Vicente Amigo protagonizó el pasado miércoles en el Teatro Cervantes un memorable concierto en homenaje a Rafael Alberti. El evento ha sido organizado por el Vicerrectorado de Extensión Universitaria con la colaboración de la Fundación General de la UMA y del propio Teatro Cervantes. El guitarrista de Guadalcanal, acompañado de su grupo, de una orquesta sinfónica y de un narrador presentó una cuidada selección de 15 piezas compuestas por él mismo sobre versos del insigne poeta homenajeado. El concierto se dividió en dos partes: la primera presentada por el grupo flamenco y la segunda con la participación de toda la orquesta. La respuesta del público, que llenaba todo el aforo del teatro, comenzó siendo muy buena y terminó de forma apoteósica, con todos los espectadores puestos en pie y sacando a los intérpretes dos bises no previstos en el programa.

La velada de música y poesía comenzó con Vicente Amigo solo en el escenario para presentar el Preludio del concierto. Al final del tema se incorporaron a escena Rafael de Utrera y Antonio Fernández Perona, para hacer un acompañamiento por palmas, una especie de presagio de lo que iba a acontecer a continuación. Un fragmento de Pleamar llevó a escena a todo el grupo Vicente Amigo. Antonio Fernández Perona, con la segunda guitarra; Francisco González Agudo con la percusión y Rafael de Utrera para poner su voz e incorporar a la música los textos de Alberti. Cada tema que interpretaban subía el grado de pasión de los espectadores que, progresivamente, aumentaban la intensidad y la duración de los aplausos. Para los dos últimos temas de la primera parte del concierto se sumó al homenaje la flauta travesera de  Agustín Carrillo, abriendo el puente que comunica el flamenco con la música sinfónica.

En la segunda parte del concierto se incorporó al escenario toda la orquesta, dirigida por Joan Albert Amargós, y el narrador Francisco Cabrera. El desafío de lograr armonizar la guitarra flamenca con una orquesta sinfónica es complicado y si añadimos a la guitarra, el cajón y la voz tan personal de Rafael de Utrera -magnífico en su cometido por cierto-, el desafío parece transmutarse en quimera. A pesar de las dificultades del reto, los espectadores pudieron comprobar en sus propios sentidos que las empresas imposibles se pueden convertir en realidades gozosas a base de profesionalidad y, sobre todo, de cariño, de mucho cariño entre los intérpretes y entre estos y la poesía de Alberti. Un verdadero lujo para los sentidos que, además, alumbra un camino de nuevas sensaciones, de fusión entre lo flamenco y lo sinfónico que puede merecer la pena recorrer en busca de nuevos horizontes sonoros.

 
13-02-2014