Desde principios de año, los espacios aéreos de la sala de lectura y el vestíbulo de la Biblioteca General están experimentando una metamorfosis inquietante. Decenas, cientos, más bien, miles de volúmenes han abandonado el orden de los estantes y los ficheros y han iniciado un proceso de expansión y de construcción de un particular zigurat que se eleva hacia el techo de la General.  Todo este trajín de “libros voladores” forma parte de una ambiciosa e impactante exposición de José Ignacio Díaz de Rábago -La biblioteca de Babel-, que abrirá al público la semana próxima y que estará colgada del cielo de la General durante todo un año.

Se trata de una instalación monumental que toma el nombre y el espíritu de un cuento en el que Jorge Luis Borges especula sobre un universo formado por una biblioteca eterna, preexistente al hombre y que contiene todos los libros de dicho universo ordenados arbitrariamente. Una especie de debate entre orden y confusión, entre creatividad y normativa, entre libros voladores y ejemplares catalogados, porque en el ámbito del arte bibliotecario, las normas y reglas están dictadas por las categorías mentales que determinan la clasificación ordenada y el montaje físico de los libros.

El cuento de Borges y el mismo mito de la torre babilónica sobre el que construyó su biblioteca el literato argentino han inspirado a José Ignacio Díaz de Rábago para crear una serie de instalaciones, encabezadas con el título del cuento. La mayor parte de estos montajes están realizadas con desechados de las bibliotecas e instituciones públicas. Ediciones sin valor de libros destinados al olvido, a la reventa o a la destrucción y que pasan así a formar parte, al menos durante un tiempo, del espacio de la imaginación y del arte.

La serie de instalaciones de La Biblioteca de Babel lleva exhibiéndose desde 1997 en importantes instituciones culturales y bibliotecas de Europa y América. Siendo quizás esta serie una de las mayores y más importantes instalaciones que en torno al tema del libro se hacen en el mundo. En La biblioteca de Babel XIII (la que se levanta en la General estos días), un ejército de cerca de cinco mil libros han sido liberados de su función y de su contexto habitual para convertirse en material de construcción, invadiendo todos los rincones de un espacio monumental. Los libros se han apropiado así de un lugar que en principio no les corresponde, creando una viva analogía plástica de la relación de tensiones que surgen cuando se ocupa un espacio vacío.

José Ignacio Díaz de Rábago nació en Madrid en 1950 y reside en Copenhague desde 1978. Cursó estudios de Filología Hispánica y de Artes Plásticas. Formado como pintor y escultor, se especializó, desde 1985, en instalaciones de gran formato. Escritor también de poesía, Díaz de Rábago gana en 1985 el primer premio de poesía en el certamen convocado por el Instituto Español de Emigración. Como poeta ha publicado los libros “Poemas del instante” (2001), “Molinos de papel y viento” (2011) y “Humaredas” (2015).

Estos días se están realizando los trabajos de montaje -casi tan espectaculares como la propia instalación- con la ayuda de una grúa y la colaboración de siete personas coordinadas por el propio Díaz de Rábago. Los trabajos de instalación están resultando muy interesantes y han originado algunos debates entre usuarios que alaban el impacto visual de la obra y otros que se quejan por las evidentes molestias generadas por tener que compartir el espacio de estudio con la construcción de esta torre de libros y aire.  La instalación no está pensada para una sala de exposiciones habitual; su hábitat natural son los espacios comunes de los edificios (vestíbulo y sala de lectura en este caso) con el propósito de confundirse entre la arquitectura interior y las actividades diarias de la biblioteca.



NOTA: La UMA agradece a todos los usuarios su comprensión por las molestias generadas durante los trabajos de montaje de la obra. La instalación se espera que esté terminada esta misma semana y que se inaugure la semana próxima.