banners
beforecontenttitle

Resumen Jornada AMIT

Después del título del contenido
Antes del cuerpo del contenido
Trozos html editables
Trozos html editables

AMTI WEB

 

Crónica de la X Jornada/Asamblea General AMIT-Andalucía

Con motivo del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, 11 de febrero, se acogieron en la Universidad de Málaga las X Jornadas y la Asamblea General de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT). El Vicerrectorado de Igualdad, Diversidad y Acción Social (VIDAS) organizó el encuentro, que tuvo lugar en remoto por las restricciones sanitarias.


El Rector, Ángel Narváez Bueno, quiso mostrar “la satisfacción de que hayan elegido la Universidad de Málaga como el ámbito donde trabajar y discutir”, tanto más siendo una “Universidad comprometida con los temas de igualdad y que quiere seguir trabajando para dar el lugar a la mujer que le pertenece”.


A continuación, Adela Muñoz Páez, Presidenta de AMIT-Andalucía, dio las gracias y moderó la Mesa Inaugural. Participaron en ella la Vicerrectora del VIDAS, Isabel Jiménez Lucena, y Concepción López Fernández, responsable de Igualdad de ANECA que sustituyó a la Presidenta de ANECA, Mercedes Siles Molina.


Isabel Jiménez Lucena expresó el “honor” que para la Universidad de Málaga es poder acoger el evento y la esperanza en que, aunque de manera virtual, se hablase en profundidad de “temas clave para las mujeres investigadoras” y con el ánimo tanto de mejorar las condiciones de trabajo de las nuevas generaciones como de lograr una “ciencia más diversa e incluyente”.


Concepción López cerró la Mesa diciendo que desde la ANECA se han puesto en marcha diferentes iniciativas que respetan y fomentan el principio de igualdad, incluida la constitución de la Unidad de Igualdad, Equidad e Integridad Académica. Asimismo, destacó que se encontraba muy interesada en las reflexiones que pudiesen salir de las Jornadas y ver cómo conseguir “avanzar hacia una sociedad mucho más igualitaria”.


La primera de las ponencias, presentada por la Vicepresidenta de AMIT-A, Margarita Sánchez Romero, dio paso a la investigación realizada por la doctora en Ciencias Políticas y de la Administración María Bustelo Ruesta. Abordó las condiciones de trabajo, los usos del tiempo académico y la producción científica en tiempos de COVID-19 con datos del Personal Docente e Investigador (PDI) de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y desde una perspectiva de género.


Tras una aproximación al interés comunitario por la investigación de esas cuestiones, Bustelo enmarcó su estudio en la conciencia de la reproducción de roles de género también en el ámbito universitario y en la incertidumbre respecto del efecto de la pandemia y sus confinamientos. Desde la Comisión Europea, apuntó, se está mostrando interés por saber cómo los planes de Igualdad podían mitigar tales desigualdades entre hombres y mujeres.


El estudio, vertebrado por una encuesta, fue promovido por la Nodo de Igualdad de Género de cada facultad de la UCM. Los resultados, y Bustelo fue prolija en detalles, evidencian de manera significativa las mayores dificultades de las académicas para la conciliación que sus pares varones. Datos como los metros cuadrados de las viviendas del PDI le permitieron hacer inferencias sobre una brecha que también es salarial.


En cuanto a las condiciones de trabajo, concluyó que donde más diferencias significativas se da es en la disponibilidad de equipo informático y de espacio propio para trabajar durante el confinamiento, padeciendo las mujeres peores situaciones. Igualmente, las mujeres son quienes más afectadas se han visto por el impacto psicológico de la pandemia y el consiguiente confinamiento, con particular presencia de las emociones de tristeza, preocupación, desbordamiento y pérdida de control.


La producción académica de las mujeres, en comparación con sus homólogos varones, se ha visto perjudicada. En cuanto a la variable de percepción del uso del tiempo, se constata que en el confinamiento se han dedicado muchas más horas al trabajo académico, puntuando las mujeres ligeramente por encima de los hombres. Ellas resultan haber dedicado más tiempo a la preparación e impartición de clases y a la atención a estudiantes, mientras que los hombres se habrían ocupado más de la investigación. De manera complementaria, Bustelo también apuntó que los hombres sienten haber recibido más apoyo para la realización de su trabajo académico por parte de personas cercanas y de colegas.


La ponente finalizó su intervención afirmando que los resultados obtenidos muestran que la pandemia “ha destapado las desigualdades estructurales” previamente existentes, e instó a “descubrir los porqués” detrás de tales brechas. Enfatizó asimismo la importancia de tener mejores sistemas de datos, que monitoricen las cuestiones de género como una preocupación universitaria, no relegada a las unidades de Igualdad.


La Vicepresidenta de AMIT-A señaló en el debate posterior la necesidad de revisar los planes de conciliación y responsabilidad, sobre todo en lo relacionado al teletrabajo. Desde el público se preguntó cómo recibieron los grupos de investigación un análisis como este. Bustelo contestó que no se preguntó sobre su composición y funcionamiento, si bien se plantean explorarlo en el futuro, tanto más habida cuenta de que desde la normativa europea (en la cual se enmarca su estudio) se exigen cada vez más diagnósticos y medidas directas en cuestiones de igualdad. Por último, algunas asistentes hicieron saber que se sentían menos solas al descubrir en la ponencia que no solo ellas padecen esas problemáticas en el entorno académico, ante lo que Bustelo reivindicó la necesidad de “pensar las soluciones al problema conjuntamente”.


La segunda ponencia, Abordando las barreras en la carrera profesional de jóvenes investigadoras, científicas y tecnólogas desde el ámbito asociativo: la experiencia de AMIT, corrió a cargo de Lydia González Orta, del Departamento de Internacionalización de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT).


En su presentación, la Presidenta de AMIT-A planteó la preocupación de la asociación por las barreras en la carrera profesional de las jóvenes investigadoras y resaltó que “necesitamos la savia nueva de las jóvenes”. Lydia González destacó que se haya pasado a hablar directamente de precariedad, y ya no de que solo hay hueco para la excelencia.
A propósito de la preocupación por las jóvenes, desde AMIT se ha sugerido la posibilidad y la necesidad de conocer sus perspectivas y de que sintieran que sus demandas eran atendidas. González sostuvo que el trabajo realizado hasta ahora sugiere pistas interesantes para reflexionar sobre las dificultades que atraviesan las jóvenes y sobre posibles acciones al respecto. Los problemas que más afectan en la carrera profesional de las jóvenes investigadoras son la precariedad laboral y la incertidumbre sobre su asentamiento, la multitarea y el ritmo frenético de trabajo, la falta de autoconfianza y el ambiente hostil y competitivo en la investigación. Explicó que estas respuestas estaban alejadas de temas como el embarazo, la maternidad, el acoso sexual, el sexismo en las instituciones o la LGTBIfobia, entre otros posibles.


González se mostró preocupada porque, “a largo plazo, si no cambia la manera de valorar el trabajo, este sistema va a explotar”, y explicó que la perspectiva actual no resulta muy atractiva para investigadoras e investigadores en la treintena. La imagen de un futuro tan complicado es desalentadora, y así aparece en el discurso de las investigadoras desde la etapa predoctoral. Por tanto, para hacer un trabajo efectivo con las jóvenes y abordar su problemática, es fundamental tener en cuenta variables que interactúan con el género y visibilizar esas barreras que encuentran las mujeres, además de las específicas de la juventud.


Antes de despedirse con el mensaje a las jóvenes de que “no solo nos interesamos por sus carreras y por sus ascensos, sino también por la calidad de vida que eso les ofrece”, informó de que en AMIT se ha creado una Red de Jóvenes, un espacio donde las jóvenes de la organización puedan compartir experiencias, demandas, problemas y expectativas o iniciativas, al tiempo que servir de red de contactos entre ellas.


En el debate posterior se abordó el tema de “la edad” de la joven en la Ciencia. Lydia González dijo que no está claro si ser joven en la Ciencia tiene que ver con edad biológica o con una serie de años a partir de la defensa de la tesis doctoral, y remitió a un informe de próxima publicación sobre las jóvenes investigadoras en España. También se preguntó sobre la marcha de las jóvenes al extranjero y su vuelta tardía o el no retorno, y se hizo hincapié en cómo la escasez de redes de apoyo es uno de los problemas específicos de las jóvenes.


Tras el descanso, se reanudó la jornada con la Mesa Redonda sobre Científicas y redes sociales: potencial y peligros, presentada por la Secretaria de AMIT-A, Susana Gaytán Guía, y siendo ponentes Conchi Lillo Delgado (Profesora Titular de Neurociencias de la Universidad de Salamanca) y Laura Morrón Ruiz de Gordejuela (Licenciada en Física y directora de la editorial Next Door Publishers).


Lillo centró su intervención en su trayectoria profesional, en cómo llegó a su posición actual en la Academia y en cómo se siente en las redes sociales como mujer científica. Respecto de su faceta divulgadora, afirmó que “si queremos que la sociedad valore lo que hacemos, se lo tenemos que mostrar”. En cuanto a las redes sociales, donde más interacciona con el público es en Twitter, cuya cuenta abrió como algo personal. Comparte su interés por la ciencia, las patologías visuales (su especialidad), la microscopía electrónica y aspectos de su día a día. Destacó que le “ha enriquecido mucho” conocer gente interesada en esos temas, sobre todo profesorado de Secundaria. También señaló algunos aspectos negativos, como las interacciones que la cuestionan por su condición de mujer; en concreto, aludió a momentos en que, cuando cuestiona algo con conocimiento de base, no la han criticado por sus argumentos, sino por su sexo.


Morrón trató sobre su recorrido en el área de la divulgación. En las redes sociales empezó en Facebook, espacio en el que entró en contacto con gente que divulgaba, como Cuentos Cuánticos, desde donde recibió la invitación para participar en su blog con una sección sobre Historia de la Ciencia. Esto la motivó para compartir su propio material en un blog propio en 2013: Los Mundos de Brana. A través de este pudo participar en iniciativas como NAUKAS, y así “llegar a quien no escucharía de ciencia de otra manera”. El siguiente paso importante en su carrera como divulgadora fue el de conseguir su puesto actual en Next Door Publishers, donde trabaja como editora y donde ha podido centrarse en lo que más le gusta de la ciencia de una manera estable.


Al igual que Lillo, la red social que más está utilizando actualmente es Twitter, y también lo hace desde una cuenta personal (“soy visceral, no tengo ninguna estrategia” para hacerlo desde una profesional). Consideró que Twitter es una forma estupenda para aprender. Le ayudó a “reenamorarse de la Ciencia”, pero advirtió que hay que tener sentido de la responsabilidad y revisar la fiabilidad de las fuentes de la información que se comparte. Comentó asimismo que existen problemas de malas interpretaciones y que ha sufrido ser mujer comunicadora, por lo que se lamentó de que “es muy triste que nos tengamos que curtir”.


La primera de las preguntas en el tramo final de la mesa se interesó por si las mujeres sufren un sobrejuicio en las redes, a lo que Lillo respondió que, aun cuando la trayectoria puede ser un aval, hay que “demostrar el 50% más que los hombres por qué estamos ahí”. Acerca de la necesidad de profesionalizar y dignificar la divulgación, Morrón dijo que estaba totalmente de acuerdo y que es necesario. Con relación a si en el ámbito de la divulgación se valora más a los hombres que tienen más reputación, las dos ponentes concordaron que ambos sexos están “a la par” y que se está viendo un cambio más fuerte que en otras áreas de la Ciencia.


Volvió a surgir en la interacción con el público el tema de si hay tensión entre la inmediatez de Twitter y la validez de las fuentes de información, a lo que Morrón dijo que es importante releer la información que te llega antes de compartirla, “no quedarse en el titular”. Asintiendo Lillo, refirió que ella misma sufrió ese problema y que es muy importante “filtrar”, para no fomentar los bulos. Una de las últimas preguntas hizo referencia a algo que ambas ponentes habían comentado previamente: el intento de desacreditarlas en las redes por parte de quienes afirmaban que ellas estaban trabajando en Ciencia por cubrir una cuota, y no de resultas de su esfuerzo. Tanto Lillo como Morrón coincidieron en que hay que relativizar lo que llega a través de las redes sociales, donde se magnifica todo, y destacar aspectos positivos como son los contactos y el aprendizaje.


A continuación tuvo lugar la presentación del proyecto de salas de mentorización, coordinado por Isabel Jiménez y Lydia González. Gloria Priego de Montiano, profesora de Historia Contemporánea de la Universidad de Córdoba y vocal de la Junta Directiva de AMIT-A, presentó a la Vicerrectora de Igualdad de la Universidad de Málaga y subrayó que la mentorización es un aspecto que quieren impulsar desde AMIT. Isabel Jiménez, por su parte, inició su intervención reflexionando sobre el significado de mentorizar, confundido en ocasiones con el coaching. Destacó que, siendo importantes la escucha y el diálogo, quien elabora las respuestas y toma las decisiones ha de ser la persona mentorizada. Mentorizar, añadió, “es aprender de la vida”, y explicó que para la realización de un programa de mentorazgo hay que tener en cuenta las particularidades coyunturales y los cambios generacionales. Mostró preocupación sobre qué modelo de ciencia se va a trasladar en los programas de mentorización, y concretó que, viviendo un tiempo de crisis varias, no solo sanitaria, también la ciencia está en crisis “como actividad social”. Actualmente, sostuvo, existe un modelo de ciencia desfasado, proveniente del siglo XIX, fundamentado en un “trabajo en cadena”. A su juicio, es necesario un cambio profundo en las ciencias, e insistió en la importancia de utilizar el pensamiento crítico para abordarlo.


Para cerrar su intervención, animó a AMIT a que se plantee qué Ciencia se quiere implementar a partir del programa de mentorización, qué respuesta da a preguntas como “¿qué ciencia es la que queremos y cuál no?” y “¿qué hace que una actividad como el dedicarse a la ciencia se convierta en una pesadilla?


Lydia González reflexionó a continuación sobre cómo la necesidad demanda un programa de mentorazgo. Comentó que, aunque el programa acaba de iniciarse, su anuncio ha tenido una buena acogida entre las socias, y no solo por las solicitantes, sino también por las que se ofrecieron a mentorizar.  A propósito de la diferenciación entre el mentorazgo con y sin perspectiva de género, afirmó que desde esta se apuesta por una relación horizontal en el proceso de aprendizaje y por el enriquecimiento mutuo. Dio, así, importancia a la idea de que las mentoras estén dispuestas a tomar un especial interés en el desarrollo profesional de sus iguales femeninas como parte de su acción feminista en la Academia.


Las intersecciones entre género, raza y clase añaden mayor complejidad a la relación de mentorazgo, explicó González: “precisamente esas alumnas que pertenecen a grupos más vulnerables y las que encuentran discriminación múltiple son quienes más necesitan ese apoyo”. La alternativa feminista al mentorazgo tradicional, subrayó, supone trabajar en esa línea de poder compartido, de colaboración y de compromiso con la diversidad. Antes de dar paso al debate, González finalizó su exposición sosteniendo que AMIT-A se decanta por un “mentorazgo praxifeminista”.


En el debate posterior, Isabel Jiménez planteó que no es fácil resolver esa tensión entre lo que sería generar nuevos modelos y reforzar el papel de las mentoras, y aludió a la cuestión de González sobre que la mentoría se realiza como una acción/praxis feminista y que la horizontalidad es la única manera real de solventarla. En cuanto a la jerarquización, matizó que “continúa siendo hegemónica, aunque se está rompiendo”. Lydia González puntualizó que no se puede asumir que las mentoras incorporen la perspectiva feminista por ser mujeres, y, respecto a los modelos, que hay que tener en cuenta los tipos de liderazgos y preguntarse si se busca un “liderazgo integrador, rompiendo los techos de cristal pero sin cuestionarse nada, o promoviendo liderazgos más colaborativos, horizontales, planteando incluso liderazgos feministas transformadores”.


Las conclusiones fueron realizadas por la Presidenta de AMIT-A, quien mencionó la complejidad que tiene el desarrollo del proceso de mentoría, “porque, como todas las tareas de relevancia, están muy masculinizadas”, y sentenció: “Tenemos que encontrar los nuevos modelos y una forma de guiar diferentes”.


Para finalizar la jornada se visionó el vídeo No more Matildas, una campaña de visibilización de las mujeres científicas que han hecho contribuciones muy relevantes a la Ciencia, pero que han sido invisibilizadas por el hecho de ser mujeres. El vídeo ha sido incorporado a la segunda píldora formativa de la Unidad de Igualdad de la Universidad de Málaga, que forma parte de las iniciativas desarrolladas con motivo de la celebración del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. En marzo, con ocasión de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, se celebrará una mesa redonda sobre Ciencia y género en diálogo: La mujer como objeto de conocimiento científico-técnico, también organizado por el Vicerrectorado de Igualdad, Diversidad y Acción Social.

Después del cuerpo del contenido