Antonio Bonet Correa, catedrático de Historia del Arte por la Universidad Complutense de Madrid y actualmente director de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, fue investido hoy como doctor honoris causa por la Universidad de Málaga, en un acto celebrado en el Rectorado. Emocionado, agradeció a la UMA su nombramiento e impartió una lección titulada ‘La perspectiva, el territorio y la escenografía renacentista en Maquiavelo’.

Bonet Correa fue amadrinado por la catedrática de Historia del Arte de la UMA Rosario Camacho, y recibió los elementos que lo acreditan con tal honor -el título, el birrete, los guantes, el Libro de la Ciencia y el anillo- de manos de la rectora, Adelaida de la Calle. Asistieron a la ceremonia representantes institucionales y profesionales relacionados con el mundo del arte y de la historia.

Comenzó el doctorando con un agradecimiento por la “semblanza exagerada” que acababa de escuchar de la mano de su madrina. Recordó sus viajes a Andalucía, comunidad a la que se declaró vinculado, desde que viajaba los veranos de los años sesenta para explicar a alumnos extranjeros los centros históricos de las ciudades. “Me fascina su historia, sus paisajes y su forma de vivir la vida. Quedé prendado de ellas”, indicó.

“Mi hogar intelectual ha estado marcado por esta tierra –añadió-. Málaga, ciudad amable y lírica. Mis lazos con esta ciudad comenzaron con la fundación del Colegio Universitario, precedente de la Universidad”. Recordó también que él fue “uno de los que salió en la foto”  cuando se colocó la placa en la casa de nacimiento de Pablo Picasso, placa que compraron a un marmolista especialista en lápidas ubicado en la Plaza del Obispo. “Echo de menos las visitas a la Ferretería La Llave, de mi amigo Juan Temboury”, rememoró.

Antonio Bonet (La Coruña, 1925) se licenció en Filosofía y Letras en Santiago de Compostela. Tras trabajar en Asturias con el profesor Schlunk –eminente arqueólogo-, consiguió una beca del Gobierno francés para estudiar en La Sorbona y el Museo del Louvre, donde se diplomó en Museología, una formación excelente para, a su vuelta, acometer encargos de responsabilidad museística como la dirección del Museo de Bellas Artes de Sevilla y la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid, donde formó parte de diversos patronatos de instituciones museísticas.

De hecho, ha sido asesor de la Fundación Colección Thyssen-Bornesmisza, es patrono del Museo del Prado y asesor de la Fundación Fenosa y de la Colección Arte Contemporáneo en el Museo Patio Herreriano de Valladolid.

En París se formó con historiadores y arquitectos como Elie Lambert y Pierre Lavedan, quien le introdujo en una línea de investigación y docencia en la que él fue pionero en España, en la que ha destacado y que vivió intensamente: el urbanismo. Su tesis doctoral versó sobre ‘La Arquitectura en Galicia en el siglo XVII’.

Referente en la historia del arte
Hombre muy querido entre sus discípulos, sigue ejerciendo la docencia. En palabras de la madrina del acto, Rosario Camacho –que casualmente no fue alumna suya-, “con él comprendemos la auténtica actitud universitaria, la posición abierta y alentadora, la actitud positiva y creativa del docente (…) Su enorme curiosidad e inquietud mental se ha proyectado en un magisterio alejado de los cánones tradicionales y ha abierto nuevos caminos a la investigación de la historia del arte en España, por el carácter profundamente renovador de sus planteamientos”.

Muchas de sus publicaciones han confluido en el gran Atlas mundial de la arquitectura barroca, encargado por la UNESCO, que coordinó en 2001.

El estudio de las ciudades –renacentistas, barrocas, ilustradas…-, así como la descripción de la vida en las urbes, señalando decadencia, práctica arquitectónica responsable o el respeto hacia la herencia del pasado caracteriza la esencia de su obra, que hace especial hincapié en la recuperación de los viejos cafés, que, de alguna manera, es también la recuperación de la calle como lugar de sociabilidad.

Compromiso con la Universidad
Por su parte, la rectora pronunció un discurso que inició con una alabanza al nuevo miembro del Claustro de la Universidad de Málaga, al que definió como “un humanista”, destacó su dedicación a la enseñanza en una universidad pública e hizo ver su admiración “por la amplitud de su erudición y, sobre todo, por su sensibilidad ante los valores de la obra de arte”.

“En el profesor Bonet admiramos sus nuevos enfoques, sus nuevos caminos que fue abriendo a la investigación de la historia del arte y del urbanismo en España. Si oírle es un verdadero gozo intelectual, no lo es menos leerle. Porque su prosa elegante sorprende a veces por la vehemencia de quien está comprometido apasionadamente con la sociedad y los sucesos de la historia”, dijo la rectora, para quien Bonet “se dirige a la historia para comprender y conocer alguna de las claves que permitan entender el presente para proyectar mejor el futuro”.

Concluyó la rectora apelando al optimismo, del que ella hace gala y también el homenajeado. “Entre Borges y Maquiavelo, el profesor Bonet se confiesa moderadamente optimista. Espera que mañana el mundo sea mejor. Esta tarde, solo con oírle, tenemos un motivo más para ser optimistas. Para pensar que es posible la ciudad utópica, un mundo más humano. Para pensar que, como usted, la Universidad nunca deja de ser joven”.