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Día Mundial de la Ciencia para la Paz y el Desarrollo

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A finales de 2019, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura estableció una Alianza Mundial para la ciencia abierta que reúne entre otros socios a academias, universidades, bibliotecas, editoriales y jóvenes investigadores, siguiendo la hoja de ruta adoptada en noviembre de ese año en su 40ª Conferencia General. Un Comité Científico, compuesto por 30 expertos de todo el mundo, fue encargado por la UNESCO de preparar un borrador preliminar de la Recomendación sobre la Ciencia Abierta tras una consulta mundial a expertos, ciudadanos, ONG y organismos de las Naciones Unidas.

Este año, en un momento en el que el mundo está luchando contra la pandemia mundial de COVID-19, el tema central del Día Mundial de la Ciencia es "La ciencia para y con la sociedad frente al COVID-19". A lo largo de esta crisis sanitaria sin precedentes, se han realizado esfuerzos en acercar la ciencia a la sociedad y reforzar las colaboraciones científicas internacionales que se necesitan de manera crítica. Desde la perspectiva científica, se estructura en torno a tres pilares principales: promover la cooperación científica internacional, garantizar el acceso al agua y apoyar la reconstrucción ecológica.

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La crisis actual debería servir para alertar de la urgencia de aumentar la financiación y el apoyo en favor de la investigación y la colaboración científicas. Ello se refiere tanto a las ciencias exactas y naturales como a las ciencias sociales y humanas. El virus es un hecho social total que no se puede reducir únicamente a los datos epidemiológicos, por fundamentales que estos sean. Las ciencias exactas y naturales nos ayudan a comprender el virus, mientras que las ciencias humanas nos permiten examinar a fondo la sociedad y revelar su complejidad, evitando simplismos estériles y pruebas falsas. Las ciencias sociales y humanas pueden aportar una importante contribución a la lucha contra esta pandemia y sería beneficioso integrarlas mejor en las políticas públicas.

El proyecto de recomendación refleja la riqueza de opiniones, propuestas y expectativas expresadas durante las consultas. En su calidad de instrumento de derecho internacional, el proyecto acordado tiene en cuenta los retos a los que se enfrenta la comunidad científica en su conjunto, pero también las especificidades regionales, en particular en África. De manera general, reconoce el potencial revolucionario de la ciencia abierta, destacando su importancia para salvar las brechas digitales, tecnológicas, de género y de conocimientos que pueden existir entre los países, pero también entre las personas de un mismo país. Además, el texto subraya que lograr la necesaria transición hacia una ciencia abierta, cuyos primeros pasos se dibujan en el proyecto, requiere una transformación de la cultura científica, que deberá favorecer un enfoque colaborativo más que competitivo y tener en cuenta la dimensión ética en los procesos de creación científica.

El proyecto incluye una propuesta de definición de la ciencia abierta, sus objetivos, un marco de valores y principios compartidos y un análisis de los esfuerzos necesarios para lograr aprovechar el vasto potencial de la ciencia para la sociedad, incluidos los sistemas de conocimientos de los pueblos indígenas. El texto final tendrá que ser aprobado por los Estados Miembros de la UNESCO en la próxima Conferencia General, en noviembre de 2021.

 

 

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