Objetivo

Este proyecto, más allá del concurso, lo que pretende es crear un espacio para el desarrollo de la competencia de comunicación escrita.

Los planes de estudios no suelen recoger contenidos ni actividades que directamente formen en esta competencia, y sin embargo, se trata de una competencia clave para un aprendizaje a lo largo de la vida. No obstante, no es una competencia nueva y específica de la enseñanza universitaria, sino que se ha estado trabajando y formando en ella en las enseñanzas previas. Por lo tanto, lo que propone este concurso no es un imposible, aunque somos conscientes de lo que se pide está en las lindes del arte, ya que escribir despertando algo en el que lo lee, es evidentemente un arte, pero también es cierto que a escribir se aprende escribiendo y leyendo, y eso es lo que pretende estimular este proyecto, un espacio de ensayo en el podáis probaros.

Web

La Web del concurso se encuentra en el Campus Virtual:

> Web

La clave de inscripción en dicha Web es: kilobyte

Procedimiento

Para entregar tu relato debes rellenar un formulario de entrega en la Web del concurso. Podrás participar en el concurso con cuantos relatos desees, rellenando el correspondiente formulario por cada obra que remitas. Los datos de identificación sólo serán usados en el caso de que tu texto sea seleccionado como ganador, la selección es llevada a cabo de forma anónima.

El relato deberá poseer una extensión no superior a las 256 palabras,  el tema es libre,  pero debe incluir la palabra electrónica o alguna de sus derivadas.

Fechas

Fechas de interés:

  • Envío de relatos: del 14 de abril al 6 de mayo
  • Votación de los relatos ganadores: del 14 de mayo al 4 de junio
  • Publicación de los ganadores: 8 de junio

Bases

> Bases del concurso

 


 

GANADOR
Título: El electrón perdido
Autor: José Antonio Cerván García (estudiante del Grado en Ingeniería de Tecnologías de Telecomunicación)
Han pasado veinte días desde que circulé por última vez. Tantos días parado, siempre en tensión y a plena potencia, recibiendo y acatando órdenes, a menudo erróneas, de seres extraños a través del código que recibíamos desde un ordenador. "Ha estallado la guerra nuclear", se oyó decir el último día. No sé nada. Tengo miedo. Intento moverme constantemente, pero no lo consigo. Mis fuerzas se han desvanecido. Durante toda mi vida he necesitado de impulsos externos para desplazarme, y ahora estos se han extinguido. Creo que no volverán. Nada sentí nunca tan grave como este desasosiego que ahora corroe lentamente mis partículas. He tenido multitud de oportunidades de atender a las explicaciones que se daban en este laboratorio sobre materias relacionadas con la electrónica, pero escasas de ellas fueron las que comprendí. Al fin y al cabo, no estoy hecho para gestionar pensamientos. Estas inquietudes que ahora me sobrevienen son fruto de la locura que me acecha desde el inicio del inminente conflicto. Cada vez me encuentro más débil y, sin embargo, no siento que mi vida vaya a finalizar en ningún momento. En ocasiones veo destellos al final de mi habitáculo. Puedo sentir cómo mi carga negativa quiere estabilizarse con aquello que encuentra a mi alrededor, y esto sólo consigue hacerme más daño, deteriorando mis fuerzas y colmando el cupo de mi paciencia. Estoy a punto de perder la cordura. Me hallo en el pin P1.5 de un MSP430 abandonado en esta habitación. No puedo escapar. Soy un electrón perdido.

 

ACCÉSIT
Título: Una relación efímera
Autor: Alejandro López Ariza (estudiante del Grado en Ingeniería de Sistemas Electrónicos)
Él la invitó a salir. Ella aceptó. Se embarcaron juntos en un viaje de ida, sin rumbo, a donde les llevase la corriente.
Cuando estaban juntos eran capaces de filtrar las bajas frecuencias, las malas vibraciones, eran capaces de muchas cosas. Nada interfería en su relación.
Ella era feliz. Él comenzaba a recordar. Ella era feliz. Él recordaba ser feliz con otra, pero no recordaba con quién. Pasó el tiempo.
Ambos reían, ambos compartían. Ella era feliz. Él seguía recordando. Cada vez recordaba con más fuerza haber sido feliz en el pasado con alguien, justo como comenzaba a serlo ahora con Ella. ¿Quién era ese alguien del pasado? Muchas preguntas rondaban en su cabeza. Ella era feliz. A Él todo le resultaba familiar.
Llegó el día en el que Él logró recuperar gran parte de su memoria, lo suficiente para encontrar las respuestas que buscaba. Ella era ese alguien con quien había conectado en su pasado, todo encajaba. Por fin había vuelto a encontrarla. Ella era feliz. Él era feliz. Pasó el tiempo.
Él comenzaba a olvidar. Fue entonces cuando se dio cuenta de lo cruel que podría llegar a ser el amor en la electrónica. Fue entonces cuando el Condensador descubrió que su relación con la Resistencia no tendría futuro. Él olvidó. Ella volvió a estar triste, como en cada ciclo de descarga de su amado. Pasó el tiempo.
Él la invitó a salir. Ella aceptó. Se embarcaron juntos en un viaje de ida, sin rumbo, a donde les llevase la corriente.

 

 ACCÉSIT
Título: Noveno dirigible de Aeroclimática
Autor: Marcos Santamaría Muñoz (estudiante del Grado en Ingeniería de Sonido e Imagen)
Noveno dirigible de Aeroclimática.
6:31AM, Cumulonimbus.
La lluvia repiquetea sobre mi visor y hoy ni siquiera me aprieta el nudo de la bufanda que sostiene mi máscara de gas.
Es una pena.
No saldremos de esta.
Las ráfagas de viento distorsionaban la conversación que, a gritos, mantenían el resto de aeróstatas sin rango, confirmando los mismos detalles de rumbo una y otra vez, la cubierta parecía estar en ebullición.
-¿Altitud?-
-¡Nueve mil! ¡A la espera de órdenes!-
-¿Velocidad?-
-¡Doce nudos! ¿Órdenes? -
-¿Y la relativa?-
-¡Cuatro! ¡Cuatro y medio! ¡Nos alcanza!-
Veréis, prevenir tormentas eléctricas a bordo de una jaula de Faraday voladora y altamente explosiva requiere precisión milimétrica, sangre fría y electrónica de alta potencia. Y yo, me encargo de que esta última parte funcione correctamente, sin embargo, me estoy calando hasta los huesos. Ya no hay nada que prevenir.
-¡Primeros rayos! ¡Jaula a setenta grados!-
Vatios y más vatios danzan en el aire, con y contra nuestro dirigible, sólo tengo que aprovecharlos. "Sólo"
Inspiro profundamente a través del filtro de la máscara y me la retiro para dar ímpetu a mis palabras.
-¡Aeróstatas del Noveno, sólo tenemos esta oportunidad! ¡Quiero de inmediato un cable de alta potencia desde la jaula hasta Motores!
El circuito que une la alimentación externa del motor con la jaula se cierra con un reconfortante “clack”…
Sólo hubo un destello más en el cielo.
El ruido blanco de la lluvia apenas profanó nuestro silencio.
Sólo llegó el amargo e inconfundible olor a circuitería quemada.
Como todos aquellos 741.
Ardimos,
caímos.