaga o incluso Seattle. La experiencia es lo que más enseña”.

Concluyó su charla con un mensaje inspirador para el alumnado: “Si no hay trabajo, te lo inventas. Si algo te gusta, planifícalo y hazlo. La creatividad no espera a que alguien te llame”.

Foto: Técnicos FCOM UMA