Hoy viernes se celebra el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, una jornada organizada por la Asociación Internacional dedicada a tal fin y respaldada por la Organización Mundial de la Salud, cuyo objetivo es demostrar que estos actos se pueden prevenir.

En este desafío trabajan varios expertos en Salud Mental de la Universidad de Málaga, que  consideran que el suicidio puede prevenirse con un enfoque multisectorial del problema, que consiga desarrollar estrategias eficaces para evitar este tipo de conductas. Con el objetivo de conocer las cifras de conducta suicida y factores asociados, han elaborado un estudio liderado por la catedrática de Psicología de la UMA Berta Moreno Küstner.

Se trata de una encuesta virtual realizada a un total de 2.212 estudiantes de la Universidad de Málaga con edades comprendidas entre 18 y 30 años. Elaborada en marzo de 2021, las preguntas hacían referencia a los seis meses anteriores, con el objetivo de recoger información desde el comienzo del curso académico 2020-21, un curso atípico que ya arrastraba las consecuencias de la pandemia, que derivaron en una docencia no presencial. 

Los primeros resultados del estudio indican que el 15 por ciento de los estudiantes entrevistados tuvo alguna ideación suicida, mientras que el 0,5 por ciento desarrolló algún intento de suicidio. Además, se destaca que el malestar psicológico se identifica como posible factor de riesgo de la conducta suicida, indicando que aquellas personas con algún trastorno o sintomatología ansioso-depresiva presentan más probabilidad de conducta suicida.

Por el contrario, un alto nivel de resiliencia, así como percibir apoyo familiar y social, se asocian con un menor riesgo de suicidio. En el estudio se destaca que la cifra de pensamientos suicidas en este grupo de universitarios es superior a la prevalencia de estos comportamientos entre la población general.

Esta investigación ha sido apoyada por la Facultad de Psicología y Logopedia de la Universidad de Málaga y liderada por la catedrática de Psicología Berta Moreno Küstner, en colaboración con el profesor Jesús Oliver -ambos del Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico-, el alumno de Doctorado Javier Ramos y el estudiante del Máster en Psicología General Sanitaria José Manuel Pérez Berlanga, cuyo Trabajo Fin de Máster ha consistido en el desarrollo de este estudio.

Consecuencias de la pandemia

Respecto al impacto de la pandemia COVID-19 en el comportamiento suicida, las cifras coinciden con varios estudios en los que se identifica la juventud (18-24 años) como factor predictor de la presencia de pensamientos de suicidio. En esta línea, varios estudios encuentran un incremento de los pensamientos de autolesión y suicidio entre los estudiantes universitarios durante el periodo de confinamiento. 

Es importante resaltar que la pandemia se ha convertido en un estresor común para la población en general y para los universitarios en particular, ya que se han visto afectados psicológica y socialmente, como lo han puesto de manifiesto publicaciones científicas sobre este tema, que han resaltado un aumento de ideación y conductas suicidas en este colectivo.

La investigación expone, a modo de conclusión, la necesidad de desarrollar un plan de prevención de la conducta suicida en el ámbito universitario, en el que se incluyan una serie de estrategias y acciones dirigidas al colectivo con la finalidad de favorecer apoyo y ayuda a quienes estudian y trabajan en la Universidad y, a la vez, proporcionar la formación necesaria para detectar el riesgo de conductas suicidas.

Datos

El suicidio es una de las principales causas externas de muerte en el mundo, con una tasa anual de 10,5 por 100.000 habitantes, según cifras publicadas por la OMS en 2019. El suicidio se puede producir a cualquier edad, siendo el grupo de 15 a 29 años el que presenta las menores tasas comparados con otros grupos de edad. 

A pesar de ello, el suicido es la segunda causa de defunción externa entre 15 y 29 años, según los datos de la OMS de 2019. No obstante, en España ha pasado a ser la primera causa en el año 2020, según el Instituto Nacional de Estadística, si bien estas cifras hay que interpretarlas con cautela, debido a que el número de accidentes de tráfico, que era la primera causa de muerte externa, descendió bruscamente en ese periodo como consecuencia del periodo de confinamiento y las restricciones de movilidad.